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La encrucijada de una madre en lucha por una vivienda digna en Mieres

El Principado niega a una vivienda social a una familia porque en 2018 dejaron un piso público denunciando el “racismo” de una vecina

Faith Esahiagbe, con la denuncia que hizo en 2018 por racismo. | LNE FERNANDO GEIJO

Faith Esahiagbe es una madre nigeriana asentada en Mieres que está criando a su pequeño hijo de 10 años en una casa que entidades como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) consideran “inhabitable”. Lleva casi cuatro años en estas condiciones tras tener que abandonar, en 2018, la vivienda social que tenía asignada en Figaredo debido a las graves amenazas racistas que sufría por parte de una vecina. “Me llamaba negra, puta y sucia sudaca. Llegué temer que nos atacara a mi o a mi hijo”. Recientemente el Ayuntamiento de Mieres le concedió otro piso social de emergencia, pero la Consejería de Servicios Sociales le ha denegado el acceso al mismo al considerar que en su momento no “justificó” el abandono de la anterior residencia pública.

“Nadie deja su casa por propia voluntad para vivir en unas condiciones mucho peores”, señala incrédula Faith Esahiagbe. Esta madre está agradecida al Ayuntamiento de Mieres, que tras buscar alternativas para su caso le encontró finalmente una vivienda en Nuevo Santullano: “La técnico municipal que me atiende siempre se ha portado muy bien y la verdad es que cuando me comunicaron que tenía casa de nuevo me llevé una inmensa alegría”. La felicidad duró poco. A los pocos días el Principado le comunicó por escrito que le denegada el acceso a la vivienda social. La explicación es un tanto pasmosa en este caso. La administración autonómica considera que en 2018 renunció sin causa justificada a la anterior residencia pública y, como aún no han pasado cinco años, está inhabilitada para volver a beneficiarse de la prestación.

Faith Esahiagbe se ha instalado en Asturias tras lograr escapar de las mafias de la prostitución. Su vida no ha resultado sencilla, pero en el camino reconoce que ha encontrado a “muchas personas buenas que me han ayudado”. No entiende que, ahora, cuando finalmente su problema parecía solucionarse, una extraña decisión administrativa pueda truncar su sueño de estabilidad: “Si me fui de mi anterior casa fue porque no podía soportarlo más. Aguanté un año, pero al final decidí que no valía la pena seguir viviendo con miedo”.

Esta mujer reside actualmente en un piso de alquiler del centro de Mieres. Está en muy malas condiciones, pero no pude permitirse algo mejor: “Basta con decir que tengo de lavar los platos en la bañera”, explica. Ha presentado un recurso ante la Consejería de Servicios Sociales para que rectifique y le permitan instalarse en el piso que le ha buscado el Ayuntamiento de Mieres. “En su momento informé de lo que me pasaba (su historia fue publicada por LA NUEVA ESPAÑA) e incluso presenté una denuncia a la Policía”.

Faith Esahiagbe aún se angustia cuando recuerda el trato que le deparó su antigua vecina. “Me insultaba a diario y a veces venían amigos suyos y también me amenazan”, asegura. Su vecina golpeaba a menudo el techo de su casa “para intimidarme”. Por entonces, su hijo, que actualmente cursa estudios en un colegio del centro de Mieres, tenía solo seis años. Sentada en el salón del ruinoso piso en que reside, con el recurso presentado ante el Principado entre las manos, implora al aire para que su petición se atienda: “Me gustaría tener la suerte de cara por una vez en la vida, aunque sea solo por mi pequeño”.

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