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Un siglo bajando por la nieve en Pajares: dos suizos fueron los primeros en esquiar en el puerto, en 1922

La zona se consolidó con los años como enclave deportivo gracias a Chus Valgrande, que impulsó la estación invernal

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Archivo histórico de la estación de Valgrande-Pajares Estación de Valgrande-Pajares

La temporada de esquí 2021-2022 es histórica para Valgrande-Pajares pero no solo por el número de esquiadores que este año han acudido al complejo invernal del Principado en el concejo de Lena. Tampoco porque la estación vivirá este verano su remodelación más importante desde hace 50 años, cuando el complejo, abierto en 1954, sufrió su gran transformación. En 1969 se inauguró la carretera de acceso al Brañilín y con ella los remontes del Cuitu Negro, Valle del Sol y La Hoya. En los primeros setenta llegarían los telesquís Arroyo (1973), Dulce la Dueña, Mirador de Valgrande y Los Abedules (1974) o Fuente la Reina (1975). Ahora el gran proyecto de Pajares pasa por la instalación de un moderno telecabina.

Pero hay otro hito en la historia del esquí en el alto de Pajares, en el Puerto. Hace cien años, en marzo de 1922, dos chavales suizos , Nicork y Neck, esquiaron en Pajares. En realidad no lo hicieron en Asturias sino en terrenos ya leoneses. “Eran amigos del padre de Chus Valgrande, de José María, y trabajaban en la vía”, relata el actual director de la estación, Javier Martínez, en referencia a los empleados de la línea ferroviaria Gijón-León.

Aquellos dos esquiadores llegaron en tren, no está claro si hasta el pueblo de Pajares o hasta Busdongo, en León, y empezaron a caminar. Llegaron al alto del Puerto y caminaron ladera arriba en dirección hacia el pico Cellón, situado en la margen derecha de la carretera en dirección a Asturias, tras los hangares en los que se guardan las máquinas quitanieves del servicio de mantenimiento de vías.

En aquellos años 20 del siglo pasado, José María Suárez, padre de Chus Valgrande y natural de Flor de Acebos (Lena) había decidido trasladarse con su familia, esposa y 16 hijos, al Hotel Valgrande, un pequeño albergue situado donde hoy está el Parador. En realidad parte de la familia siguió residiendo en Gijón hasta que en 1924 fallece el padre y deciden instalarse todos en el Puerto. En el sótano de aquel hotel se construyeron los primeros esquís con madera de toneles de vino y siguiendo el modelo suizo de sus amigos Neck y Nicork. Eran más bien un medio de transporte que un equipamiento deportivo aunque ya por aquellos años el esquí era más que una forma de moverse por la nieve para hacer la compra.

Chus Valgrande se trasladaba esquiando a Pola de Lena o Mieres para comprar víveres y medicamentos para el albergue y para los vecinos de Pajares. Ese “entrenamiento” intensivo desde niño le convirtió en un gran esquiador. En 1935 logró su primer título de Campeón de España y, al año siguiente, consiguió convertirse en el segundo asturiano en participar en unos Juegos Olímpicos, tras Pedro Pidal. Jesús Suárez, más conocido como Chus Valgrande, con esa tradición tan asturiana de utilizar como apellido el pueblo o aldea de residencia, fue al año siguiente abanderado de la representación española en los Juegos de Invierno de Garmisch-Parterkichen (Alemania) en 1936.

La guerra lo paralizó todo. La relación de aquellos ingenieros suizos que habían venido a trabajar en las minas o en la vía con los jóvenes asturianos ya no podía centrarse en el esquí, pero todo resurgió con fuerzas tras la contienda.

Jóvenes de familias pudientes de Oviedo y Gijón, que habían conocido el esquí en sus viajes por Europa, se subían al tren y “sobornaban al maquinista”, bromea Javier Martínez, para que al pasar por Busdongo redujese la velocidad, “entonces saltaban de los vagones” y caminaban esquís al hombro hasta llegar al puerto.

Uno de aquellos ingenieros era Sterling, que trabajaba en las minas de Sabero (León). Hasta allí acudían chavales de toda Asturias a los que enseñó la técnica del “telemark”, esa danza sobre la nieve en la que el talón del esquiador no está pegado a la tabla sino que se despega se levanta para favorecer la flexión de la rodilla hasta casi tocar el suelo a la hora de efectuar el giro.

La influencia del esquí europeo en Pajares llega hasta nuestros días. El añorado “Gelito”, Ángel González de Lena, fallecido en octubre de 2021 y a quien se rendirá tributo este fin de semana en Lena, tenía un mantra que llegó a convertirse en santo y seña de los esquiadores de la estación lenense: “Quien aprende a esquiar en Pajares, esquía en cualquier lado”.

Esa afirmación se debe en buena medida, en opinión de Javier Martínez, a la herencia de grandes esquiadores europeos entre los que destaca Walter Foeguer, nacido en la localidad austriaca de Kuftein, cerca de Innsbruck, el 30 de noviembre de 1917. Foeguer llegó a Villamanín (León) contratado por el Frente de Juventudes para hacerse cargo de la escuela de esquí.

La historia del olímpico austriaco está íntimamente ligada a la de Europa, Con el inicio de la II Guerra Mundial, Foeger es reclutado por la Wehrmacht donde ejerce como capitán adiestrando a los batallones de esquiadores alemanes en el frente noruego. En las batallas contra el ejército ruso, donde resultó herido en tres ocasiones, coincidió con un regimiento de infantería español perteneciente a la División Azul y comandado por el coronel Ricardo Villalba, que además era director de la Escuela Central de Educación Física y gran amante del esquí, muy poco evolucionado entonces en España.

Franquismo

Cuando Foeguer, herido, se retiró del frente, pidió viajar a España, país en el que el franquismo que mantenía buenas relaciones con la Alemania de Hitler. Así que Villalba se movió y el Frente de Juventudes acabó contratando al mito el esquí austriaco, capitán de la Wehrmacht, que al margen de cuestiones políticas, marcó una forma de esquiar en Pajares y en otros lugares como el valle de Arán. Una técnica que incluyó mucho más en Asturias y León que la del francés Emile Alais. No es muy conocido que una de las pistas de Valgrande-Pajares, hoy desaparecida, llevaba el nombre de Foeguer, se trata de una de las palas a las que se accedía desde el remonte de La Picarota, hoy desmontado.

Todavía no existía la estación de esquí asturiana pero los jóvenes sí que estaban despertando a la afición. De este modo, grupos de aficionados de Oviedo, Gijón y Mieres tomaban el tren con sus tablas para subir a Pajares. Algunos de esos viajes se planificaban en Oviedo, en la calle Uría, en el local que hoy ocupa la pastelería Ovetus.

Todo esto fue el caldo de cultivo para la historia posterior, para que Chus Valgrande se empeñase en construir una estación de esquí en Pajares e instalase el primer telesquí, el de La Cerra, que se inauguró el 17 de enero de 1954.

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