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Asturias tiene 5.000 kilómetros de galerías mineras, espacios “únicos” para el I+D+i

Estas infraestructuras garantizan “altos niveles” de seguridad, además de mantener una temperatura y nivel de humedad constante

Visitantes entre dos subniveles de la décima planta del pozo Sotón. A la derecha, un corredor por una galería del mismo pozo. | LNE / Cereijido

Los invernaderos subterráneos para la producción de hongos, los centros de “big data” (almacenamiento de datos informáticos), la generación de energía a través de minicentrales hidroeléctricas... son proyectos puestos sobre la mesa para utilizar los pozos mineros cerrados, que suenan a ciencia ficción pero que, según los expertos en cada materia “son viables” si se plantean de forma razonable. Y, claro está, si consiguen financiación. El consejero de Ciencia del Principado, Borja Sánchez, es un ferviente defensor de que los pozos se conviertan en verdaderos espacios de “I+D+i”, centros tecnológicos avanzados, cada uno para distintas materias. Hay un espacio, la galería minera, que hace “únicas” estas instalaciones. “Son infraestructuras diferenciales para Asturias, y tienen un recorrido para proyectos de I+D+i, y eso es lo que estamos estudiando”, asevera Sánchez, que es científico de carrera. Se trata de espacios “únicos” por cuestiones como la seguridad o la estabilidad de factores como la temperatura y la humedad. En Asturias, además, son una estructura muy abundante: el subsuelo regional está horadado por más de 5.000 kilómetros de estas galerías. En línea recta, como si una carretera uniera Oviedo con los Montes Urales, la barrera natural entre Europa y Asia.

Asturias tiene 5.000 kilómetros de galerías mineras, espacios “únicos” para el I+D+i

Por poner un ejemplo: el pozo Sotón de Hunosa, que actualmente se usa en parte para visitas turísticas, tiene por sí solo una red de galerías de 140 kilómetros. A su vez está unido a la red del pozo María Luisa, que al mismo tiempo conecta con el pozo Samuño. En Asturias –y en España– una sola mina continúa sacando carbón: se trata de Nicolasa, en Mieres. El resto de infraestructuras carboneras estarían disponibles para poder ser utilizadas como “campo de prueba”, para el experimento científico con el que el Consejero Borja Sánchez pretende aprovechar estas infraestructuras “únicas”.

Atendiendo a la lógica, solo una pequeña parte de estas galerías podrían ser usadas. Pero aunque solo fuese un 10 por ciento de las existentes, ya sería un espacio de 500 kilómetros de largo. Lo normal sería utilizar los últimos pozos cerrados, que siguen manteniéndose en buenas condiciones. Hay minas que ya está prácticamente anegadas en su totalidad, en las que posiblemente los únicos proyectos viables serían los relacionados con el agua: la generación de energía geotérmica, o la producción eléctrica a través de minicentrales hidráulicas.

En Asturias, según las investigaciones realizadas, se horadaron un total de 57 grandes minas subterráneas, a las que hay que añadir cientos de “chamizos”. La gran mayoría de estas explotaciones fueron asumidas por Hunosa cuando se fundó, en 1967. Unos años antes, la actividad llegó a su pico de generación de empleo en España: en 1958 había 52.000 mineros del carbón en España. Ahora apenas queda medio millar, los últimos de su especie, en el pozo Nicolasa.

“Con los pozos mineros tenemos una serie de infraestructuras bajo tierra que estoy convencido de que pueden ser un diferencial para nuestra región”, subrayó Borja Sánchez en la Semana de la Ciencia organizada la semana pasada por LA NUEVA ESPAÑA.

“La Consejería de Ciencia ya planteó en 2020 el aprovechamiento de las explotaciones mineras en desuso para instalaciones singulares vinculadas a la I+D+i. Se creó incluso una mesa de trabajo con las principales empresas mineras de la región”, subrayó Sánchez, que agregó que “barajamos que se pueda producir vegetales, tipo a la iniciativa de invernaderos bajo tierra que hay en Londres, que permitiría tener producción en lugares que no son habituales, pero estaría desestacionalizado”.

Otra de las ideas válidas para los pozos es la de “un centro de innovación o una infraestructura tecnológicamente singular en un pozo minero y ahí entraría en juego la parte de la supercomputación”. Y como no, agregó, la geotermia, “donde tienes unos reservorios de agua con uso potencialmente industrial”. Para Borja Sánchez, “lo que está claro es que hay que buscar proyectos que puedan aprovechar los pozos mineros, y ahí tiene que estar la administración, porque lo lógico es que los proyectos sean público-privados”.

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