Fallece a los 86 años Alberto Cienfuegos, escritor mierense afincado en Gijón

El autor logró notoriedad tras su novela «El testamento de un soñador», premiada por la Fundación Dolores Medio

Alberto Cienfuegos, en una imagen de archivo.

Alberto Cienfuegos, en una imagen de archivo. / DavidMontañés

Alberto Cienfuegos Martínez compaginó durante gran parte de su vida su trabajo en Ensidesa con su pasión por la escritura. Nacido en Mieres, con 37 años se trasladó a Gijón arrastrado por la corriente migratoria de la siderurgia. Compartió amistad y traslado vital a la costa con otro escritor mierense, Víctor Alperi, una de las firmas sin las que no se puede entender la literatura asturiana de la segunda mitad del siglo XX y principios del actual.

Cienfuegos falleció el pasado jueves a los 86 años tras desarrollar una carrera literaria no tan reconocida como la de su buen amigo Alperi, fallecido en 2013, pero jalonada por premios notables, como el recibido de la Fundación Dolores Medio en 2009 por su novela «El testamento de un soñador».

El fallecimiento se produjo en Gijón, donde el escritor llevaba viviendo casi medio siglo. Su hijo Carlos Cienfuegos apuntaba ayer que nunca dejó de sentirse mierense: «Siempre ejercía como tal y estaba orgulloso de sus orígenes». El narrador era hijo de Cándido Cienfuegos, un reconocido esperantista que organizó en Mieres, en 1972, un simposio internacional dedicado a la citada lengua. Desde joven mostró afición por la escritura: «Escribió desde teatro hasta poesía», destacan sus allegados.

Fue con la novela «El testamento de un soñador» con la que Alberto Cienfuegos alcanzó notoriedad literaria. La publicó en 2009, casi quince años después de haberla escrito. «Seguramente podría encajar en ese género de la llamada memoria histórica», explicaba el propio autor. «Soy de la generación de los niños de posguerra». En lo personal, Cienfuegos conoció el terror de la guerra, ya que perdió a su madre durante un bombardeo en Gijón en 1937.

El tiempo de la historia narrada en «El testamento de un soñador» abarca desde principios de la Guerra Civil hasta el comienzo de la transición democrática. La obra se adentra en los contenidos de la por entonces aún incipiente memoria histórica. Alberto Cienfuegos se posicionó a favor de buscar puntos de encuentro, más que de sembrar discordias.

La objetividad

Durante una participación en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA de las Cuencas, Cienfuegos fijó su postura: «Los que antes eran buenos ahora son malos, y viceversa», explicó. «No hay buenos ni malos, todos somos españoles», añadió. Y apostilló: «Eso es lo que trata de explicar mi libro. La moraleja que he intentado transmitir es decir que ya está bien». Una de las máximas de Alberto Cienfuegos era intentar «ser objetivo», aunque recalcaba desconocer si lo había conseguido.

El escritor mierense será incinerado este sábado en el tanatorio de Cabueñes.

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