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Emocionada despedida en Lena a las monjas de la Sagrada Familia: "Nos vamos con mucha pena"

Cecilia Álvarez y Carmen Bercedo recibieron un homenaje al dejar su congregación el concejo tras 89 años de presencia en el colegio y el geriátrico

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La despedida de las religiosas en Lena. A. Velasco

Con emoción y agradecimiento, las monjas de la Sagrada Familia de Urgell se despedían ayer después de casi un siglo de presencia de la congregación en Pola de Lena. Y lo hicieron llevándose consigo el cariño y el reconocimiento de toda la comunidad lenense y, en especial, de los ancianos de la residencia geriátrica Canuto Hevia, donde permanecían las dos últimas hermanas de la congregación, Carmen Bercedo y Cecilia Álvarez. Con un emotivo acto, familias, residentes, autoridades y vecinos del concejo quisieron despedir a las religiosas, a a las que en algún momento les costó contener las lágrimas.

Al mediodía, la iglesia parroquial de Pola de Lena acogía un oficio religioso para reconocer la labor de las hermanas de la Sagrada Familia. La orden, que abandona Lena, estuvo representada, además de por las monjas que estuvieron hasta ayer en el concejo, por la superiora general de la congregación, Laura Garione, y por la consejera del gobierno general de la entidad, Isabel Albillos, muy vinculada a Lena. Tras el oficio religioso, y a las puertas de la iglesia, fueron muchos los vecinos que se quisieron despedir de las hermanas Carmen y Cecilia.

Ya en la residencia Canuto Hevia, las recibieron por todo lo alto. Música de gaita y tambor, y aplausos de unos residentes y familiares que en corrillos confesaban que las echarán de menos. La directora de la residencia, Yolanda Losada, fue la encargada de conducir el acto, en el que también participó y mostró su cariño a las religiosas la alcaldesa de Lena, Gemma Álvarez, quien confesaba que las monjas "dejan una profunda huella".

La hermana Cecilia pasó dos etapas en Lena, una de quince años en el colegio Safaur (hoy fusionado con el Pilar) y otra de 8 en la residencia. Entremedias se fue a Guinea Ecuatorial, a México y a Perú, para volver después a Guinea, y posteriormente a Lena, donde ha cumplido su misión los ocho últimos años. "Me voy con mucha pena, me cuesta la vida marchar de la residencia. He estado muy bien y quiero a los ancianos con toda mi alma", indicaba emocionada. Ahora se irá a Utrera, en Sevilla, a dar catequesis y colaborar en la parroquia.

La hermana Carmen lleva en la residencia 33 años. "He estado muy bien desde el principio, de maravilla", confesaba. Hoy pondrá rumbo a Los Molinos, en Madrid, para continuar su misión. Entre emocionados abrazos, las religiosas recibieron varios obsequios como recuerdo de su paso por Lena, donde han dejado una huella de casi un siglo de trabajo.

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