La planta de mascarillas de Morcín, a punto de ahogarse: está en liquidación porque vuelven a comprarse solo en China

"Es una pena, porque hay mecanismos para mantenerla abierta bajo mínimos", apuntan los responsables de Fortia

Un operario empaqueta mascarillas en la planta de Fortia cuando estaba a pleno rendimiento. | A. Velasco

Un operario empaqueta mascarillas en la planta de Fortia cuando estaba a pleno rendimiento. | A. Velasco

Andrés Velasco

Andrés Velasco

Argame (Morcín)

Llegaron a ser medio centenar de trabajadores, en tres turnos, y fabricando a destajo. Y no fue hace tanto, un par de años, cuando la pandemia apretaba y las administraciones, especialemente la regional, pidieron, casi rogaron, a una serie de empresarios asturianos, entre ellos el presidente de la Cámara de Comercio de Oviedo, Carlos Paniceres, que hicieran algo para no depender de las mascarillas chinas. La situación hoy es otra, en la nave de Argame quedan dos o tres operarios para proceder a un cierre ordenado.

La retirada de la mascarilla obligatoria en el sector sanitario va a ser la puntilla para Fortia. O al menos lo parece. Tras entrar en concurso de acreedores, la empresa está liquidando existencias y atravesando un proceso de cierre "lo más ordenado posible". La fábrica de mascarillas está en los extertores, pero todavía se agarra a un pequeño hilo de vida, por si llegara un inversor o las administraciones cumplieran las promesas que lanzaron cuando urgía la construcción de la fábrica, y consiguen mantener a través de una compra mínima, la producción en Argame.

El pasado diciembre, la empresa radicada en Morcín iba al preconcurso de acreedores. La relajación de las medidas de protección contra el covid hicieron que las ventas bajaran en picado. Y las administraciones públicas tampoco había cumplido su parte. Cuando les pidieron que montaran la fábrica de mascarillas -no solo la asturiana, también otra veintena repartidas por el territorio nacional.-, hubo promesas de que se iba a catalogar el sector como estratégico y que se garantizaría la supervivencia de estas plantas. A día de hoy, nada de nada. Incluso los concursos públicos que han salido no han tenido en cuenta a estas empresas, salvo en casos como en el País Vasco, y se han ido a comprar mascarillas a China.

"Nosotros no pedimos que se nos adjudiquen a dedo, pero sí que se busquen los mecanismos para que podamos sobrevivir, porque luego será tarde", apuntan desde Fortia. Indica la cúpula de la empresa que "hemos identificado hasta una treintena de clausulas sociales legales que se pueden incluir en las licitaciones y que para nosotros serían vitales para poder competir".

Tiempo extra

Carlos Paniceres explica a este diario que la situación es límite, más que eso. "Estamos intentando llevar un cierre ordenado, con dos o tres personas que quedan trabajando en la planta, intentando dar salida a la producción que teníamos en 'stock', y rematando para bajar la persiana", señala este empresario, al que se le percibe un tono de decepción. "Estamos intentando alargar la vida de la empresa todo lo que podemos, pero no parece haber solución", señala Paniceres, quien aún así, todavía guarda esa pequeña esperanza de que aparezca un milagrosos concurso del Principado o un inversor interesado en la planta que pueda salvarla. Aún así, no durará mucho. "No podemos seguir mucho más, y es una pena, especialmente por como nació y el carácter que tenía este proyecto", apuntaba Paniceres.

Carlos Paniceres, ante la planta de mascarillas de Argame. | Fernando Rodríguez

Carlos Paniceres, ante la planta de mascarillas de Argame. | Fernando Rodríguez

Y es que el nacimiento de Fortia viene, evidentemente, derivado de la pandemia. En un momento en el que el suministro de mascarrillas y epis (equipos de protección individual) dependía esencialmente de China y en el que lo que había escasez de material. Fue cuando Paniceres recibió una llamada para que liderase un proyecto para crear una planta de mascarillas en Asturias. Y ahí pesó más el corazón del sanitario que la cabeza del empresario. Porque aquella llamada, al presidente de la Cámara de Comercio lo pilló con el uniforme de Transinsa, su empresa de ambulancias, mientras trasladaba pacientes covid a los hospitales. Y tras dar el paso y confiando en las promesas, accedió. Busco socios y nació Fortia.

Pero no de cualquier manera. Una vez que se lanzaban a un proyecto de este tipo, también quisieron que tuviera otras dos vertientes de apoyo y necesarias. Por un lado, territorial. La planta estaría en las Cuencas. Paniceres siempre ha defendido su reconversión -fue uno de los defensores de la millonaria inversión en la telecabina de Pajares-, y para apoyarla, que mejor que radicar la empresa de mascarillas en los valles carboneros. Así, el lugar elegido fue el polígono de Argame. Y por otro lado, social, con la creación de un centro especial de empleo.

Hoy todo eso puede desaraparecer por falta de apoyos. Fortia se ahoga, apenas le queda un aliento. No ve salvavidas al que aferrarse. Pero no pierde la esperanza de que algún socorrista llegue. No falta mucho para el desenlace.

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