Higinio Aira, minero mierense retirado, ha publicado su primer libro con 90 años: "Quiero mantener vivo el recuerdo de los mineros a través de mis vivencias"
"De niños no había para comer y comíamos las naranjas podres que tiraban de los economatos"

Higinio Aira, con su libro, con el pozo Santa Bárbara al fondo. | LNE

Higino Aira (Turón, 1932) descubrió a los 88 años su pasión por la literatura. Ahora, pasados los 90, ha publicado su obra "El legado de un minero", una publicación autoeditada que presentará hoy viernes, a las 18.30 horas, en el Ateneo de Turón, en Mieres. También hará presentaciones en Riosa y Oviedo.
-¿Cómo surgió la idea de publicar el libro?
-Siempre me gustó contar mis vivencias de niño y adolescente, además de las relacionadas con mi profesión de minero. Y llevo toda la vida relatando estas historias, sobre todo a mis hijas, nietos y a quien se prestara en reuniones familiares y con amigos. Siempre me gustó hablar y aportar conocimientos. De hecho, la enseñanza a adultos es mi profesión frustrada. Empecé con 88 años a escribir, en plena pandemia, pensando en mis hijas, nietas y bisnietos, para que no cayeran en el olvido esas vivencias personales. En principio escribía como un hobby, por el simple hecho de tenerlo escrito de mi puño y letra. Mi mujer me decía: "¡Qué tanto escribes…!, parece que estés escribiendo un libro". Al final, poco a poco, amplié la escritura y era tanta la información escrita, que llegó un momento en que me animé a plasmarla en un libro.
- No es habitual encontrar un escritor novel de más de 90 años. ¿Cuándo se aficionó a la escritura?
-Empecé a escribir durante la pandemia del 2020, con 88 años. Esa época me hizo ver con toda su crudeza la fragilidad de la vida y al tener una familia numerosa y tener que estar encerrados en casa sin poder ver a los familiares el deseo de dar a conocer mis vivencias se hizo más fuerte. Viendo que los escritos eran interesantes para que las nuevas generaciones no perdieran de vista el modo de vida de sus antepasados, fue floreciendo la idea de que estas historias salieran de las paredes de la casa familiar y pudieran ser conocidas por todos para mantener vivo el recuerdo de los últimos mineros y de su forma de vida. Con este libro pretendo dar a conocer a las generaciones presentes y futuras lo que significaron esos años y esa forma de vida
-Apenas queda minería del carbón en Asturias. ¿Cómo ha vivido en cierre del sector en los últimos años?
-Cuando supe que el cierre era inevitable, lo viví con mucha pena, porque veía cómo se cerraba la minería del carbón y con ello la única fuente que se tenía antiguamente para poder subsistir. Además, era el trabajo que había desarrollado durante toda mi vida y lo que yo había conocido desde niño. Este panorama para mí era desolador. El año 2018 supuso el fin de la minería del carbón, aunque el declive de esta industria se inició ya en los 60, debido a la descarbonización exigida por la Comunidad Europea. Se cerraron 130 explotaciones en menos de tres décadas. Pero su previsibilidad no ha hecho que el desmantelamiento de la actividad minera fuera más fácil porque las comarcas mineras han basado su economía, e incluso su tejido social, en la mina. El cierre de las minas afectó indirectamente a muchos otros sectores y muchos jóvenes tuvieron que marcharse de Asturias en busca de trabajo, se abandonaban los pueblos y quedó una población envejecida. Para extinguir por completo la extracción de este combustible fósil y que antaño alimentó e impulsó toda la industria nacional hicieron falta sucesivos planes de reconversión de las cuencas mineras. Gracias a ellos y a las ayudas recibidas se han buscado soluciones o alternativas sostenibles a la descarbonización para el futuro de las cuencas mineras y poco a poco se va consiguiendo. Además, nos queda la revalorización de ese pasado minero, proliferando en los valles mineros los museos sobre minería o archivos históricos que dan valor a ese legado histórico, dando una oportunidad a las nuevas generaciones para que hayan podido, aunque no todos, sí alguno, quedarse en la tierrina.
-¿Es su libro una especie de recordatorio de los que fueron las Cuencas y la minería para Asturias y para España?
