Las empresas del futuro germinan en Valnalón

Las necesidades personales, algo que puede parecer un problema, pueden convertirse en una oportunidad de negocio. Enzo y Luis son los hijos de Miriam Herrero y tienen problemas en la piel. A su madre le costaba mucho encontrar ropa que no dañase la piel de los niños, así que decidió que había que hacer algo, y esa decisión se tradujo en el proyecto de crear una empresa que fabrique y venda ropa confeccionada con algodón orgánico. Con esa idea se presentó al "Banco de Ensayos para Emprender" de Valnalón y fue uno de los elegidos junto a otros seis proyectos. Herrero, como el resto de los emprendedores, ha estado diez semanas dándole forma a la idea asesorada por los técnicos de Valnalón.

Los participantes en ese "banco" para ensayar proyectos que aspiran a convertirse en empresas presentaron ayer sus ideas en público. Ya han concluido el proceso y ahora tendrán que decidir si realmente salen al mercado o aún tienen que darle una vuelta más.

Entre los proyectos presentados, no solo el de Miriam Herrero se debe a una necesidad personal. Le ocurrió lo mismo a Verónica Sánchez, cuya idea "nació de la necesidad de conciliar la vida familiar y profesional". Así ha decidido que su futuro está en el desarrollo de una plataforma para la contratación y formación de personas trabajadoras del hogar.

Castigados sin postre

Beatriz Prieto es, como ella misma confesó, "del club de los castigados sin postre". Prieto es intolerante a la lactosa y no puede comer trigo, así que nada como poner en marcha una empresa centrada en la elaboración de postres saludables para personas con intolerancias alimentarias. En esa futura compañía te venden las tartas pero también los "kits" con los ingredientes y la receta para hacerla en casa.

Siguiendo con la nutrición pero ampliando el campo, está el proyecto de Cantia Gutiérrez, que tiene en mente poner en marcha nada menos que un centro sanitario. Quiere hacerlo en los Valles del Trubia "para llevar la salud a la zona rural". Cantia, de Santo Adriano, quiere ofrecer a sus vecinos servicios de dietética, fisioterapia y psicología.

Yoga aéreo

En el cuidado del cuerpo, pero también de la mente, en el bienestar, se centra la iniciativa de la gijonesa Marta Gisbert para quien el yoga ha sido una medicina. Por eso quiere que todo el mundo tenga al alcance su capacidad terapéutica, pero con una peculiaridad: lo que ofrece Gisbert es yoga aéreo, es decir, que se practica en el aire con una tela que cuelga del techo. La futura empresaria entiende cree que una buena opción es el yoga corporativo, así que piensa ofrecer sus servicios a empresas. Ocho de cada diez personas encuestadas por Gisbert durante el desarrollo de su proyecto en Valnalón "quieren que el yoga forme parte de su vida diaria". Buen comienzo. Ella hará todo lo posible, ilusión no le falta, tanta que ayer se emocionó y salió llorando a presentar su proyecto.

Permacultura

Manuel Fernández es de Pola de Lena y ha creado "La huerta del vago", un espacio en el que la agricultura ecológica va un paso más allá y se centra en ala permacultura y la agroforestía. Dicho en román paladino –que es lo que se busca en Valnalón, que el cliente entienda lo que le quieren vender–, lo que propone Manuel Fernández es un producto cien por cien ecológico, un huerto que siguiendo los ciclos de la naturaleza y la interacción entre distintas especies permita mejorar el producto.

Comunicación

Eva Fanjul, por su parte, ha trabajado muchos años en medios de comunicación y ha decidido reinventarse. Conoce de buena mano las dificultades que tienen algunas instituciones, empresas o personas para darse a conocer, así que quiere montar su propia agencia de comunicación especializada en copywriting y formación. En Valnalón ha encontrado, al igual que sus compañeros, las herramientas para saber las fortalezas y debilidades de sus proyectos. De eso se trata, de un banco de ensayos.

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