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El reto demográfico: asignatura pendiente

Se necesita una nueva comprensión del medio rural y una alianza intergeneracional

Está de moda hablar del reto demográfico de lo que ello significa y de las medidas que para combatirlo se deben aplicar, algo que en absoluto es nuevo y que en Mieres parece que resulta bastante complicado de abordar. O al menos eso se considera desde un equipo de gobierno que lleva ejerciendo una política de rodillo difícil, muy difícil de entender cuando se cuenta con 520 núcleos de población, de los que algo más de 140 se hallan despoblados o en estado semiabandonado, algo que no concuerda con el compromiso adquirido ya en 2011, de volcar sus esfuerzos en la mejora y dinamización del medio rural, con el objetivo de frenar la despoblación.

En cambio, nada se ha hecho. ¿O sí? Fue en 2014 con la solicitud de una revisión catastral que pese a ser necesaria no se aplicó del modo en que se debería haber hecho y desde entonces así nos va, pues lejos de beneficiar a los vecinos de los pueblos, lo que se hizo fue endurecer aún más la tasa impositiva, aplicando el mismo tipo de IBI tanto en el casco urbano como en el medio rural. Quiere decirse con esto, que un vecino de cualquiera de nuestros pueblos, contando con menores servicios, tributa mucho más que cualquier otro ciudadano que tenga su residencia habitual en la ciudad.

Y es partiendo de esta premisa, cuando entra en juego la acepción de un reto demográfico que nos convierte en un concejo que está cayendo en un estado de vulnerabilidad no solo por la progresiva despoblación que sufre, sino porque, además, el envejecimiento de sus vecinos es cada vez mayor lo que hace extremadamente difícil que se produzca cualquier tipo de inversión.

El "yo en cuanto pueda me voy de aquí", es la típica frase que se puede oír en cualquier circulo de jóvenes con intención de orientar su vida hacia una estabilidad que pese a la situación económica tratan de encontrar y en Mieres, esa situación ya no se da.

No se han sabido enfocar ni aplicar medidas para corregir un declive que nos está llevando a perder no solo población, también inversión y falta de interés de las distintas administraciones por corregir la situación. Y eso es algo que se ve todos los días, que se escucha en todos los círculos y que se queda ahí, en medio de un ambiente cargado de una incertidumbre cuyas dudas a diario crecen más.

Una incertidumbre que nos acerca a un estado de pobreza al que cuesta difícil atender desde unos servicios sociales que cuentan con mínimos recursos y que cada vez se reducen mas ante el crecimiento de esa vulnerabilidad de la que antes hablaba, algo que podemos comprobar cada vez más en nuestras calles, en la solicitud de ayudas de emergencia o en las interminables colas que se generan cuando el banco de alimentos realiza sus entregas de forma temporal.

Este no es el Mieres con el que se quiere contar. Este no es el reto que deberíamos de afrontar y se hace necesario promover políticas que pongan fin a esta situación porque de no hacerlo nos encontraremos con un casco urbano vacío, (económicamente ya lo está) un medio rural con pueblos fantasma, (ya los hay) y un peso político inerte (existe ya) que pueda llevarnos a recuperar un estatus que jamás debimos perder.

Decía que somos un concejo en estado de vulnerabilidad. Pero no solo debido a la despoblación o el envejecimiento, también a la desidia urbanística que nos lleva a contar con barriadas en situaciones cuyos indicadores de sustentabilidad plantean ya, una remodelación urbana y energética en la que se integre, además, la naturalización ambiental. Así lo determina un reciente estudio del departamento de Geografía del CeCodet de la Universidad de Oviedo en el que menciona esa vulnerabilidad urbanística y energética para corregir la misma mediante la naturalización de y tratamiento de impactos negativos del sistema de infraestructuras propiciando la reforma ampliación y mantenimiento de la red de áreas verdes, así como la mejora de la integración urbana del poblamiento del extrarradio del eje urbano. El mismo estudio destaca además la necesidad de un plan de reestructuración para la seguridad urbana en áreas marginales mediante la renovación/rehabilitación energética e integración urbana de las barriadas en el proceso final de su ciclo de vida útil.

De la misma manera destaca la necesidad de planes de reforma integral de núcleos en grave proceso de deterioro urbano y social, así como la realización de un inventario de poblamiento con problemas de marginalidad, degradación o ruina, como base de actuación para el reacondicionamiento de espacios de impacto negativo tanto en el paisaje urbano como en el rural.

Si bien es verdad que se hace incidencia en la importancia de los equipamientos con los que Mieres cuenta, en los servicios que ofrece y en las inversiones que vía EDUSI se han ido recibiendo, no es menos cierto que todo ello muestra una visión distorsionada de la verdadera realidad que a diario se contempla y que pueden quedar muy bien plasmados en estudios o informes técnicos y económicos pero que en modo alguno definen con claridad cual es el tipo de políticas sociales que se debe aplicar y que es lo que realmente nos debe importar.

Aún con todo esto, el despoblamiento no deja de gotear y la actitud política es un tanto pasiva, sobre todo cuando se proponen y sugieren mejoras en materia de vivienda, curiosamente orientadas en el mismo sentido que plantea el CeCodet y que se obvian o directamente se rechazan con argumentos demasiado pobres, cuando las necesidades que se deben cubrir son precisamente las orientadas hacia una transición urbana que frene el estado de vulnerabilidad, social, económica, energética o familiar. Mieres debe buscar y aplicar medidas que impulsen su revitalización a todos los niveles y, lo he dicho ya otras veces, la misma pasa por la creación de un foro ciudadano que analice y promueva desde los diferentes ámbitos un plan de recuperación económica y laboral. Para ello solamente es necesario la voluntad política de querer rescatar un concejo inerte que debe volver a ser un referente a nivel industrial y comercial.

Por esa razón nuestro reto demográfico debe llevarse a cabo afrontando desafíos cuya orientación vaya dirigida hacia acciones políticas que hagan cambiar la mirada hacia nuestro territorio con una nueva comprensión entre el medio rural y las ciudades donde se encuentre una alianza intergeneracional que refuerce los vínculos entre sector público y actores locales, verdaderos protagonistas en el reto demográfico y la lucha contra la despoblación

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