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El auge de los deportes invernales
Eneko e Iker Pou Escaladores

“Hay quien llega de la ciudad y se quiere poner a escalar, sin ver el peligro”

“La pandemia ha incrementado el número de personas en el monte y los veteranos tenemos que inculcarles los valores de la actividad”

Eneko e Iker Pou, en la carpa de Nevaria, durante su participación en la feria allerana. | A. Velasco

Iker Pou (Vitoria, 1977) y Eneko Pou (Vitoria, 1974) son dos de los mejores escaladores del mundo. Y el fin de semana acudieron a Moreda para apadrinar la feria invernal Nevaria. Con su carácter afable se ganaron a todo el público, al que pasó por la carpa y al que llenó el teatro para su conferencia. Frenados por la pandemia, ahora tienen retos por delante, que comparten con LA NUEVA ESPAÑA.

–Acaban de sacar su primer libro. ¿Qué nos narran en él?

–Iker Pou: Se titula “Aúpa Pou. Una vida encordados”, y lo que contamos es el resumen muy concentrado de nuestra vida en la montaña, nuestras experiencias.

–Eneko Pou: Quisimos dejar sobre el papel nuestra vida desde los inicios. Es un resumen de lo más importante, porque hemos hecho muchas cosas. Llevamos imágenes y la conferencia está enfocada a descubrir esto.

–Cuéntenme sus primeros pasos en la montaña.

–I. P.: Empezamos de la mano de nuestros padres. Desde muy pequeños todas las vacaciones eran en Pirineos o en Picos de Europa, y desde niños hemos mamado la montaña. Y con algo más de edad, 15 años yo y 17 Eneko, empezamos a escalar por nuestra cuenta. Desde ahí hasta hoy.

–E. P.: También hay que destacar nuestra relación desde bien pequeños con Asturias. Con el pico Urriellu, el Naranjo de Bulnes. Hemos tenido una relación estrecha desde principios de los 90, desde que empezamos en la escalada vertical. Para nosotros el Urriellu ha sido el icono. Siempre hemos buscado hacer actividad fuerte en este sitio.

–¿Cómo se consigue hacer esta escalada tan particular que hacen ustedes?

–E. P.: Lo que hacemos es escalar de manera libre, con pies y manos pero sin agarrarnos a los seguros que se colocan en la roca. Solo sirve hacerlo sin engancharse a estos seguros, que solo usamos para poner las cuerdas, pero no para apoyarnos.

–I. P.: De hecho, cuando la gente se imagina a un escalador, se lo imagina así, libre. No te lo imaginas haciendo trampas, por decirlo de alguna manera. Venimos de una época en la que la escalada era más rudimentaria, los elementos para asegurarse y las cuerdas eran mucho peores, y había que hacer más trampas porque físicamente no había la preparación que hay ahora. Nosotros formamos parte de esa transición entre lo clásico y lo moderno.

–¿Conocen el valle de Aller? ¿Hay alguna montaña que les haya llamado la atención?

–I.P.: Vinimos hace muchísimo tiempo, y la verdad es que es un sitio precioso. Pero realmente lo que más conocemos o nos suena es la zona de entrada a las estaciones de esquí, que es de lo que la gente más habla.

–Ahora que hablan de esquí, ¿es recomendable salir a escalar con nieve?

–I.P.: Lo que siempre decimos es que hay que tomar las precauciones necesarias; informarse de las condiciones, de los riesgos de aludes, y que no se vaya a lo loco. Hay que estar no solo informado, sino también formado.

–E.P.: Hay que pensar que nosotros venimos de una zona, como también lo es Asturias, de mucha afición a la montaña. Pero también ahora hay otros lugares en los que estas actividades se han puesto de moda por la pandemia y por la entrada de la escalada en los juegos olímpicos, que siempre tienen un efecto llamada. Eso incrementa el número de gente que ahora visita la montaña. Y hay personas que piensan que pueden llegar de la ciudad y ponerse a escalar, y no se puede sin una formación previa. Hay quien no ve que la montaña es un lugar peligroso y hay que estar formado.

