Hunosa tiene previsto invertir 130 millones hasta 2028, y confía en ampliar plantilla si se firma el plan de empresa
La compañía pública aboga por un horizonte hasta 2050, con nuevos proyectos energéticos y creación de empleo
A finales de diciembre de 2024, y tras más de medio siglo sacando carbón de las entrañas de la tierra asturiana, Hunosa ponía fin a su actividad minera con el cierre de su último pozo vertical operativo, la mina de San Nicolás, conocida como Nicolasa, y ubicada en la localidad mierense de Ablaña. Este hito, sin embargo, no significa ni mucho menos la liquidación de la compañía, sino la apertura de nuevos horizontes vinculados a las nuevas energías limpias y a la descarbonización. La empresa pública se encuentra en plena negociación con los sindicatos de su plan para los próximos años, unas conversaciones que han agregado a un nuevo actor, la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), la máxima accionista de Hunosa, que liderará el diálogo con los representantes de los trabajadores. Pese a las diferencias entre ambas partes, la compañía pública tiene clara su apuesta de futuro, que ve al menos en 2050. Para los próximos años, hasta 2028, espera invertir más de 130 millones de euros.
Dice un refrán que cuando se cierra una puerta se abre una ventana, y eso es en lo que se lleva trabajando en la hullera pública para garantizar su supervivencia. El fin de la extracción de carbón era un hecho conocido ya desde hace tres lustros, cuando la Unión Europea ordenaba en 2010 el cierre de todas las explotaciones mineras no rentables antes del 1 de enero de 2019, entre ellas las de Hunosa. La hullera asturiana cerró todos sus pozos a 31 de diciembre de 2018, a excepción de Nicolasa, para el que consiguió una moratoria con el fin de suministrar combustible a la central térmica de La Pereda, también de su propiedad.
Esa moratoria terminaba a finales del pasado año, y con el proyecto para convertir la antigua térmica de carbón en una central alimentada a través de la biomasa (y también del CSR en un pequeño porcentaje) supuso el fin de la actividad minera. La puerta del carbón se había cerrado. Pero tal y como rezaba el citado refrán, las posibilidades para que Hunosa tenga futuro son varias, y ahora mismo son las que se exploran para fijarlas en un plan en el que los sindicatos piden que no solo se mantenga el empleo, sino que se amplíe, al tiempo que reclaman un plan social, la incorporación de los trabajadores de las subcontratas y un plan territorial para el desarrollo del suelo industrial y el asentamiento de empresas en las comarcas mineras que generen puestos de trabajo alternativos al carbón.
En este contexto, Hunosa pone sobre la mesa varias líneas de actuación, que permitirían, a día de hoy, garantizar la supervivencia de la empresa hasta al menos 2050. Eso sí, los términos son los que aún generan fricciones entre empresa y sindicatos. Pese a ello, y teniendo en cuenta que el papel todo lo aguanta, las intenciones de la firma pública van encaminadas a transformar la otrora empresa minera en una compañía energética.
Como primer paso, se marcan una inversión de unos 130 millones de euros hasta 2028. En estos fondos se incluyen importantes proyectos, como la finalización de la hibridación de La Pereda o la creación, en el recién clausurado pozo Nicolasa, de un gran parque energético vinculado a la energía hidráulica. Con estos proyectos, sumados a otras iniciativas de la propia Hunosa, la empresa entiende que se podría no solo mantener el actual nivel de empleo de la compañía, sino también ampliar la plantilla, algo que se haría por primera vez en las últimas décadas.
Además, entra en juego otro factor. Sadim, filial de diversificación de Hunosa, ha recibido la autorización para ejercer como medio propio del sector público en la restauración medioambiental de espacios mineros degradados. Este hecho permitiría que la propia empresa pueda recibir encargos de obras y aumentar también su plantilla.
Proyectos singulares
Al margen de lo citado anteriormente, las antiguas minas de Hunosa también están buscando una segunda vida. Hay ejemplos que ya son una realidad, como la transformación del pozo Carrio en un centro de investigación sobre el sector de la agroalimentación gracias al proyecto "AgroCarrio". En el pozo Santiago, en Aller, se plantea la creación de un almacén de datos, proyecto liderado por el Principado, y que sería el germen de la nube asturiana. O también la misma explotación, la creación de un Centro Nacional de Entrenamiento en Rescates, iniciativa que ha sido respaldada por el Congreso de los Diputados.
Con todo, el futuro de Hunosa, lejos hoy del carbón, parece que se va encauzando. Eso sí, empresa y agentes sociales deberán de sentar las bases para que ese cauce sea lo más sólido posible y que el río, aun si sufriese alguna crecida, no llegue a desbordarse.
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