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Álvaro Fernández | Langreano, director de Gestión del centro de supercomputación de Castilla y León

Álvaro Fernández, directivo del centro de supercomputación de Castilla y León: “Sin la supercomputación no habríamos tenido la vacuna del covid en un año”

“El Centro de Nanotecnología de El Entrego es la mayor revolución que ha habido en las Cuencas desde Hunosa; tiene un potencial brutal"

Álvaro Fernández, en La Felguera. | D. O.

El langreano Álvaro Fernández es licenciado en Administración y Dirección de empresas por la Universidad de Oviedo y doctor por la Universidad de León en Ingeniería de la Producción. Durante su carrera profesional ha trabajado para empresas multinacionales (Grupo Ferrovial y Grupo Air Liquide). De 2003 a 2009 fue director de gestión del hospital de Arriondas. Desde 2009, ocupa el cargo de director de Gestión y Proyectos del Centro de Supercomputación de Castilla y León. Los viernes teletrabaja, el resto de la semana se desplaza a diario a León en autobús. Este viernes ofreció una conferencia en la casa de la Buelga de Ciaño invitado por la asociación Cauce del Nalón.

–¿Qué hace en su trabajo?

–El centro de supercomputación de Castilla y León se creó en 2008. La mayor parte de nuestro trabajo es el cálculo científico. Un ejemplo. Carlos López Otín, en sus investigaciones genéticas, llega un momento que tiene millones de datos que necesita procesar. Nosotros ponemos a su disposición un supercomputador en el que metes esos millones de datos y los procesa en un tiempo razonable. En dos horas te hace el proceso que un ordenador personal tardaría cinco años en hacer. Es un centro público con sus tarifas así que puede ser utilizado por un científico, una empresa, un particular o las administraciones.

–¿Y por qué López Otín se tendría que ir a León con sus millones de datos?

–En Asturias no hay un supercomputador. Es de las pocas comunidades autónomas que no lo tiene. Hubo un proyecto en 2008 pero la crisis económica lo dejó aparcado. Ahora se está recuperando la idea.

–¿Asturias sería un buen sitio para un equipamiento de este tipo?

–La pregunta no es si es buen sitio o no, la pregunta es cuándo hay que ponerlo. Hoy en día no hay proceso científico o de apoyo para el que no se usen supercomputadoras. Por no decir en el ámbito empresarial, todas las empresas lo utilizan. Ahora un investigador de la Universidad de Oviedo tiene que pedir apoyo al centro nacional de supercomputación, en Barcelona, pero no todos los proyectos entran así que acaban pagando por procesar sus datos en China o Rusia.

–¿Qué es un supercomputador?

–Son líneas de racks con bandejas y cada una de ella tiene una capacidad brutal. La clave es tener todas esas bandejas interconectadas con una red de baja latencia. Su funcionamiento es muy rápido y no se interrumpe en ningún momento, no se para como cuando pones un vídeo a cargar en tu ordenador y tarda unos segundos. Es como si fueran 20.000 ordenadores portátiles conectados.

–¿Y cómo acabó usted trabajando con superordenadores?

–De casualidad. Había trabajado en el sector público en Asturias, había terminado y tenía pendiente el doctorado. Me surgió la oportunidad de irme a León, un sitio cercano que no me obligaba a cambiar de vida, de hecho no la he cambiado, sigo viviendo en La Felguera. Todos los días cojo el autobús en Mieres y voy a León a trabajar y regreso cuando acabo. Soy profesor asociado en la Universidad de León, así que hay días que acabo un poco más tarde, cuando tengo clases.

–Algo de lo que se sientan orgullosos en el centro en el que usted trabaja.

–En 2017 participamos en una parte de los cálculos del premio Nobel de Física de ese año. Parte del procesamiento de datos lo hicimos en León. No deja de ser un trabajo técnico en la que abrimos una cuenta a una persona para que pueda trabajar, ya seas tú, yo, una empresa o un premio Nobel. Pero haber contribuido de algún modo a esa investigación me enorgulleció mucho.

–¿Qué es lo más sorprendente de su trabajo?

