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de lo nuestro Historias Heterodoxas

El hijo del "alijeru"

El asalto al Banco de España durante la Revolución del 34 y los hombres que participaron en él

Marcelo García Alfonso Zapico

Desde 2019 se publica en Asturias un boletín trimestral con opiniones republicanas que se llama "Tiempo de cerezas". Yo me encargo de incluir en cada número la biografía de alguien que haya defendido en las últimas décadas esta forma de Gobierno con independencia de su militancia política. Siempre procuro entrevistarme con quienes siguen vivos y cuando esto ya no puede ser busco a personas cercanas antes de completar el trabajo con recortes de prensa, fichas y otros materiales. Ahora estoy cerrando la de Marcelo García y he dispuesto de una fuente magnífica en el libro "Marcelo. Los otros niños de la guerra" en el que su autor Jaime Izquierdo hace que este personaje nos cuente su vida en primera persona.

Marcelo García, nacido en Sotrondio en 1930 y fallecido en Gijón en 2015, fue una figura clave en la renovación del socialismo asturiano y también uno de los principales apoyos con los que contó Felipe González para asumir la secretaría del PSOE antes de iniciar su camino a la presidencia del Estado. Perteneció a una familia que pagó un abultado tributo de vejaciones, cárceles y fusilamientos y él mismo fue torturado y estuvo en prisión en varias ocasiones.

Ahora no quiero extenderme en su semblanza que se resume en las Medallas de Plata de Gijón y Asturias con las que fue galardonado, sino centrarme solo en una reseña concreta que aparece en el libro de Jaime Izquierdo donde Marcelo se identificó como "el hijo del alijeru".

Aunque la Real Academia no reconoce la palabra "alijero", en otro tiempo fue de uso común y escritores como Camilo José Cela la emplearon sin problema; así que voy a mantenerla, con jota y con el significado que se le dio en la Asturias de los años 30, para designar a aquellos que supuestamente se habían quedado con parte del dinero sustraído en el Banco de España de Oviedo durante la insurrección de Asturias.

Les recuerdo que esta institución fue asaltada y su cámara acorazada se voló con dinamita en una maniobra dirigida por Cristino García y supervisada por Ramón González Peña el 10 de octubre de 1934, después de tres días de resistencia por parte de una guarnición compuesta por un sargento, un cabo, seis soldados y tres carabineros.

Una versión de lo que ocurrió después la dio Paco Ignacio Taibo II en su Historia de Asturias y ha sido comúnmente aceptada. Sin embargo tiene muchos puntos que no se sostienen. Según él, en aquella acción se obtuvieron 14.425.000 pesetas, lo que comparado con el coste de la vida en la actualidad equivaldría a unos 28 millones de euros. Esta notable cantidad fue distribuida entre varios miembros del primer Comité antes de su huida, que a su vez se los entregaron a otros compañeros de confianza quienes fueron conscientes en todo momento de que el dinero no les pertenecía a ellos sino a las organizaciones que formaron la Alianza Obrera.

La cantidad manejada por Taibo se fundamenta en el informe policial donde se señaló que en el momento del asalto había en el banco 18.438.000 pesetas de las que una parte se había perdido por el mismo efecto de la explosión y nada menos que 4.013.000 pesetas no se recogieron y por alguna razón se quedaron en la cámara acorazada. Más tarde otras 1.400.000 pesetas fueron anuladas, porque se trataba de billetes viejos o, al contrario, tan nuevos que su numeración estaba controlada y quedaron invalidados.

Luego se fueron recuperando diferentes cantidades escondidas hasta sumar 4.575.607 pesetas, con lo que quedaron 8.449.393 que tuvieron diferente destino: Ramón González Peña declaró que se lo había dado al Comité para que lo distribuyera entre las viudas, los huérfanos y los revolucionarios que quedaron inútiles a consecuencia de la lucha y Andrés Saborit escribió en sus memorias que una parte de lo saqueado se quemó por el temor a las represalias policiales.

Los historiadores también han dado por bueno el destino del resto anotando las supuestas cifras exactas que se emplearon para ayudar en los juicios y en la red de fugas o llegaron hasta Bélgica y Francia donde el dirigente Amador Fernández logró juntar 5.000.000 que se invirtieron en comprar el terreno, construir el edificio y hacerse con una moderna rotativa para editar el órgano del partido "Avance", aunque también hubo un robo de 500.000 en la sede del comité en el exilio en París y un desfalco de la misma cantidad que se llevó hasta Argentina el militante socialista Herminio Vallina.

