Félix Magdalena escancia toda su obra: el inabarcable legado de un referente de la escultura y la pintura asturiana

El autor de icónicos trabajos como el monumento a la sidra de Requejo recoge en un libro su trayectoria vital, con el arte como hilo conductor

Félix Magdalena, junto al escanciador de Requejo, con la plaza al fondo. | D. M.

Félix Magdalena, junto al escanciador de Requejo, con la plaza al fondo. | D. M. / David Montañés

Félix Magdalena nació hace ochenta años en Brañanoveles. Pasó su niñez en esta apacible aldea mierense, que ofrece un lienzo majestuoso de toda la zona centro de la Cordillera. Creció en la época en la que en las escuelas se segregaba por sexo. Una mañana su maestro no acudió a clase y juntaron a niños y niñas en el aula de estas últimas. Tenía cuatro años y le sentaron junto a una compañera mayor que él, de unos doce años. Ella acomodó sobre el pupitre una colorida lamina de las que se utilizaban para aprender a dibujar. "Quedé maravillado con aquellas ilustraciones", recuerda el artista. Fue su primer contacto con el arte. Aquella inocente inspiración le ha acompañado toda la vida, aunque acrecentada a base de estudio y planificación.

Felix de Magdalena, junto a la talla de Manuel Llaneza.

Felix de Magdalena, junto a la talla de Manuel Llaneza.

Las obras de Félix Magdalena salpican toda la ciudad de Mieres con una sencilla cotidianidad que incluso las hace casi intangibles. Suya es la icónica escultura del escanciador de Requejo, al igual que el monumento de la plaza de Goya, el monolito del Batán o el busto de Vital Alvarez Buylla que vela por el hospital comarcal. Son solo algunos ejemplos, ya que el recuento de los trabajos de Magdalena que adornan espacios públicos del concejo es larga, desde Turón a Rozamayor. Pero el peso de su aplaudida obra no se mide solo por su proyección vial. Son cientos los cuadros y esculturas que han surgido de la creatividad de este reconocido artista. Abarcar todo el legado es de por sí un reto monumental, que se ha materializado a través de un libro en el que lo biográfico sirve de peana a lo artístico. "No me resultó sencillo, pero al final he logrado hacer algo a mi gusto, recogiendo toda mi trayectoria personal, profesional y artística. Aunque soy muy crítico con todo lo que hago, el resultado es bastante digno", señala.

Félix Magdalena ha encabezado su compilación mediante dos conjunciones: "Contraste y armonía. Recuerdo y trabajos". El título es más descriptivo del contenido de lo que se intuye a golpe de vista: "Juego con dos palabras que parecen oponerse en su significado. Contraste significa condiciones opuestas y diferencias marcadas, ya que en mi personalidad se dan aspectos dispares que casi son contrapuestos, como el idealismo casi ingenuo y un realismo pragmático que surge a la hora de enfrentar los problemas". En cuanto a la armonía, el autor apunta que a través de ella ha logrado "hacer concordantes el equilibrio, la paz, el acuerdo y la euritmia".

Félix Magdalena, con su libro.

Félix Magdalena, con su libro.

El libro recoge un amplio apunte biográfico sobre el artista de Brañanovales, con referencias a su familia, a su paso por el colegio Aniceto Sela, la Academia Lastra, la Escuela de Aprendices y la de ingenieros de Minas. También repasa su vida laboral hasta acabar en el departamento de recursos humanos de Hunosa. No faltan referencias a sus viajes por toda Europa, fuente de inspiración para posteriores de trabajo.

Uno de las obras que más satisfacción generan al autor tuvo su germen en uno de estos viajes. Se trata del busto dedicado a Manuel Llaneza que talló hace 35 años y que, tras permanecer en las clausuradas instalaciones de la piscina que llevaba el nombre del fundador del SOMA, ahora luce en la Casa del Pueblo. "Me propusieron que hiciera algo para dar realce a las instalaciones y pensé que no había mejor propuesta que recordar a Manuel Llaneza", rememora. "Unos años antes, visitando en autocaravana el Berlín oriental, me había llamado la atención una escultura de grandes dimensiones con la cabeza de Marx. Me gustó y me sirvió de inspiración".

La escultura-retrato de Manuel Llaneza ha recibido muchos elogios por su parecido con el modelo. Y es que la destreza de Félix Magdalena a la hora de plasmar la personalidad del molde real llama la atención. El realismo impregna tanto su obra escultórica como sus pinturas: "Hay catedráticos del arte que no saben de los que hablan al criticar el realismo, ya que parecen no entender que el mérito del artista está en integrar todo el contexto, dando sentido al colorido y a la composición".

Un símbolo para Mieres

En el libro que acaba de tomar forma se recogen todas las esculturas que Félix Magdalena tiene en las calles de Mieres. No falta el escanciador de Requejo, que si bien el autor no la considera una obra artísticamente cumbre de su trabajo, sí reconoce su éxito simbólico. La estatua fue un encargo del que fuera alcalde de Mieres Vital Álvarez Buylla. Desde hace 40 años acompaña a los mierenses que diariamente acuden a Requejo tomar un culín de sidra. "Quise huir de la postura más o menos obligada y rígida que los escanciadores profesionales exhiben en los concursos, plasmando una forma común más desenfada y libre, como escancia cualquiera no especialmente profesionalizado", apunta el autor. Él ha logrado que la obligada rigidez de su muy planificada obra luzca como espontánea. Su trayectoria no cabe en estas líneas. Ni en un libro. No la contiene ni la ciudad de Mieres.

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