Viaje a la historia de la minería: un recorrido por el pozo Fondón de Langreo

Un grupo de lectores de LA NUEVA ESPAÑA visitó el archivo histórico de Hunosa en el pozo Fondón: “Es magnífico, hay mucho contenido”

Los visitantes, ayer, en el pozo Fondón de Sama, con Álvaro Calvo y David Vázquez, responsables del Archivo histórico de Hunosa (primero y segundo por la izquierda). | Fernando Rodríguez

Los visitantes, ayer, en el pozo Fondón de Sama, con Álvaro Calvo y David Vázquez, responsables del Archivo histórico de Hunosa (primero y segundo por la izquierda). | Fernando Rodríguez / David Orihuela

David Orihuela

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Langreo

Más de 50.000 libros de registro, 84.000 planos y 120.000 legajos, y sumando. Son los fondos con los que ahora mismo cuenta el Archivo Histórico de Hunosa, en las instalaciones del pozo Fondón, en Sama (Langreo), donde la actividad extractiva de carbón se abandonó en 1995. El Fondón es ahora pasado, presente y futuro de la minería, pese a que no hay carbón. En el pozo langreano está la base de la histórica Brigada de Salvamento Minero, el Archivo Histórico de la empresa hullera y una central de geotermia que abastece de agua caliente y calefacción a Langreo Centro.

Sergio Delgado muestra un plano a los visitantes. | D. O.

Sergio Delgado muestra un plano a los visitantes. | D. O. / David Orihuela

El Archivo, abierto al público recientemente con visitas guiadas es una entidad viva que crece día a día, no solo en documentos sino también en materiales. Lo pudo comprobar ayer un grupo de lectores de LA NUEVA ESPAÑA que visitaron el archivo gracias a una iniciativa de este periódico en colaboración con Hunosa.

Los visitantes, junto a la bocamina. | D. O.

Los visitantes, junto a la bocamina de La Nalona. | D. O. / David Orihuela

Los visitantes se mostraron “encantados” con lo que vieron y “sorprendidos” por el ingente trabajo de conservación. Incluso alguno de ellos indagará, gracias al recorrido de ayer, en su propia historia familiar.

José Luis Gutiérrez, vecino de Mieres, tuvo noticia de que en la primera visita pública al archivo, el pasado día dos de marzo, uno de los asistentes preguntaba si sería posible localizar la historia laboral de su padre. “Me quedé con esa idea y cuando vi el concurso de LA NUEVA ESPAÑA para venir, no lo dudé”. Ayer, Gutiérrez hizo la misma pregunta al guía, el doctor en Historia por la Universidad de Oviedo Sergio Delgado. “¿Sería posible localizar a mi padre?”. La respuesta fue afirmativa, pero con matices. “Sí, podríamos encontrar algo, pero deberías saber la fecha y la empresa para la que trabajó, siempre que fuese antes de la creación de Hunosa en 1967”.

Así que el mierense no descarta volver al Fondón para buscar información sobre su padre. Además de eso, Gutiérrez disfruto de una visita que le pareció “muy interesante”. El mierense destacó también “la cantidad de trabajo que tienen por delante”. Entre ese trabajo está el que él mismo les pondrá sobre la mesa, que le localicen los libros de la empresa minera Fábrica de Mieres de los años 50 del siglo pasado en los que podría haber alguna referencia a su padre.

También de familia minera es Ángeles Morán, que participó en la visita junto a su marido, José Luis Vázquez. Su abuelo trabajó en la lampistería de un pozo minero. Así que esa fue ayer una de sus preguntas: “¿no tenéis lampistería?”. Le explicaron que no, que el archivo mostraba una interesante colección de lámparas mineras pero que no había una recreación como tal de una lampistería. Así que Morán observó con detenimiento, ya al final de la visita, la colección de lámparas. “Tengo una parecida a esta que era de mi abuelo”, explicaba. Esa relación familiar con la mina fue una de las causas, además de la curiosidad, para visitar ayer el Archivo Histórico de Hunosa. Una visita que el matrimonio reconoció que tenía “muchas ganas” de hacer, y que no les defraudó.

No solo los planos, los documentos o los distintos materiales relacionados con la mina llamaron la atención de los visitantes. A Teresa González, vecina de la cuenca del Nalón, le sorprendió el entorno. “Siendo de la cuenca y conociendo esto desde fuera, nunca me imaginé que pudiera estar tan bien conservado”, reconocía. “Me encanta, está precioso”, insistía. Si esta vecina tenía elogios para el entorno también los tenía para el propio archivo: “Lo más interesante, y es algo que me parece importantísimo, es que todo sea accesible al público y a los investigadores para que puedan hacer su trabajo”, subrayaba. González apuntaba también que le habían “encantado” los muebles rescatados de varios pozos mineros y el enorme mosaico de “El árbol de la hulla”, en el que se explican todos los usos del mineral y sus derivados, como el ácido acetilsalicílico (la popular aspirina), algo que explica el hecho de que factoría de Bayer está instalada en la cuenca del Nalón.

Junto a González estaba al final de la visita Isabel Secades. “De Los Cuarteles, de Turón”, reivindicaba para defender el trabajo del archivo. “Es magnífico que se luche por la conservación de la historia”. De esa historia, de la que conoce buena parte por su origen. Aunque no tiene familia minera, ayer le sorprendió la autosuficiencia de una explotación minera: “Tenían de todo, hasta carpintería para hacer sus propios muebles”.

De la misma opinión eran al final de la visita Ángeles García y Daniel Solís, llegados desde Salinas, Castrillón. “Guardar las cosas es la única manera de conservar la historia”, aseguró la mujer para apostillar que el Archivo Histórico de Hunosa, “no es una recreación, no es como esos centros de interpretación en los que solo ves proyecciones o diapositivas, esto está lleno de contenido”.

Buena parte de ese contenido se debe al trabajo de los responsables del Archivo Histórico de Hunosa, David Vázquez y Álvaro Calvo. Los dos son mineros y estuvieron años en el tajo. Ahora recorren las explotaciones cerradas, “entre 12 o 14 pozos”, explicó Vázquez al matrimonio de Salinas, para buscar cualquier cosa que sea susceptible de incorporar al archivo, “y siempre encontramos algo”, aseguraba el minero.

Una visita de casi una hora y media de duración que sirvió para adentrar a un grupo de lectores de LA NUEVA ESPAÑA en la historia de la minería y de Asturias.

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