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Las Cuencas que funcionan

Caleya, la cerveza artesanal que llega a bares y supermercados de toda España

La empresa nacida hace una década en Rioseco se trasladó a Valnalón para crecer y multiplicar por diez su producción: 210.000 litros al año

De izquierda a derecha, César García, Xuanqui Valdés, Silvestre Alonso y Desiré Suárez muestran las distintas variedades de Caleya FERNANDO RODRIGUEZ

Vivían muy bien bajo el sol de Mallorca. Eran sonidistas de series de ficción y la cosa funcionaba, hasta que todo explotó y Lehman Brothers saltó por los aires en septiembre de 2008. La crisis de las hipotecas subprime destrozó las redes financieras de todo el mundo y la ficción se hizo realidad. El mundo audiovisual fundió a negro y César García y Silvestre Alonso se quedaron sin trabajo. Decidieron volver a casa. Cambiaron playa por montaña y se instalaron de nuevo en Rioseco, Sobrescobio. Tenían que idear algo para salir adelante y en Asturias lo del audiovisual no era una opción. Recordaron que un amigo que había estudiado cine con ellos había montado un par de años antes en Cantabria la cervecera DouGall’s. “Así que fuimos a verle y decidimos que haríamos cerveza artesanal”, recuerda García. Cerveza artesanal en el Alto Nalón, en Asturias, tierra de sidra. “Estáis locos, aquí lo que hay que facer ye sidra”, les decían sus vecinos. “Pero sidra, y muy buena, ya la hace mucha gente”, respondían ellos.

García, su hermano Gonzaga y Alonso, empezaron a investigar, a estudiar y a darle vueltas al asunto. Decidieron que el mejor sitio para hacer cerveza asturiana en Asturias era el entorno rural. “Si era cerveza asturiana tenía que ser en la zona rural”, certifica García. Rioseco era perfecto. “Teníamos agua de gran calidad y todos los recursos, aunque la logística no era la mejor”, reconocen. El 7 de julio de 2012 presentaban su marca Caleya en el festival de la cerveza de Tolivia, a 15 minutos de casa. Aquel año la producción alcanzó los 20.000 litros. En 2021 “Caleya” produjo diez veces más, 210.000 litros de sus distintas variedades de cerveza que están presentes en infinidad de bares y tiendas de Asturias, en las grandes cadenas de supermercados regionales (Alimerka, Masymas, Día) y en muchos locales de toda España.

Cesar García analizando el nivel de azúcares de la producción. Fernando Rodríguez

Lo que empezó casi en un garaje de 100 metros cuadrados en El Cuítu, en Sobrescobio, con un equipo de madera y dos pequeños fermentadores, es hoy la marca de cerveza asturiana más importante de la región y una de las más destacadas del norte peninsular.

César García comprobando el proceso de elaboración de una cerveza Imperial Stout Fernando Rodríguez

En este proceso de crecimiento de diez años hay dos aspectos claves. Uno es la figura del maestro cervecero venezolano Carlos Agelvis. Había trabajado para la gran industria cervecera en su país y en Puerto Rico pero estaba cansando de la producción a gran escala. Se tomó un tiempo libre, hizo un viaje por España y probó todas las cervezas artesanas que pudo. “Un día apareció por Rioseco y le encantó lo que hacíamos, el paisaje y el lugar”, recuerda César García, que añade, “mi hermano Gonzaga había fallecido y Silver y yo estábamos buscando un socio así que le ofrecimos entrar en la empresa”.

Carga de un palé de cerveza en un camión para su envío. Fernando Rodríguez

El equipo ya estaba formado y empezaban a caleyar por otros senderos. Aquello crecía y en 2017 llegó un momento clave. Las instalaciones de Rioseco se quedaban pequeñas y los emprendedores decidieron que era el momento de crecer. Sus experimentos con el lúpulo y la malta estaban gustando a los consumidores y vieron la necesidad de aumentar la producción. Se instalaron en la ciudad industrial de Valnalón, ese microcosmos situado a las afueras de La Felguera en el que la derrota no es una opción y en el que las miras de los empresarios son tan altas que no tienen fronteras. La innovación, la investigación y la tecnología son señas de identidad de un lugar que desmonta el mito de unas Cuencas ancladas en el pasado y sin perspectivas de futuro.

