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El abandono de casas en ruinas aviva la “okupación” en el barrio de La Villa

Los vecinos alertan de la presencia de delincuentes que se han instalado en casas deshabitadas, con problemas de convivencia y robos

El presidente de la asociación de vecinos, Manuel Prado, en una zona que se utiliza para botellones y en la que duermen indigentes. En el círculo, la vivienda okupada. | D. M.

Los vecinos del entorno de La Villa llevan años denunciando el paulatino deterioro que sufren una parte importante de los inmuebles más antiguos del centenario barrio, una de los últimos espacios del Mieres fundacional. La pertinaz presencia de casas abandonadas ha terminado por provocar un problema con la ocupación de estos inmuebles por parte de delincuentes habituales, estrechamente ligados al mundo de la droga. “Hay noches que están hasta la seis de la mañana haciendo ruido”, apuntan los vecinos, que han denunciando el robo de cableado eléctrico para la venta ilegal de cobre.

El abandono de casas en ruinas aviva la “okupación” en el barrio de La Villa

En estos momentos la casa “okupada” se encuentra en una de las estrechas caleyas que conectan el instituto Bernaldo de Quirós con el campus de Barredo. Los residentes habituales son una pareja, aunque los vecinos advierten un constante ir y venir de personas: “Hemos contado hasta diez individuos en el interior de la casa”.

La asociación de vecinos apunta que la convivencia es muy complicada. Al parecer, según han trasladado los vecinos a los cuerpos policiales, los “okupas” se han conectado ilegalmente a la red eléctrica y captan el agua desde una propiedad anexa. “Tienden la ropa cortando la calle y se sientan en mitad de la calzada impidieron el paso de los coches”.

Las indagaciones realizadas por la Policía Nacional apuntan a que el problema tiene su origen en un pareja de delincuentes habituales de fuera de la región que previamente estuvieron una temporada en Langreo. “A su alrededor se ha generado una especie de comuna”, apuntan los vecinos. Si bien las quejas se centran en el comportamiento incívico de estas personas, en el barrio crece la preocupación ante el deterioro de la calidad de la vida. Y es que junto a la canalización del arroyo Duró, en un espacio contiguo al instituto, se organizan habitualmente botellones. Desde hace un tiempo, un indigente se ha instalado en la zona habilitando con cartones una especie de residencia: “Esta persona no genera grandes trastornos, pero el problema de salubridad es evidente”, remarcan los residentes.

Los portavoces del barrio recalcan que los “okupas” han intentado acceder a varias casas en las últimas fechas. Subrayan que el problema es más para los vecinos residentes que para los propietarios. “En la mayoría de los casos son propiedades con varios dueños que no tienen gran interés en su conservación”. Ya se están dando casos de renuncias a las herencias. Además, los vecinos advierten que actuar contra estas personas conlleva un trámite complejo que puede prolongarse durante años. “Estamos agradecidos a la labor policial, pero la realidad es que en estos casos se nos dice que no se puede cortar el suministro de agua o de luz, ni impedirles el paso, ya que podemos incurrir en un delito”.

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