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El pozo del futuro está en Dakota: un gran laboratorio bajo tierra con 200 científicos

El centro Sanford, un espejo para las Cuencas, se construyó a 1.400 metros de profundidad en una antigua mina de oro de Estados Unidos

El castillete de la antigua mina de oro de Sanford, en Dakota del Sur, donde se ubica el laboratorio. | SURF

El cierre de la minería del carbón ha traído consigo un profundo ajuste en las Cuencas. De los miles de trabajadores de las explotaciones carboneras apenas quedan unos cientos. El resto de empleos se han ido perdiendo a medida que los pozos iban cerrando desde los años noventa. La reconversión industrial y las alternativas para generar empleo no han funcionado del modo esperado. Ahora, el planteamiento que hay sobre la mesa es el de recuperar los pozos cerrados para otras actividades. Los sindicatos mineros y el Principado han puesto sobre la mesa ideas y proyectos para tratar de devolver la vida a las minas. Entre esas iniciativas, la última en sobrevolar las Cuencas la lanzó el consejero de Ciencia, Borja Sánchez, que en una intervención en la Semana de la Ciencia, organizaba por LA NUEVA ESPAÑA, se refería al “Sanford Underground Research Facility”, un laboratorio subterráneo ubicado en una antigua mina de Estados Unidos.

Pero, ¿qué es el Sanford Underground Research Facility?, ¿qué se desarrolla en este centro?. El proyecto al que se refirió el Consejero –e investigador del CSIC– consiste en un laboratorio subterráneo, que alberga más de una veintena de investigaciones activas, y que lleva operando casi dos décadas. El espacio científico se ubica a unos 1.450 metros de profundidad, crea unos mil puestos de trabajo al año y alberga a 200 investigadores, de campos como la física, biología, geología e ingeniería.

Investigadores durante un experimento en el pozo estadounidense. | SURF

Esta instalación, conocida como “SURF” por sus siglas en inglés, nació en el año 2006. Pero antes de esa fecha, y hasta el año 2002, la mina de Homestake, donde se encuentra el laboratorio, era la explotación de oro más grande y profunda de Norteamérica. Esta mina estuvo explotada durante 126 años, pero a comienzos de siglo, cesó en su actividad. Fue entonces cuando de la necesidad se hizo virtud. La Fundación Nacional de Ciencias (NSF) estadounidense se estaba planteando utilizar este centro para crear un Laboratorio de Ingeniería y Ciencias Subterráneas Profundas (Dusel, por sus siglas en inglés).

Y tras las dudas iniciales, por fin en 2006 el proyecto salió adelante con varios mecenas. El principal fue Thomas Denny Sanford –por el que se bautizó el laboratorio–, hizo una donación de 70 millones de dólares. La compañía Barrick Gold Corporation, que había explotado la mina, también cedió la instalación. También participó el propio estado de Dakota del Sur, que formó una entidad llamada Autoridad de Ciencia y Tecnología de Dakota del Sur (SDSTA), con la que comprometió más de 40 millones de dólares para la iniciativa, que comenzaba un par de años después a albergar los primeros experimentos, especialmente vinculados a estudiar la materia oscura.

El complejo de Sanford no solo se circunscribe a la instalación subterránea, un laboratorio que recibe el nombre de “Davis Cavern” en homenaje al premio Nobel Raymond David Jr., sino que en todo el entorno de la antigua mina de oro se ha desarrollado una especie de campus. Además, tiene una brigada de rescate propia, al estilo de la Brigada de Salvamento Minero de Hunosa.

Al interior de la explotación, al igual que en los pozos asturianos, se accede por un enorme castillete situado en una explanada. Precisamente en esa explanada, también se ubica una planta de tratamiento de aguas residuales, así como un centro de visitantes. Por último, el entorno se completa con un centro de educación matemática y científica, donde se comparte con los estudiantes la ciencia que se lleva a cabo “a una milla bajo tierra”.

El proyecto de Dakota del Sur puede ser un espejo en el que mirarse a la hora de desarrollar iniciativas en las minas asturianas. Además, respecto al elevado coste, el Principado cuenta con una ventaja: todavía tiene pozos que acaban de cerrar y que no se han inundado. En la mina de Estados Unidos, buena parte de la financiación se tuvo que destinar a la reactivación de la explotación, ya que los propietarios habían decidido anegar la instalación tras las dudas iniciales sobre la ubicación del laboratorio.

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