Dejando aparte el millón robado en estos dos sucesos, Taibo II solo da por desaparecidas 200.000 pesetas, añadiendo además que la mayor parte debieron de emplearse en las fugas de un par de centenares de comprometidos, con lo que nos ofrece una imagen contraria a la que defienden algunos historiadores considerando a los revolucionarios como meros ladrones.

Evidentemente no fue así, pero tampoco todos fueron tan honrados y este capítulo seguramente ya nunca llegue a cerrarse porque aún siguen apareciendo nuevos datos. Por ejemplo, hace años les conté en esta página la detención el 20 de septiembre de 1935 de Pilar González Pastor por una pareja de la Guardia Civil en la carretera de La Coruña a la salida de Madrid.

La joven, vecina de Langreo y afiliada a la célula de la Juventud Comunista de Mieres, dio en su interrogatorio una lista de escondrijos con armas, municiones e incluso un cañón y los nombres de los responsables que los mantenían y confesó haber entregado unos días antes a un contacto un sobre con 450.000 pesetas procedentes de los fondos del asalto al Banco de España.

Este episodio, que puede leerse en la prensa de la época nunca se ha tenido en cuenta, como tampoco otros testimonios sobre casos concretos como el recogido por Antón Saavedra sobre el presidente de las Juventudes Socialistas de Vegadotos-Santa Rosa, al que le fue encomendada la custodia de otras 700.000 pesetas que sirvieron para crear una conocida empresa de nuestras cuencas mineras.

Volviendo a Marcelo, este contó que su padre Alfredo García recibió en 1934 de manos de Belarmino Tomás 900.000 pesetas, por lo que fue realmente uno de estos "alijeros" y ese mote lo llevó su familia durante muchos años debido a que algunos vecinos maledicentes corrieron el rumor de que se había quedado con el dinero. Aunque la verdad fue otra: en 1934 Alfredo silenció su escondite de forma que ni su familia supo dónde lo guardaba hasta que cuando salió de la cárcel con la amnistía de febrero de 1936 lo devolvió al SOMA y años más tarde uno de sus hijos encontró el recibo del Sindicato donde se hacía constar con claridad este extremo.

Marcelo García señaló que los "alijeros" no se conocían entre sí y aunque se supo de algunos como su padre, otros lo llevaron con tanto sigilo que nunca levantaron sospechas y, al contrario, hubo quien presumió falsamente de haber sido elegido por Belarmino Tomás para esta misión tan delicada únicamente para presumir. También hizo constar que no todos actuaron con la misma integridad, ya que dos huyeron con el dinero a Sudamérica y otros fallecieron en extrañas circunstancias víctimas de su propia usura o de la ambición de quienes quisieron robarles.

Yo creo que nunca lo sabremos todo sobre este asunto, ya que por un lado no encontramos explicación a que el oro, las joyas e incluso cuatro millones quedasen abandonados en la propia cámara acorazada, algo que no puede justificarse por las prisas, y por otra parte tampoco podemos aceptar que allí no hubiese más cantidades depositadas por particulares, como era habitual en la época.

Además debemos tener en cuenta que en las jornadas revolucionarias se asaltaron otros establecimientos bancarios. En el caso del Banco Español de Crédito y la caja de Duro Felguera el botín quedó a cargo de los anarquistas y fue recuperado por la policía a finales de 1935, pero nunca se habla de lo obtenido en las sucursales del Banco Herrero de Sama, Pola de Siero, Mieres, Grado, Pola de Laviana y Trubia que aquellos días también fueron saqueadas sumando oficialmente un total de 389.335,50 pesetas, que seguramente fueron más.

Con respecto a los "alijeros" es muy difícil conocer su número porque pertenecieron a diferentes organizaciones y solo se puede seguir la pista de lo ocurrido con los socialistas, ya que los comunistas y los anarquistas siempre negaron haber recibido nada, a pesar de casos como el de Pilar García que les acabo de contar, o la sospechosa muerte del cenetista José María Martínez, que tiene muchas posibilidades de estar relacionada con este tema. En cuanto a su comportamiento, parece que la mayor parte actuó con una fidelidad a su idea y una honestidad que hoy nos parece de ciencia ficción, sin embargo hubo una minoría que adelantándose al tiempo que ahora vivimos se quedó con mucho papel moneda en la uñas. Humanos somos.

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