El esperado plan de descontaminación –más concretamente “contención de contaminantes”– en las antiguas minas de mercurio de la comarca del Caudal comenzará a lo largo de este mes. Es el último plazo que manejan los responsables del proyecto europeo SubProducts4LIFE, que cuenta con una inversión total de 1,7 millones de euros. El grueso de la actuación, que incluye “fijar” los contaminantes al subsuelo con 20.000 toneladas de escoria, se desarrollará en la mina de La Soterraña. También hay previstos trabajos a menor escala en El Terronal (Mieres).
La espera por los trabajos se está haciendo larga. El proyecto europeo se presentó ya en el año 2017. El inicio de las labores estaba previsto, inicialmente, para los meses que siguieron al anuncio. Pero se ha acumulado un importante retraso, que incomoda a los vecinos: “No sabemos si harán algo esta vez o si volverá a ser un proyecto que queda en nada”, claman en el valle que corona La Soterraña.
Todo indica que está vez será la definitiva. Fuentes cercanas a la actuación afirmaron que “los trámites han sido largos y también ha influido la paralización administrativa casi total que llegó con la crisis sanitaria del covid-19”. Coordina el proyecto la Universidad de Oviedo, en estrecha colaboración con el Principado y otras entidades. Además, cuenta con el respaldo del Ayuntamiento de Lena. “Es un proyecto innovador y la puesta en marcha de estos planes suele ser relativamente lenta”, confirmaron las mismas fuentes.
Tan innovador que es la primera vez que esta técnica de descontaminación se probará a gran escala. “Las investigaciones en laboratorio han dado muy buenos resultados, y esperamos que sean óptimos en la actuación que está a punto de comenzar”. Por delante hay un reto complicado: la mina Soterraña se clausuró hace tres décadas y guarda en el subsuelo importantes niveles de mercurio y arsénico. Lo mismo que El Terronal, en el concejo de Mieres.
“Este proyecto no es una descontaminación como tal, sino una contención de los contaminantes para evitar su propagación”, explicaron a este diario responsables del programa SubProductos4LIFE. Para conseguir esa “fijación” se utilizarán 20.000 toneladas de escorias y cenizas, que evitar el paso del mercurio y el arsénico a las aguas de escorrentía.
Los subproductos que permitirán contener los contaminantes llegarán desde térmicas, cementeras y acerías de la región. Se utilizarán cuatro tipos de “subproductos”: cenizas de las térmicas y los yesos que se utilizan para eliminar el sulfuro de los humos de las centrales, también escorias de hornos altos y de cementeras.
Empieza tarde, pero ya empieza con todo. Porque, según conocedores del proyecto, “todo el trabajo previo de campo está ya culminado y ahora comenzará directamente la primera fase de fijación de contaminantes”. El plan europeo, enmarcado en el programa LIFE, incluye una cláusula de suma transparencia hacia el entorno y los vecinos. Extremo que, según los responsables del proyecto y las Administraciones regional y municipal, se está cumpliendo.
No todos opinan igual. Vecinos del valle lenense, además de lamentar el retraso en el inicio de las labores, han cuestionado el impacto que tendrán los trabajos en el entorno. Temen que el almacenamiento de escorias en la zona “genere aún más contaminación” y alegan que el impacto visual podría ser “tremendo”.
Esperan que “se tomen todas las medidas necesarias” para que el proyecto sea un éxito. Hay mucho en juego. Según informaron responsables del proyecto SubProductos4LIFE, las plantas de la comarca del Caudal son una suerte de minas piloto. Si el plan sale bien, se extenderá a otras zonas de Europa con antiguas minas contaminadas. Se han barajado proyectos en antiguas explotaciones de Alemania, República Checa y Polonia, entre otros países.
Paso a paso. De momento, está previsto que los trabajos de campo en la comarca del Caudal se alarguen por más de cuatro años.
