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Recuperar las actividades tradicionales, turismo y teletrabajo para la "aldea del siglo XXI"

La asociación “Cauce” organizó un acto en Rioseco sobre la economía rural, en el que se apostó por el autoabastecimiento energético y reducir la burocracia

Por la derecha, Tensi Carmona, de pie, con Aladino Fernández, José Antonio González, Jaime Izquierdo y Pablo Priesca, en el centro cultural “Vicente Álvarez” de Rioseco.

Reducir la burocracia, “desregularizando” la intrincada serie de normativas que pesan sobre “la aldea”; la discriminación positiva de los pueblos en materia de impuestos; la recuperación del sistema agroecológico local –la llamada actividad “agrosilvopastoril”, que combina agricultura, aprovechamiento del monte y ganadería–; la puesta en marcha de comunidades energéticas locales que permitan el autoabastecimiento y el impulso a un sistema local de empresas, que incluya el turismo rural, los teletrabajadores, o la actividad artística y de creación. Estas fueron algunas de las claves ofrecidas para alcanzar la “nueva economía para la aldea del siglo XXI”, título de la mesa redonda organizada este fin de semana por “Cauce del Nalón” en el centro cultural “Vicente Álvarez” de Rioseco. Un acto en el que intervinieron el comisionado para el reto demográfico del Principado, Jaime Izquierdo; el geógrafo y técnico del plan rural “Leader”, José Antonio González y Pablo Priesca, director general del CTIC (Centro Tecnológico para la Información y la Comunicación de Asturias).

El acto comenzó con la intervención de la teniente de alcalde, Tensi Carmona, y la presentación de los ponentes, realizada por el geógrafo y exalcalde de Langreo Aladino Fernández. Jaime Izquierdo habló en primer lugar, explicando que en Asturias se está intentando dar forma a “la nueva aldea”. La economía circular, las tecnologías ecológicas, la economía orgánica, el uso de energías renovables, pilares de la “transición” económica que se está viviendo, “ya la practicaba la aldea en el pasado, y es lo que ahora quiere la humanidad para su futuro”. Subrayó que al igual que se logró “cambiar la mentalidad” para dar paso al turismo rural, también se puede evolucionar para llegar más allá.

Para ello, Izquierdo ofreció tres claves. La primera, la recuperación “del sistema agroecológico local”: las actividades agrarias, ganaderas y relacionadas con el aprovechamiento y mantenimiento del monte, que “provee de alimentos, mejora el paisaje y reduce los incendios”. La segunda, el lograr un “sistema energético local”, pueblos que “sean autónomos”. “Entre placas solares, un tornillo hidráulico si Confederación Hidrográfica lo permitiera”. En este punto, el comisionado reclamó una “desregulación” del campo que permita una “verdadera innovación” en cuestiones como las comunidades energéticas, “y otras muchas”. El tercer pilar, según Izquierdo, sería el “sistema local de empresas”. “Quien vive todo el año en la aldea es el que genera economía, riqueza. Turismo rural, artistas, teletrabajadores, logrando tener, eso sí, unas buenas comunicaciones”.

Pablo Priesca, del CTIC, auguró profundos cambios tecnológicos que afectarán a la vida en los pueblos en una década. Usar estas innovaciones para mejorar la calidad de vida y la economía y asentar población será “clave”. Entre estos avances, la “monitorización” con sensores y aplicaciones del “ganado, la salud de los animales, de la propia agricultura, de los bosques y pastizales”. Esto requiere una amplitud de miras, un cambio de mentalidad. La tecnología irá también en la línea de favorecer “la producción ecológica, la maquinaria autónoma, la telemedicina, la monitorización de las personas mayores”. Priesca abogó también por una “discriminación fiscal positiva”, y reconoció que para aplicar esta tecnología, hay que mejorar las telecomunicaciones. Un trabajo en el que se está avanzando, con la puesta en funcionamiento de una “red de satélites de órbita baja”, impulsada por tres grandes empresas internacionales, y de la que los máximos beneficiados serían las áreas rurales o aisladas.

Para José Antonio González, la recuperación de “la aldea” es un “reto central” para la humanidad, más teniendo en cuenta las previsiones climáticas que trae consigo el calentamiento global. Subrayó que “estamos en una transición ecológica, que es un retorno al sistema de funcionamiento de los pueblos”, que hace décadas se había perdido. Incidió en el concepto de “seguridad alimentaria”, destacando el déficit agrario existente en Asturias, “solo el 2% de los productos que llegan a mercasturias son de origen regional”. Para reactivar la agricultura, apuesta por “reactivar los suelos de las vegas asturianas”, que en parte se ocuparon por polígonos, por viviendas o por el ganado. “Hay que protegerlas y darles el uso más adecuado en la ordenación del territorio”.

Pastizales

Sacar al ganado de las vegas implica “recuperar pastizales en las superficies de monte abandonadas”. Al respecto, González hizo una advertencia: “Los pastos se están perdiendo, quedan los matorrales. Y el pastizal no es solo forrajeo para el ganado, es también un sumidero seguro de CO2. Con un incendio, apenas se pierde ese carbono, lo retienen”. Por eso, que el monte sea matorral provoca que “sea pasto de las llamas. Incendios como el de Sierra Bermeja”, (Málaga) denominados de “sexta generación” por ser prácticamente imposibles de apagar, “van a llegar aquí cualquier día”. El geógrafo recomendó además que las explotaciones ganaderas de carne se mantengan “en base a pasto”. “Si en algún lugar se puede, es aquí, en la Cornisa Cantábrica, y es donde menos se avanza”. Así, se produciría una carne de alta calidad, con el factor diferencial de que “no tendrá impacto alguno”, lo que permitiría al producto distinguirse, y más entre un público de consumidores responsables.

Un último punto trató González en su intervención: el aprovechamiento del bosque. “Hay que actuar ya. Tenemos las mayores masas de castaños, pero abandonados, pasto del chancro y la avispilla”.

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