–Tal vez esas investigaciones genéticas de las que hablábamos antes. Hace 20 años hacer el mapa genético de una persona costaba más de un millón de dólares. Ahora baja de mil euros. Eso supone que la famosa medicina personalizada te dice que, en vez de darnos la misma pastilla a ti y a mí, miran tu mapa genético y te dan a ti una pastilla y a mí otra diferente. Lo que se pretende, y llegará, es que toda la población tenga su mapa genético. El problema es que requiere infraestructuras, inversiones y sobre todo almacenamiento. No solo es calcular tu mapa genético sino también almacenarlo. Yo te calculo muchos datos pero hay que meternos en un almacén que tiene que ser grande. Ahora estamos ahí, en el almacenamiento de datos. De hecho, la red española de supercomputación a la que pertenecemos acaba de cambiar su nombre y ahora es red de supercomputación y datos. No solo es cálculo sino que entra el big data y la inteligencia artificial, que queda muy bien como concepto pero luego hay que tener la infraestructura necesaria.

–¿El big data no está tan desarrollado como debería?

–El problema del big data es que a nivel teórico existe pero no hay infraestructura suficiente. Si yo hago una foto de un ojo, con el big data analizo millones de fotos de ojos de todo el mundo y por una rayita que salga puedo decir que una esa persona tiene diabetes, por ejemplo. Pero para ello tienes que tener todos esos millones de fotos almacenadas. Hay muchos desarrollos de inteligencia artificial y de big data pero sigue habiendo un déficit muy grande de infraestructuras. Europa está ahora al 25 por ciento de capacidad de supercomputación de Estados Unidos. La realidad es esa.

–Una de las aplicaciones de la supercomputación es la meteorología.

–Es en lo que más trabajamos. El grupo de investigación Física de la atmósfera de León es uno de los grupos de excelencia nacional. Hace proyectos con Defensa. Cualquier ejercicio que hagan los cazas viene basado en una simulación. Es impresionante, son capaces de predecir sin va a llover en un lugar determinado con solo dos minutos de margen de error. Uno de los mayores supercomputadores de España es el del Instituto Nacional de Meteorología.

–¿Cuál es el futuro?

–El big data y computación cuántica. Dejamos de hablar de informáticos y empezamos a hablar de físicos. Estamos trabajando en crear el supercomputador cuántico español. Se sacó a concurso el proyecto por 8,2 millones de euros y solo se presentó una empresa, lo que da idea de lo complicado que es. Debería estar funcionando en 2025, pero queda mucho por hacer. En realidad hoy en día desde que te levantas hasta que te acuestas estás rodeado del trabajo de supercomputadores. Las fotos de tu teléfono móvil están en el supercomputador de Google que está en Alaska.

–En Alaska porque hace frío.

–Sí, tienen que estar en sitios fríos. El centro de supercomputación de León consume el 15 por ciento e la energía de la Universidad y es una sala de 200 metros cuadrados en uno de los 70 edificios de la universidad. En Estados Unidos se acaba de adjudicar la fabricación del primer superordenador exaescala que hará un trillón de operaciones por segundo. Se está diciendo que va a quedar desfasado en tres meses. Ese ordenador consume tanto como 20.000 hogares.

–¿La pandemia del covid les dio mucho trabajo?

–Como se dice ahora, mucho no, lo siguiente. Todo nuestro equipo se puso a disposición de investigaciones para intentar buscar una solución. La supercomputación ha sido clave. La vacuna salió de ahí. Sin la supercomputación hubiese sido imposible tener la vacuna en un año.

–¿En Asturias hay capacidad para crear empleo en este campo?

–Sí. Y no solo en Oviedo, en Gijón, también en Mieres, pero también en la Cuenca del Nalón. Con Valnalón o Capgemini. Hay una filial de Capgemini que estuvo trabajando con nosotros en León y van a crear allí 70 puestos de trabajo cualificados de vehículos aeroespaciales no tripulados. En la cuenca del Nalón hay empresas tecnológicas muy potentes pero en especial destaco el Centro de Nanotecnología de El Entrego. Fue la mayor revolución que vi en esta Cuenca desde que Hunosa dejó de ser Hunosa. Es un centro con un potencial brutal. No es muy conocido en la calle pero hay investigadores de primer nivel, es impresionante. Hay un grupo que trabaja en el proyecto de computación cuántica desde El Entrego.

–¿Puede ser un sector de futuro para Asturias?

–Sin duda. Un ejemplo es de almacenamiento de dato. Se necesitan lugares fríos y seguros. Qué hay más seguro y frío que un pozo minero. Todas las minas tienen seguridad y frío. No es una novedad, en Noruega ya hay una mina que tiene un superordenador en su interior.

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