Cuando Yago sea mayor, su pueblo quizás no exista: las Cuencas perderán 16.812 vecinos la próxima década, como todo el concejo de San Martín

Regiolab elabora una previsión por concejos, en la que Mieres cae hasta un 16% | "Yo nunca quiero irme de aquí", reivindica Yago, un niño de Zurea (Lena)

Mónica Díaz, Yago y Raúl Vega, en el escaño del salón de su casa.

Mónica Díaz, Yago y Raúl Vega, en el escaño del salón de su casa. / C. M. B.

Lo que más le gusta a Yago Vega Díaz, ochos años desde agosto, son las noches de verano. Cuando el cielo está despejado, y parece que la luna alumbra todo. Le encanta jugar al escondite con todos los que se juntan por las vacaciones, más de veinticinco chavales. Hace poco, sus padres le llevaron a Madrid para que viera las calles en Navidad. Y estuvo bien, no lo niega. Pero, al rato, aquellas 43.000 luces LED le parecieron más oscuras que las estrellas de su pueblo. "¿Cuándo volvemos a Zurea?", les preguntó muy serio.

Solo los niños como Yago pueden cambiar la previsión que viene ahora. Según un informe del Laboratorio de Análisis Económico Regional (Regiolab), basado en datos del INE (Instituto Nacional de Estadística), las Cuencas perderán 16.812 habitantes en la próxima década. Para hacerse una idea aproximada, el concejo de San Martín del Rey Aurelio tiene ahora 15.505 vecinos. Si el pronóstico se cumple, el municipio más afectado será Mieres. Pasará de 36.574 a 30.585 vecinos, una pérdida poblacional del 16 por ciento.

"Pasa, pasa; que coges frío". Raúl Vega y Mónica Díaz son los padres de Yago. Y no se sabe si son más acogedores ellos o su hogar. La casa tiene una placa a la puerta que reza "Ca Maruja". "Maruja era mi güela. Nosotros antes vivíamos en un piso en Turón pero yo, acostumbrado al pueblo, lo pasaba muy mal", sonríe Raúl Vega. Yago era muy pequeño y decidieron arreglar la casa del pueblo para mudarse: "La infancia que está teniendo aquí, no la podría tener en ningún otro sitio", afirma Mónica Díaz. Trae unos cafés, que reparte por la mesa de madera grande del salón. Es una casa muy bonita, conserva las vigas vistas en el techo: "Antes hacíamos aquí el san martín, cuando vivía aquí mi güela. Imagínate la obra", matiza Vega.

Mónica Díaz y Yago juegan al futbolín, con Raúl Vega como espectador

Mónica Díaz y Yago juegan al futbolín, con Raúl Vega como espectador / C. M. B.

Un ejemplo de apuesta por la zona rural en tiempos de despoblamiento. El informe de Regiolab apunta que Lena perderá un doce por ciento de sus habitantes en la próxima década, podría pasar de los 10.499 actuales a solo 9.231. "Las proyecciones están ajustadas a los escenarios que describía el INE para la composición de población de Asturias en 2033", explica Esteban Fernández Vázquez, profesor de Economía Aplicada en la Universidad de Oviedo e investigador de Regiolab. El laboratorio de análisis de datos aplicó esas predicciones a las ochocientas parroquias de Asturias.

En cifras

Mieres es el municipio que sale peor parado. El municipio más poblado de la comarca del Nalón, Langreo, tendría una caída más suave. Pero caída, al fin y al cabo: de 38.262 a 33.488 habitantes. Lena, San Martín y Aller perderían un doce por ciento de su población. Riosa, Morcín y Sobrescobio mantendrían mejor su censo. En Caso también se prevé una caída importante: casi el 15 por ciento menos de habitantes de ahora a una década (de 1.443 a 1.252), pese a que este año ganaron vecinos (dos).

Más en detalle, por parroquias, Urbiés (en el valle de Turón) sería la más afectada. De 242 a 158 vecinos (casi un 40% menos). En Aller, el informe destaca que Conforcos y Boo perderán casi la mitad de sus habitantes. Las parroquias más afectadas en Langreo son Tuilla y La Venta, con una caída poblacional prevista del 36 por ciento. En Lena, Sotiello se quedará sin la mitad de sus vecinos, siempre según las previsiones.

-¿Y en Zurea?

Preguntan, casi al unísono, Raúl Vega y Mónica Díaz. Y algo se mueve tras la puerta del salón. Es Yago, escondido de las visitas. Le cuesta un poco salir, remolonea, y al final se sienta en el sofá. Tiene la sonrisa de sábado por la mañana. "En Zurea está previsto que haya cuarenta vecinos menos, quedaríais en 140 más o menos", les responde a los padres. Y el pequeño cabecea con la cabeza: "No, porque yo no voy a marchar de aquí nunca y mis amigos tampoco. Aquí somos felices".

Y es verdad. Lo es. Todas las mañanas, si no tiene que ir al cole, sale a jugar con sus amigos. "Nos gusta el escondite y el balón... la bici me gusta menos, yo hago judo", explica sonriente. Su madre interviene en la conversación: "Hay que llamarlo siempre, si se pone a jugar se olvida de todo". Hay risas en el salón. Su vida, apunta el padre, "no sería ni la mitad de buena en una ciudad. Estamos seguros. Él aún no lo aprecia, pero la calidad de vida que tiene aquí no podría tenerla en ninguna otra parte".

No todo es jugar. Dice Yago que del pueblo le gusta todo. "¿A que no adivinas cuántas gallinas tengo?", pregunta ya fuera de la casa, paseando por la cuesta delante de su casa. "Más", "más", replica a cada cifra. Le encanta recoger los huevos cuando ponen, también ir a la huerta cuando hay que cosechar patatas. "Recogerlas sí, pero plantarlas no tanto", reconoce. Se encoge de hombros: "Hoy íbamos a hacer guerra de bolas de nieve, pero tendremos que jugar a otra cosa". La lluvia se llevó el manto que cubría el suelo.

-¿De verdad que no te gustaría vivir en otra parte?

-De verdad. Pero ni ahora, ni nunca. Cuando sea grande y tenga hijos, también van a vivir aquí.

Quizás, y ojalá, la previsión de Regiolab se haya equivocado.

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