–¿Han notado un incremento de aficionados a raíz de la pandemia?

–I.P.: Sí, la verdad es que el número de participantes se ha disparado. Con el coronavirus, casi lo único que se podía hacer era salir al aire libre a estas actividades. Y la gente se compraba cuatro cosas y salía. Y eso se ha notado en el incremento de gente.

–¿Se han saturado los montes y montañas?

–E.P.: Cada vez somos más, y vamos a tener que cuidar a la gente que viene nueva, para explicarles un poco los valores de la montaña los que llevamos toda la vida. Desde el respeto a la naturaleza, hasta que se entienda que la montaña y la escalada no es una actividad competitiva, sino que tiene unos valores muy bonitos como la amistad, la superación, el compañerismo, el compartir experiencias... Esto está ahora en nuestra mano.

–¿Qué próximos proyectos tienen?

–I.P.: Este año que entra, lo más inmediato, es que queremos acabar el proyecto “Cuatro elementos”, en el que queremos escalar una montaña o una pared relacionada con cada elemento. Empezamos con el viento en La Patagonia, luego hicimos agua en La Amazonia, luego fuego en la isla de Santo Tomé y Príncipe, y ahora nos falta la tierra, y estamos buscando algo vistoso para terminar el proyecto. Vamos con retraso, porque por el covid seguimos teniendo problemas para poder llegar a sitios a los que queremos ir. Y luego también iremos más hacia el verano a alguna expedición a los Alpes o el Himalaya.... Algo haremos.

–¿Cómo les afectó la pandemia a la hora de entrenar y prepararse para sus retos?

–E.P.: Nosotros sufrimos la hostia. Estamos acostumbrados a salir siempre, a estar en contacto con la naturaleza. Fue muy duro. Nos costó. Además teníamos que dar ejemplo para el colectivo. Aunque teníamos posibilidad de entrenar y permisos para ello, se nos pedía un poco ser ejemplo para que la gente se quedara en casa y así lo hicimos. Preferimos ser responsables y quedarnos en casa, que era donde entrenábamos lo que podíamos.

–I.P.: Pero al final también hay que sacar lo positivo, y es que de esos meses en casa salieron proyectos increíbles. Cuando en verano casi nadie podía hacer nada por no haber entrenado o por como estaban las cosas, pues abrimos una vía increíble en la cara Sur del Peña Santa, en los picos de Europa. Y la llamamos “Rayu”. Seguro que va a pasar lo mismo que pasó con “Orbayu” en 2009, cuando pusimos un poco al Urriellu en el mapa internacional. La gente vendrá a probar esta vía porque es impresionante.

–¿Cómo se lleva pasar la vida pegado a tu hermano?

–I.P.: Aunque no lo parezca, es más sencillo. Nos conocemos a la perfección, es una vida juntos. Y para llevar a cabo los proyectos es más fácil que si lo hicieras con una persona ajena, con un amigo, por ejemplo. Nos entendemos muy bien.

–E.P.: Está claro que discutes, porque hay mucha confianza. Pero igual que te digo esto, te digo que arreglas los problemas muchísimo más rápido. Yo creo que somos la pareja más importante de este país y una de las más duraderas (risas).

–¿Recuerdan algún momento de gran peligro en la montaña?

–I.P.: Hemos pasado varios. En Patagonia, en la Antártida me vienen a la cabeza. Pero hemos salido de ellas, por suerte.

–E.P. Siempre decimos que en la montaña no puedes pasar de una situación de tensión a una situación de pánico, porque con el pánico estás acabado. Intentamos siempre tener eso a raya. Aunque la tensión sea enorme, no dejamos que pase al pánico. Tenemos mucha experiencia y mucho bagaje, y casi siempre tenemos el recurso y la capacidad para salir del lío.

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