La fábrica de mascarillas de Morcín entra en preconcurso de acreedores y queda abocada al cierre
La factoría llegó a tener cincuenta trabajadores | La empresa se montó a petición del Principado para salvar la pandemia, pero ahora los equipos se compran en China

Un operario en controla la fabricación de las mascarillas FFP2 en la planta de Fortia en Argame. | A. Velasco / Andrés Velasco

La relajación de las medidas sanitarias por la pandemia, unido a las promesas incumplidas y la falta de apoyo pública van a llevar a la planta de fabricación de mascarillas de Morcín al preconcurso de acreedores. Así lo ha confirmado a LA NUEVA ESPAÑA uno de los fundadores de Fortia Seguridad y Salud, Carlos Paniceres, quien es, además, presidente de la Cámara de Comercio. "Estamos ante una situación insostenible desde hace meses, que nos obliga a tener que cerrar la factoría", apuntaba el empresario, disgustado también por las promesas incumplidas por parte de las administraciones cuando se puso en marcha la fábrica.
Y es que Fortia nacía en Argame casi por una petición expresa del Principado. En 2020, y con los suministros de equipos de protección individual, especialmente mascarillas, prácticamente agotados en todo el mundo, el Gobierno regional contactaba con Carlos Paniceres para pedirle ayuda y plantearle la puesta en marcha de una empresa de fabricación de mascarillas. Aquella llamada se produjo mientras el propio presidente de la Cámara estaba trasladando enfermos en una ambulancia de la empresa Transinsa, que el mismo dirige. Y pese a las dudas, con el ánimo de arrimar el hombre en una situación en la que incluso camiones con mascarillas desaparecían camino de España, buscó socios para poner en marcha "Fortia".
En aquel momento, tanto desde el Gobierno central como desde el Principado, y ante las dudas de qué pasaría una vez que la pandemia fuese remitiendo y el uso de los tapabocas ya no fuese obligatorio, les aseguraron que habría sensibilidad con el sector, que sería declarado como estratégico y se garantizaría su continuidad. Algo que nunca ocurrió, y que ha terminado con decenas de empresas cerradas, en una lista en la que la siguiente será la de Morcín.

La reunión en la que Álvaro Rodríguez, representante de Fortia, comunica a Tatiana Valledor, delegada de Personal, la decisión de la empresa.
Paniceres, que agradece a "muchas empresas asturianas que nos han apoyado y comprado el material", sí tiene reproches para la administración regional, "que no nos ha comprado ni una sola mascarilla" en los algo más de dos años de funcionamiento de Fortia. De hecho, los escasos (dos) concursos públicos que ha habido, se los han llevado empresas intermediarias que vendían productos hechos en China, primando siempre el precio, y sin incluir ninguna cláusula social o territorial que pudiera acercar el cumplimiento de ese compromiso adquirido durante la pandemia.
"Llevamos varios meses con pérdidas, trabajando bajo mínimos, y esperando por un concurso que teóricamente se iba a lanzar antes de finalizar el año, todo ello con la esperanza de poder salvar la empresa, pero ya nos es imposible", apunta el responsable de Fortia. Y es que del casi medio centenar de trabajadores a tres turnos que llegó a haber en la planta, en los últimos meses apenas quedaban seis, que ahora tendrán que afrontar un expediente de regulación de empleo dentro del concurso, y a los que se les ha comunicado esta misma mañana la situación.
"Es una pena, porque fue una empresa que nació por la necesidad que había en ese momento y que se nos transmitió que por una cuestión empresarial, y todo se hizo en una situación excepcional que obligaba casi a tirar más de corazón que de cabeza o de números", señala Paniceres, sin eludir su responsabilidad en creerse aquellas promesas que le plantearon y que finalmente no se han cumplido. Además, cuando se planteó el proyecto, también se buscó por parte de los empresarios darle un tinte social, y lo hicieron por dos vertientes. Una la territorial, radicando la empresa en las Comarcas Mineras, concretamente en el polígono de Argame, con el fin de contribuir a esa reindustrialización que nunca ha acabado de llegar por completo a las otrora comarcas carboneras. Y por otro lado, creando un centro especial de empleo, para dar trabajo a personas con discapacidad.
Con todo, el fin de la pandemia ha terminado por llevarse por delante a una empresa que durante las próximas semanas afrontará el proceso concursal que, si nada ni nadie lo evita, obligará a bajar la persiana de la única fábrica de mascarillas de Asturias.
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