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Pisos asequibles y un urbanismo atractivo: la receta para frenar la caída de población en las Cuencas

El geógrafo Aladino Fernández ve clave “competir residencialmente” con Oviedo y Gijón para atenuar la sangría demográfica

Edificios del casco urbano de La Felguera. | Fernando Rodríguez

“La caída demográfica en las Cuencas va a continuar unos años, incluso décadas; lo que hay que tratar de hacer es frenarla”. Son palabras de Aladino Fernández, geógrafo de la Universidad de Oviedo y exalcalde de Langreo, que entiende que la receta para lograr frenar las impactantes cifras de pérdida de población en los valles mineros pasa por hacer estos concejos atractivos para vivir y residir. Las Cuencas han perdiendo población a un ritmo exponencial en las últimas tres décadas, coincidiendo con el principio del desmantelamiento del sector minero y del sector siderúrgico. Mientras en 1990 estaban censadas en alguno de los diez concejos de los valles carboneros un total de 195.334 personas, el pasado 2021 los datos oficiales reflejaban una población de 131.719, lo que se traduce en una caída del 32,5 por ciento, o 63.615 vecinos menos.

Aladino Fernández señala que el envejecimiento de la población de las comarcas mineras es “brutal”. La pérdida de población va directamente ligada a este hecho, pero también al desmantelamiento industrial. Señala el experto que la minería, la siderurgia y las industrias generadas provocaron una llegada masiva de ciudadanos, no solo de otros puntos de Asturias, sino también de otras regiones o países, a trabajar en las comarcas mineras. “Pero igual que se produjo ese ‘boom’, ya se sabía que en el momento de que estas industrias cerraran, el efecto iba a ser el contrario”. Y así, se han perdido más de 2.000 ciudadanos de media en las Cuencas cada año desde hace treinta.

Para el experto, recuperar población se antoja a corto plazo prácticamente imposible, por lo que bajo su punto de vista, la solución pasa por “frenar esa pérdida de población y lograr que vaya siendo cada vez menos”.

¿Y cómo se consigue esto?. Aladino Fernández entiende que las Cuencas deben de mostrarse “como un lugar para vivir”, poniendo especial y atención en el desarrollo urbanístico, en la vivienda, en los servicios públicos y en el cuidado del medio ambiente. También en la creación de actividad, pero entiende Aladino Fernández que este hecho es algo que se puede paliar ya que, según explicó, “los valles mineros forman parte del eje central de Asturias, de dimensiones reducidas y con buenas comunicaciones, por lo que un ciudadano que trabaje en Oviedo, en Gijón o en concejos limítrofes, puede residir perfectamente en los valles mineros si le son atractivos”.

Para el geógrafo, “está claro que hay que crear actividad, pero compatibilizarlo con hacer unas Cuencas atractivas. Poder competir residencialmente con Oviedo y Gijón, con precios más asequibles, con un entorno más cuidado y sostenible, con equipamientos...”. “Hay que trabajar mucho el urbanismo”, valoró Aladino Fernández.

Y además de todo ello, también queda por delante un trabajo de “marketing”. En las palabras del experto sobrevuela la idea de que sobre las comarcas mineras pesa todavía una imagen de ser territorios industriales, poco atractivos, con fábricas contaminantes. Algo que se aleja bastante de la realidad actual, pero que en el imaginario colectivo es un sambenito que aún sigue plenamente activo. “Hay que transmitir las ventajas de las comarcas mineras de forma que la gente se decida a venir aquí a vivir, y poder frenar así la sangría demográfica”, finaliza Aladino Fernández, no sin antes asegurar que “aunque la imagen que la gente tiene es de territorios dañados por la minería y con imagen de ruina, hay que esforzarse por vender la imagen de lo que son las Cuencas, lugares agradables”.

La pesada losa de la pérdida de población en las Cuencas se ha dejado sentir en el resto de Asturias. Y la prueba de ello es que durante las últimas tres décadas, dos de cada tres habitantes que ha perdido el Principado eran originarios de los valles mineros.

Con Asturias al borde de bajar del millón de habitantes, urgen planes y recetas para tratar de frenar la sangría demográfica que asola a la región en general y a las Cuencas en particular, para evitar así las consecuencias económicas, sociales, y políticas que podrían llegar.

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