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El “árbitro de hierro” del baloncesto: medio siglo en activo y 15.000 partidos

El mierense cumple 47 temporadas como colegiado: “Esto me encanta”

Miguel Díaz, el pasado fin de semana, saludando a los infantiles del Baloncesto Villa de Mieres y del Colegio San Fernando, tras un encuentro. | D. M.

Miguel Díaz Castrillón entró en contacto con el baloncesto en la Universidad, pasando de jugador a entrenador en un intervalo de meses. “La verdad es que era bastante malo”. Pero fue muy buen estudiante y con 22 años ya estaba dando clases de Historia en el instituto de Ventanielles. El centro organizó aquel año un curso de arbitraje y se apuntó animado por un alumno. “El chaval duró dos días, pero yo seguí”. Y continuó hasta hoy. En septiembre cumplirá cincuenta años ininterrumpidos ligado al baloncesto, 47 de ellos como árbitro. Una marca única a nivel nacional. La dimensión del logro está detallada por escrito. Desde el primer día ha anotado en una libreta la reseña de cada encuentro que ha dirigido: “Han sido unos 300 al año, alrededor de 15.000”.

El baloncesto y Miguel Díaz no parecían encajar bien en un principio. Pese a que fue subcampeón universitario de Asturias, él mismo reconoce que encestar no era lo suyo. “Era un negado”. Cuando la relación parecía imposible, surgió el arbitraje, aunque los inicios tampoco fueron especialmente románticos. El coqueto deporte de la canasta parecía ser indiferente a las cualidades de este obstinado mierense. A los pocos días de acabar el citado curso, la Federación le llamó para su debut. La cita bautismal no fue lo plácida que podría esperarse.

Miguel Díaz no puede evitar sonreír y llevarse las manos a la cabeza cuando recuerda su primer partido. Se inclina un poco hacia adelante y subraya que sucedió tal cual lo narra. “Me llamaron y me preguntaron si había acabado el curso”. Tras confirmar la capacitación técnica, le encomendaron su primera “misión”. El término no está elegido caprichosamente. “Me dijeron que tenía que pitar yo solo un partido en Moreda entre los dos mejores equipos juveniles de Asturias, que se jugaban el campeonato”.

Miguel Díaz. D. M.

Se trataba del por entonces duelo de máxima rivalidad regional entre Lagisa-Gijón y Hunosa. La orden de avanzar en primera línea de frente fue acompañada de un único consejo. Una recomendación muy poco alentadora: “El responsable técnico me dijo que intentara cobrar por adelantado, por si luego de liaba la cosa y los ánimos se caldeaban”, revive divertido Díaz. “Cuando llegué al polideportivo las gradas estaban a rebosar”. En ese hostil escenario comenzó su trayectoria, una historia que bien pudo ser muy corta: “En todo el partido no pite ni una falta personal y ganó Lagisa por un punto. Se dieron palos a mansalva, pero debo decir que los entrenadores de ambos equipos –Juan Luis y El Mejicano– me ayudaron con un comportamiento exquisito”.

Tras una aciaga toma de contacto con el baloncesto, podría esperarse que ésta fuera la historia del final de una oruga, pero insospechadamente mutó en una crónica tan colorida como una mariposa. Este viernes el Ayuntamiento de Mieres homenajeará a Miguel Díaz por sus cincuenta años de baloncesto. “Al final de lo que más orgulloso estoy es del cariño y respeto que me demuestra la gente allá donde voy”, apunta el colegiado.

Miguel Díaz nació en Mieres hace 68 años, concretamente en Cuestavil. Ejerció de profesor, culminando su trayectoria como catedrático de Historia del Arte en el instituto Sánchez Lastra. Le encanta la docencia, pero su gran pasión es el baloncesto. “Pito simplemente porque me encanta”. Tras 47 años como colegiado, sigue en activo. Cada fin de semana se desplaza por toda Asturias para dirigir encuentros de categorías inferiores. “Este pasado fin de semana arbitré siete partidos”, señala. No sobran árbitros y él, dice, no sabe “decir que no”. Para Miguel Díaz pitar es una forma de vivir. Es frecuente que en los partidos de alevines pare el encuentro para dar explicaciones a los niños: “Hay que pitar las cosas, pero es importante que aprendan en qué se equivocan cuando se mueven en un bloqueo o cometen pasos de salida”. Díaz, por ciento, tiene el título de entrenador nacional.

El “árbitro de hierro” de la canasta David Montañés

Este árbitro mierense es toda una institución en el baloncesto asturiano. El arbitraje regional no se podría entender al margen de su aportación. Fue vicepresidente e la Federación Asturiana de Baloncesto y presidente del comité técnico de arbitraje durante 14 años. También colaboró muy activamente con la federación nacional en diferentes responsabilidades. “Al principio Asturias no pintaba nada en Madrid. Cuando había reuniones nos ponían en una esquina”. De su mano, el Principado llegó a tener 14 árbitros en la élite nacional, con un representante en ACB (Fermín González) y cuatro en LEB Oro. “Se hizo un gran trabajo de formación”.

A nivel personal Miguel Díaz no arbitró por encima de Primera División Nacional. “En mis tiempos había tope de edad para ascender y eso me limitó, aunque nunca me generó frustración. Nunca tuve aspiraciones de llegar a la élite”. Con todo, logró pitar a los mejores equipos nacionales de baloncesto en silla de ruedas. “Me asignaron dos finales de la Copa del Rey y disfruté enormemente de compartir cancha con estos deportistas tan especiales”.

Vivencias

Cincuenta años arbitrando han dejado miles de vivencias personales, casi todas positivas. “Por el camino siempre hay quien te decepciona, pero por lo general he recibido un trato magnífico”. Considera que el arbitraje es simplemente una extensión más del propio deporte. Cuando han tenido la posibilidad de ayudar, lo han hecho como uno más: “Hay historias que nunca trascendieron, ya que no se hicieron con la intención de contarse”. A regañadientes cuanta una: “Cuando Hunosa decidió liquidar su histórica división de baloncesto el club tenía tres equipos en competición: el senior, un juvenil y un cadete. La decisión se tomó en enero, con dos tercios de temporada por disputar. “Nos llamó el responsable técnico para pedirnos ayuda y decimos no cobrar ni los partidos ni los desplazamientos, además de asumir de nuestro bolsillo la cuota que cobra la federación por cada encuentro dirigido”.

Miguel Díaz ha dejado un profunda huella en el baloncesto asturiano. Su entrega es familiar y hasta su hijo Miguel se ha involucrado, ejerciendo de oficial de mesa. En medio siglo, el árbitro mierense ha dado forma a una colección con más de 9.000 pins de baloncesto. “Tengo de todo el mundo, empezando por todos los equipos asturianos”. Y es que no hay colegio, polideportivo o un simple descampado con canasta que no haya pisado Miguel Díaz. Sobre su retirada, levanta las palmas y lanza un “sigan jugando”. “Posiblemente ya toque, pero ya veremos...”.

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