Las lecciones de los fondos mineros: los errores que no hay que repetir con los Next Generation

El análisis del Tribunal de Cuentas sobre las ayudas carboneras sirve de guía sobre cómo gestionar el dinero de Europa: coordinación, menos burocracia y llegar a las empresas

El pozo Venturo, que fue sede de Venturo XXI, empresa de la reactivación con fondos mineros que acabó cerrando.

El pozo Venturo, que fue sede de Venturo XXI, empresa de la reactivación con fondos mineros que acabó cerrando. / JUAN PLAZA

Luisma Díaz

Una burocracia excesiva, unida a una falta de personal suficiente como para poder tramitar tal cantidad de documentación de forma ágil y efectiva. Descoordinación entre proyectos impulsados por las administraciones. Ausencia de unos estudios técnicos que demuestren en qué hay que invertir y en qué no, es decir, la falta de planificación, de una "hoja de ruta" clara y elaborada de forma objetiva. Unas ayudas empresariales tan complejas que solo algunas de las grandes compañías pueden acceder a ellas, dejando fuera a las pymes y los autónomos, que son la base del empleo actual. Estas son algunas de las conclusiones del Tribunal de Cuentas en su fiscalización de los fondos mineros de 2006 a 2017. Los errores cometidos en la gestión de aquellas ayudas pueden servir como guía –para no repetirlos– y así saber cómo actuar con el actual flujo de fondos europeos, una enorme cantidad de capitales que puede ayudar a modernizar e impulsar la economía asturiana.

Planificación.

Subraya el Tribunal de Cuentas que "los diferentes planes del carbón aprobados carecían de elementos esenciales para poder surtir los efectos de los planes estratégicos, ya que no se habían definido objetivos ni indicadores para realizar un seguimiento". En resumen: no se había planificado cómo invertir aquellos fondos, no había un modelo de comarcas mineras que definiera qué infraestructuras apoyar o cuáles serían los modelos económicos por los que apostar para generar empleo de forma eficiente. En sus conclusiones, el Tribunal recomienda al Gobierno que en sucesivos planes se desarrollen "instrumentos de planificación, definiendo objetivos con mayor concreción, medibles, realistas". Los expertos advierten de que esto mismo puede estar ocurriendo ya con los fondos europeos. Fermín Rodríguez, catedrático de Geografía y Ordenación del Territorio del CeCodet de la Universidad de Oviedo, ya avisaba en LA NUEVA ESPAÑA. Pedía "un conjunto de protocolos, y cumplirlos". Un "consenso estratégico. El Gobierno aseguraría la unidad de esfuerzo, y la adaptación de la administración al método OODA: ‘observar’ lo que ocurre, para ‘orientar’ lo que se necesita, tomar la ‘decisión’ adecuada y gestionar la ‘acción’ en el menor tiempo posible".

Coordinación.

La ausencia de una planificación provocó la descoordinación de las inversiones. Un ejemplo popular: se pasó de apenas tener piscinas a que cada municipio tuviera la suya, con los problemas de costes y mantenimientos que esto provoca ahora. Los servicios se duplicaron. El catedrático de Sociología de la Universidad de Oviedo, Holm-Detlev Köhler apunta, como una de las actuales necesidades de Asturias, una "eficaz coordinación de las distintas administraciones, particularmente del Principado y los ayuntamientos más importantes", imprescindible para "el desarrollo de proyectos con impacto sobre una mayor integración y mayor dinamismo de la región". Köhler, que analizó como se invirtieron y fue muy crítico con cómo se gestionaron los fondos mineros, es pesimista respecto al cambio de tendencia, porque "mis experiencias con las fuerzas políticas y sociales de Asturias me dejan con un alto grado de escepticismo".

Menos burocracia.

Tras una planificación correcta y una coordinación de objetivos, vendría la "poda" de la burocracia, la eliminación de los trámites innecesarios para desarrollar y promover los proyectos. El Tribunal de Cuentas recoge en varios puntos de su informe de 204 páginas la "ineficacia" del modelo de gestión de los fondos mineros. Lento, aleatorio en algunos casos, y que perjudicaba luego a sus beneficiarios, ya fueran empresas o a las mismas administraciones que, en teoría, imponían esos protocolos. La "complejidad" de estas tramitaciones provocaba que los plazos de cumplimiento de la ejecución de las obras se fuera acortando cada vez más. A mayor prisa por ejecutar una obra, menor nivel de planificación. El exceso de burocracia, la reforma de las instituciones para que sean eficaces es precisamente una de las reivindicaciones más repetidas por los sectores económicos y sociales del Principado.

Personal cualificado.

Paradójicamente, que haya un alto nivel de burocracia no quiere decir que haya muchos empleados públicos trabajando en esos expedientes. Según el Tribunal de Cuentas, la alta "complejidad" unida a la "falta de personal" fueron dos de los principales lastres de los fondos mineros. Así, el Instituto para la Reestructuración de la Minería del Carbón y Desarrollo Alternativo de las Comarcas Mineras, el ente administrativo que gestionaba los fondos, "careció, durante el periodo fiscalizado, de medios técnicos y humanos suficientes para gestionar adecuadamente las subvenciones de infraestructuras y de proyectos empresariales". Además, "no dispuso de efectivos suficientes con especialización en materia de gestión de expedientes económicos, particularmente de subvenciones, lo que dificultó una gestión eficiente de los recursos económicos". La recomendación del Tribunal es "reforzar los recursos asignados" a esta labor.

Ayudas empresariales.

"Las dos sublíneas de subvenciones para proyectos empresariales" de los fondos mineros, la destinada a grandes compañías y la enfocada a pymes, "adolecieron de un grado de complejidad muy elevado". Además, se produjeron "incoherencias en la definición de plazos" que ocasionó "inseguridad jurídica". Sufrieron también, según el Tribunal de Cuentas "retrasos significativos". Todo ello provocó que, a partir de 2014 se "redujera significativamente" el número de peticionarios, "lo que unido al elevado porcentaje de solicitudes en las que se produjeron desistimientos, conlleva que estas subvenciones no estén desplegando plenamente su potencial". Los portavoces de los principales sectores económicos del Principado empiezan a ver esta misma tendencia en los fondos europeos. Según una encuesta del Banco de España hecha pública en mayo, el furor por las ayudas Next Generation se fue apagando. Solo una de cada seis empresas (el 16,6%) mostraba interés por solicitarlas. El Colegio de Gestores Administrativos de Asturias subrayaba además que las pymes y autónomos tampoco optan a ellas, a excepción del "Kit digital".

María Calvo, presidenta de la Federación Asturiana de Empresarios (FADE) apuntaba que el proceso de las ayudas es "lento, farragoso y complicado". "La burocracia, la exigencia de documentación y la poca intensidad de las ayudas puede hacer desistir a algunas empresas", alertaba ya en verano. Desde la Federación de Empresarios del Metal y Afines del Principado (Femetal), su presidente, Antonio Fernández-Escandón, avisaba de que "los fondos europeos no están llegando a las pymes". El colectivo maneja un documento "que ilustra el entramado administrativo que complica la llegada de los fondos. Una cantidad tremenda de ministerios, los organismos estatales, autonómicos... Es esencial que las empresas tengan un acceso fácil a esos fondos, no tan sumamente complicado".

Afirma el dicho popular (hay quien se lo atribuye a Bernardo de Chartres, en el siglo XII) que "el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra". Que con los fondos europeos sea distinto.

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