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El Meicín, una cima de hospitalidad: el refugio de Las Ubiñas recibió 2.500 visitantes este verano

El refugió lenense lleva seis décadas dando cobijo a los montañeros que acuden a Las Ubiñas

David Matos «Gummo», subieron alimentos y enseres al refugio con la ayuda de varios caballos.

El parque natural de Las Ubiñas-La Mesa es para muchos el enclave más majestuoso del centro de la Cordillera Cantábrica. A lo largo de más de 35.000 escarpadas hectáreas, las cumbres que lo integran se asoman por encima de las nubes, hasta superar los 2.400 metros de altura. En medio de esta esplendorosa desmesura, un pequeño refugio de montaña se oculta en una acogedora majada al cobijo de la gran Peña Ubiña, el pico más emblemático de la estribación. Este caluroso verano ya han pasado por las instalaciones unos 2.500 montañeros.

"Hasta ahora hemos tenido algo menos de afluencia de visitantes que otros años, ya que en junio llovió mucho y luego hizo demasiado calor", explica la langreana Tania Plaza González, guardesa del refugio. Esta pionera lleva ya nueve años al frente de la instalación. Junto a su marido David Matos, conocido como "Gummo", ha logrado que este inmueble vuelva a ser hospitalario. Además de ofrecer pernoctaciones, las fabadas y los huevos con patatas que ofrece para que los caminantes recuperen fuerzas se han hecho muy populares entre los montañeros. "La verdad es que el refugio ahora funciona muy bien y está perfectamente gestionado. Siempre se agradece poder pararse un rato en un sitio que además ofrece magníficas vistas y tiene encanto", señala Ángel Fernández Ortega, veterano montañeros turonés y responsable federativo.

El Meicín, una cima de hospitalidad

Tania Plaza asumió la gestión del refugio en 2013 tras sacarlo a concurso el Ayuntamiento de Lena. La instalación llegó a estar casi desahuciada unos años antes, pero la llegada de actual guardesa y su marido logró revitalizar una instalación emblemática para los montañeros. "Aquí no tenemos horarios. Ofrecemos desayunos, comidas y cenas y nos adaptamos a los visitantes; sabemos que el monte no entiende de puntualidad", explica Plaza.

Las sucesivas olas de calor que han azotado el verano han hecho que las preferencias lúdicas, aparentemente, se hayan escorado más hacia el mar que hacia la montaña. Con todo, han sido unos 2.500 los montañeros que han pasado por el Meicín en lo que va de temporada estival. El refugio permanecerá aún abierto hasta finales de octubre y la citada cifra apunta a poder crecer notablemente: "En los últimos días se nota mucha actividad al suavizarse las condiciones meteorológicas", destacan desde el equipamiento.

El refugio del Meicín, más allá de los caprichos del tiempo, atraviesa por un periodo de auge. La pandemia ha puesto de moda el monte y en Las Ubiñas lo perciben perfectamente: "Después del confinamiento fue increíble el aumento de gente. El contacto con la naturaleza se volvió algo preciado", destaca Plaza. El refugio del Meicín cuenta con una atractivo muy valorado. "El acceso desde Tuiza es muy llevadero, con una caminata de unos cuarenta minutos marcada por un desnivel bastante suave", explica Fernández Ortega.

Las rutas senderistas

El corto y llevadero paseo entre Tuiza y el Meicín deja a los montañeros al pie de las ascensiones más populares de Las Ubiñas. Desde esta majada se puede subir directamente a Los Castillines, El Siete o el Fontán. Peña Ubiña se eleva sobre el mismo refugio. "Es un sitio maravilloso para hacer montañismo y ofrece muchas posibilidades tanto en invierno como en verano", señala Fernández Ortega.

El refugio lleva más de sesenta años recibiendo a los montañeros que se adentran en el macizo de Las Ubiñas. El albergue cuenta con cincuenta plazas de alojamiento y una superficie de 248 metros cuadrados construidos. El edificio original se levantó en 1961, como iniciativa del Centro Cultural y Deportivo Mierense, que lo gestionó hasta inicios del actual siglo. El paso del tiempo, en un entorno muy severo en lo climatológico, fue poco a poco desgastando el inmueble. En 2002 se proyectó la reforma integral del refugio, pero pasaron varios años antes de que se acometieran las obras. Finalmente, en 2008 la instalación reabrió sus puertas totalmente reformada tras invertir el Principado de Asturias 598.000 euros. La obra generó polémica, ya que los movimientos ecologistas criticaron el impacto ambiental de los trabajos.

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