-Hay que decir que las cuencas de Asturias marcaron un hito en la minería del carbón, donde se extrajeron millones de toneladas de carbón a lo largo de ciento y pico de años que duró la explotación. Sin duda alguna, el libro es una especie de recordatorio de lo que ello significó porque es una obra autobiográfica recreada en entornos reconocibles aún hoy en día pero de otra época, la de la bonanza minera en Asturias y la decadente posguerra civil. Es la historia de mi vida, de mis vivencias, pero no es solo eso, sino que además es la historia de una época, de la minería española, porque cuenta mi historia pero dentro del contexto histórico que me tocó vivir. El libro da una visión de la realidad de la época, dando pinceladas sobre hechos históricos concretos, pero sobre todo se centra en lo que tuve que pasar, luchar y soportar para hacer frente a las adversidades que inevitablemente me iba encontrando. Lamentablemente, así eran esos años en los que desarrollé buena parte de mi carrera profesional, con grandes carencias en medios y en seguridad, pues anteriormente no había ninguna consideración hacia el obrero, con unos sueldos de miseria que en muchos casos no daban casi para sobrevivir. Me decidí por este título porque no deja de ser un legado sobre la vida de los mineros en general y la mía en particular.
-En la publicación narra sus vivencias, ¿algún momento especial que recuerde en la mina?
-Un hecho muy destacable y muy importante que repercutió en toda España es la «Huelgona» o «Huelga del silencio» en 1962, pues durante toda la jornada laboral todos los obreros permanecían sentados, sin mediar una palabra, sin voces ni insultos hacia nadie y la verdad que impresionaba ver allí sentados durante ocho horas diarias a los cuatrocientos o quinientos mineros durante los dos meses que duró esta huelga. Además, ello implicó un punto de inflexión en la minería, con mejoras laborales en seguridad y con ello la dignificación del trabajador estaba en camino. En lugar destacado están las tragedias mineras, por su repercusión dentro y fuera de la mina. Yo mismo sufrí tres accidentes, uno enterrado en carbón, otro atrapado sin salida y otra vez asfixiado por el gas grisú, en los que me tuvieron que rescatar. Mi propio hermano también sufrió otro accidente y a consecuencia del mismo se jubiló. Son momentos que no se olvidan. Y no se puede dejar de mencionar a la Brigada de Salvamento Minero, por ser un cuerpo de rescate único en el mundo.
-Supongo que en su larga trayectoria haya habido de todo, desde días tremendamente alegres a jornadas de lo más triste.
-Hay muchos momentos para recordar, tanto alegres como tristes. Por ejemplo, cuando de niño no teníamos para comer y comíamos naranjas podres que desechaban en un economato cercano tirándolas al río al no ser aptas para la venta, o cuando bebíamos agua de los charcos por donde pasaba el ganado, aunque éramos niños y no estábamos tristes, todo lo contrario. Un momento en el que me sentí muy feliz fue cuando comencé a trabajar en la mina con 16 años, pues comencé a ganar dinero y se lo daba a mi madre, porque se necesitaba en casa. Otro momento a destacar fue al aprobar la carrera universitaria de Facultativo de Minas, pues podía desempeñar el trabajo en la mina desde otra perspectiva y me propuse dignificar la profesión de minero y luchar contra las injusticias. Los momentos más tristes sin duda fueron para mí los accidentes que sufrí en la mina, de los cuales tuvieron que rescatarme. Y, por supuesto, las tragedias mineras que quedan impregnadas en la memoria colectiva de Asturias. En una ocasión, en Clavelina, un vigilante que estaba a mis órdenes que era una gran persona y siempre intentaba ayudar a los obreros, tuvo un accidente y murió atrapado entre unos vagones. Y al poco tiempo murió un hijo suyo en otro accidente, donde lo encontré yo mismo muerto debajo de un costero de varias toneladas. Además, otro hijo murió en la construcción, por lo que quedaron viudas y huérfanos en una misma familia en muy poco tiempo. En otra ocasión, murió mi mejor amigo en una mina de León y al poco muere su hermano atrapado entre el carbón en el pozo Santa Bárbara. Pero quería destacar que hubo muchos momentos alegres en el trabajo de obrero, pues el compañerismo y la solidaridad entre los obreros es tan grande que hacía más llevadero desempeñar un trabajo tan duro.
-Ahora que se ha animado a escribir, ¿habrá más libros?
-Quería comentar que en el libro expongo algunos hechos con datos y fechas concretas que creí necesario que constaran correctamente, por ello tuve que buscar diversa información en internet a través de una tablet o el móvil. Y si tenemos en cuenta que a mi edad no soy hábil con estos dispositivos electrónicos que no existían en mi época, puedo decir que fue todo un desafío para mí. Por otro lado, hace bastantes años tuve un accidente de tráfico, del cual recuperé el conocimiento en el hospital y me quedaron secuelas, afectando a mi memoria. Esto, unido a la edad que tengo en la actualidad, hace que los recuerdos, particularmente los más antiguos, se difuminen con el paso del tiempo. Así que tuve que hacer un esfuerzo extra para ir recordando cada una de las anécdotas y hechos que relato. Por todo ello, y con la edad que tengo, es poco probable que vuelva a publicar un libro, aunque … nunca se sabe.
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