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El colegio San José de Sotrondio cierra tras acoger a cien refugiados en un mes

El edificio se había reabierto de forma temporal para alojar a ucranianos desplazados por la guerra: “Ha sido una labor compleja, pero gratificante”

Algunos de los refugiados que llegaron al colegio San José de Sotrondio. | Fernando Rodríguez

Tras recibir a un centenar de ucranianos que escapaban de la guerra, el colegio San José de Sotrondio, que ha funcionado un mes como centro de acogida de refugiados, ha cerrado sus puertas. Así lo aseguró Covadonga Fernández, exdirectora del centro y una de las coordinadoras del dispositivo de acogida que se organizó en el concejo a través de la ONG Expoacción.

“Ha sido una labor muy compleja”, explicó Fernández, destacando que el colegio “funcionó como punto de acogida, se les gestionaba la documentación y reubicamos a todas las familias”. Un trabajo duro, pero que ha sido “muy gratificante”. Los primeros refugiados ucranianos llegaron el pasado 12 de marzo y supuso la reapertura de un centro que llevaba cerrado desde julio de 2019.

Aunque el colegio se encontraba en perfectas condiciones, sí que hubo que hacer un trabajo previo para recibir a los refugiados. Por eso se hizo un llamamiento a los vecinos para que trajesen material y comida. La respuesta fue tal, que a última hora del mismo día “tuvimos que cerrar las puertas porque no podíamos coger más”. También se pidió ayuda para adecentar el colegio, ya que aunque todo estaba en perfecto estado, había que realizar labores de limpieza y ventilación. Decenas de vecinos ayudaron en estas labores. Fue en la planta superior, donde se encontraban las habitaciones que ocupaban las hermanas dominicas, todas con su cama y su baño particular, donde se instalaron los refugiados que fueron llegando. En principio se alojaron niños con sus madres, pero también personas mayores. Las antiguas aulas fueron utilizadas para reunir el ingente material donado y en la planta baja se prepararon dos comedores, muy cerca de la cocina y la despensa.

Colaboración

Fueron algo menos de medio centenar los primeros refugiados que llegaron al colegio el pasado 12 de marzo. Nada más acceder al edificio, dibujos de los alumnos de los colegios Rey Aurelio y El Bosquín les daban la bienvenida. Con banderas de España, Asturias y Ucrania, palomas de la paz y mensajes en el idioma de los recién llegados. En la instalación, indicadores en castellano y ucraniano, con las letras en azul y amarillo marcaban el camino. Para ayudar en las labores de traducción, el centro contó con la ayuda de personas como Elena Leontyeva, ucraniana residente en San Martín del Rey Aurelio, y Nikita Tkanchenko, que vive en Langreo, entre otros compatriotas que colaboraron para salvar la barrera del idioma.

En el centro estuvieron los refugiados varios días hasta que finalmente lograron una casa de acogida, ya que la apertura del colegio se hacía únicamente de forma temporal. Todo se gestionó a través de la ONG Expoacción. Una vez clausurado, la atención a los refugiados ucranianos se realiza desde la ONG en otros puntos de la comunidad.

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