Teresa Peramato es desde hace un año la Fiscal de Sala de la Violencia sobre la Mujer, la jefa de la red de fiscales especializados en este tipo de violencia. Ayer estuvo en Sama de Langreo.

–Una joven langrena, víctima de abusos sexuales, lleva dos años esperando por el juicio.

–Lo he leído esta mañana. Evidentemente las dilaciones en los procedimientos de violencia de género es uno de los efectos más perversos porque la respuesta judicial es importantísima. No solo porque podemos controlar a los agresores sino también porque a la víctima le produce una sensación de reparación importante el que haya un procedimiento finalizado. Ella misma lo decía en LA NUEVA ESPAÑA, que pase lo que pase en el juicio, pero hay que acabar con el calvario y permitirle que rehaga su vida. Tenemos que imprimir más celeridad a los procedimientos. Volvemos a lo de siempre, carecemos de medios. Hay pocos juzgados, la plantilla de fiscales es escasa.

–El hijo de Teresa Aladro, asesinada hace un año en Laviana, le reclama una pensión a su padre, asesino confeso, por vía judicial.

–La fiscalía, en relación a los niños huérfanos o víctimas de violencia de género está haciendo una labor muy importante. Existe el fondo de becas Soledad Cazorla, antigua Fiscal de Sala, ya fallecida, para la atención psicológica y para la educación de esos huérfanos, que además tienen derecho a la pensión de orfandad. Hemos advertido que muchos agresores se deshacen de su patrimonio para evitar que los hijos de sus víctimas, y también suyos, cobren la indemnización que les corresponde. Hemos pedido a todos los fiscales que desde el primer momento soliciten la constitución de una fianza y sino se hace en un plazo breve que se proceda al embargo de todos sus vienes. El padre de ese huérfano tiene la obligación de pagar esa pensión.

–Dice usted que no tienen medios suficientes.

–Los fiscales necesitamos profesionales que estén con nosotros en los juzgados y en todas las guardias para poder dar una respuesta oportuna. No hay unidades de valoración integral en todos los partidos judiciales, hay algunas pero están infradotadas, lo mismo que las oficinas de atención a la víctima. En el pacto de Estado de 2017 se dio dos años a las administraciones para crear unidades de valoración integral forense y en algunas comunidades autónomas sigue sin haberlas. Necesitamos profesionales que nos auxilien en los procedimientos penales y civiles, y también el las guardias.

–¿Además de eso, la judicatura necesita formación en perspectiva de género?

–Sin duda. En la Fiscalía hemos puesto en marcha un curso para todos los fiscales de España. Es formación en perspectiva de género pero no solo en el ámbito de la violencia sobre la mujer sino en proceso civiles, en contenciosos o en laboral. La perspectiva de género se tiene que tener en cuanta para resolver cualquier conflicto en que se pueda apreciar ese desequilibrio de poder. Todos los profesionales, jueces, fiscales, psicólogos, forenses y abogados está haciendo un gran esfuerzo.

–Solo el 21 por ciento de las mujeres denuncian esa violencia.

–Sí. El 79 por ciento no lo hacen. Se calcula que en España hay más de 600.000 mujeres que sufren violencia y no lo denuncian.

–Tampoco denuncian sus familiares.

–Las denuncias de familiares o allegados no llegan al 2 por ciento y eso nos dice que no tenemos la concienciación o el valor necesario. Hay que mandar el mensaje a la sociedad de que no se pongan una venda en los ojos. Que si conocen una situación de violencia apoyen a las víctimas no las dejen solas y tomen la decisión de denunciar. El agresor no necesita ningún tipo de compasión.

–¿Denuncias falsas?

–La falacia de las denuncias falsas. Según datos de la Fiscalía, no llegan al 0,001 por ciento. A mi lo que me preocupa son las mujeres que no denuncian y están malviviendo en un ambiente de absoluta opresión, de maltrato, de violaciones. Las mujeres que ponen una denuncia falsa no son víctimas.

–El PP habla ahora de violencia intrafamiliar.

–En este caso le doy mi opinión personal. Creo que esa denominación está dentro del mensaje negacionista de la violencia de género. No se puede confundir la violencia intrafamiliar con la violencia de género porque en esta última se da un plus, que es precisamente la discriminación por razón de género que no se produce en la violencia intrafamiliar. Querer aglutinar todo bajo una etiqueta que oculte ese factor es querer ocultar una realidad que está ahí y negarla es retroceder mil años en una lucha en la que hemos avanzado mucho. No lo podemos permitir.