Silvestre Alonso atiende a una clienta, Susana Campo. Fernando Rodríguez

Caleya se instaló en una nave de 850 metros cuadrados. Aquellos dos pequeños fermentadores de Rioseco pasaron a ser enfriadores y al fondo de las instalaciones se alzan ahora 10 enormes fermentadores de 3.000 litros cada uno. “Y podemos crecer mucho más porque tenemos espacio suficiente para colocar fermentadores”, asegura García. Estos aparatos, similares a las cubas donde fermenta el vino, son la clave del proceso, sin ellos no habría cerveza. Ahí es donde el caldo, el mosto de agua y lúpulo se mezcla con la levadura, ese maravilloso ser vivo que igual que hace un bizcocho que crea la “Goma 2”, una cerveza de la variedad IPA que es la estrella de Caleya.

Todas las cervezas que en la actualidad produce "Caleya". Fernando Rodríguez

Muchas horas de experimentos, de analizar procesos químicos, de estudiar la infinidad de variedades de lúpulo, de malta, de todo lo necesario para crear cerveza, y muchos errores, “hemos hecho cervezas malísimas”, reconoce García.

Y también mucho caleyar. Los fundadores recorrían las cuencas en furgoneta, de bar en bar, de chigre en chigre, ofreciendo su producto.

La calidad de su creación fue de boca en boca y de paladar en paladar. Incorporaron a otras cuatro personas a la plantilla y se olvidaron de la labor comercial. “Nos llamaban los distribuidores para decirnos que querían vender nuestra cerveza, que ellos se encargaban de negociar con los bares, de llevar el producto y de cobrar las facturas, que nos olvidásemos de eso”, explica César García. Iban por el buen camino. Ahora aquella furgoneta que tantos kilómetros recorrió y que aparcó tantas veces en carga y descarga para dejar una caja de cerveza en algún bar, está aparcada a la puerta de una nave a la que llegan camiones para cargar palés que llevan la Caleya a toda Asturias pero también a Cataluña. Madrid, Valencia, País Vasco, Cantabria, Galicia, Francia o Suiza. Eso sí, están orgullosos de que “el 75 por ciento de la cerveza que hacemos se bebe en Asturias”.

No es habitual. Caleya es la marca de cerveza artesana de toda España que más vende en su comunidad autónoma. Tan es así que han logrado estar en los lineales de las grandes cadenas de supermercados a la misma altura que las grandes productoras nacionales como Mahou, Sam Miguel o Estrella de Galicia.

¿Cómo han llegado a estar ahí? “Dando mucho la chapa, con muchas reuniones con los responsables de los supermercados para presentarles y ofrecerles nuestro producto”.

Así Caleya creó lo que llaman la línea de alimentación, una producción de cervezas de distintas variedades (Asturies Pale Ale, Miltenta, una lager, y la Chalana, una IPA) que tiene una producción más sencilla y les permite “ajustar mucho el precio” para poder negociar con las grandes marcas de supermercados asturianas.

Estar en las estanterías supone un ingreso fijo, aunque los márgenes son muy pequeños, pero también una presencia de marca que no se imaginaban, y lo mejor, les permite “jugar”, experimentar y hacer nuevas cervezas como la Imperial Stout, una cerveza negra de once grados de porcentaje de alcohol que están elaborando ahora mismo que lanzarán en un par de meses con el nombre de “Kamikaze” por la aventura de experimentación que supone. Silvestre y César usan continuamente el verbo “jugar”. Seguro que también su compañero venezolano pero está ocupado en una videoconferencia con un cliente alemán.

Y como cualquier producto, la presentación es fundamental. Los nombres de sus cervezas son casi todos en asturiano y lo que han tenido claro desde el principio es que la etiqueta es la carta de presentación. Desde la primera producción han contado con diseñadores asturianos. Hicieron una colección con artistas de la región y ahora trabajan con Acuto Clase, también asturianos, que han hecho la espectacular etiqueta de la no menos espectacular cerveza “Harakiri”, una DDH Ipa que desde Valnalón, desde La Felguera, está ya recorriendo los gaznates de todos los cerveceros del mundo.

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