Entrevista | Sebastián Álvaro Escritor, periodista y aventurero

Sebastián Álvaro: "Me agrada que me vean como un currante de la mina, no como un artista"

El periodista y aventurero estará el próximo sábado en Mieres para recoger el premio anual de "Espacio Cultural 19 10"

Sebastián Álvaro.

Sebastián Álvaro. / Cedida a LNE.

Mieres del Camino

Sebastián Álvaro Lomba estará el próximo sábado en Mieres para recoger el premio anual de "Espacio Cultural 19 10". La distinción busca reconocer sus más de 30 años como director de la serie "Al filo de lo imposible" ( RTVE), pero también valorar su trabajo solidario en Pakistán a través de la Fundación Sarabastall. Infatigable viajero, estos días esta en Sicilia (Italia), desde donde quiso, a través de este diario, trasladar amablemente un agradecimiento a los sociedad mierense. Una ocasión para hablar de su brillante trayectoria.

–¿Le sorprendió el premio?

-Siempre me he considerado un currante, no un artista de la comunicación. Sigo trabajando mucho en los ámbitos que a mí me corresponden, desde la escritura, al documentalismo, la radio o la televisión. Ante los que anteponen la suerte o el talento, lo intangible, yo siempre he dicho que lo que hay que hacer es picar en la mina, que hay que levantarse todos los días y ponerse a picar carbón. Por lo tanto, me parece cojonudo que alguien haya pensado en mí como un currante de la mina. Me satisface mucho, me agrada y tendré oportunidad de agradecerlo en persona el próximo día 22.

-Reinhold Messner y Krzysztof Wielicki recibieron el premio Princesa de Asturias de los Deportes en 2018. ¿Le sabe mal que montañeros españoles como Juanito Oirzabal no lo haya recibido?

-Yo presenté a Juanito dos veces para el premio. El problema es que para recibir un premio Princesa de Asturias no basta con merecerlo en tu disciplina. Tienes que estar en el momento oportuno, ya que compites con otra muchos deportistas que te pueden superar. Y luego también hay que tener en cuenta que Juanito muchas veces hace declaraciones intempestivas en ámbitos que no son de su competencia. Creo que eso no le ha ayudado. Ahora bien, Juanito se merecía de largo el premio Princesa de Asturias. Y me hubiera gustado que hubiera formado una terna con Bieliski y Messner . Falta un Princesa de Asturias a la imagen del montañismo español, a la cultura de la montaña.

-¿Se puede decir que la montaña es una cultura universal?

-Sí, claro que sí. Es la actividad deportiva que más anclada está a la cultura. No hay duda. Tenemos 300.000 federados en España , pero lo importante es que ha generado más libros, cuadros o músicas que cualquier otro deporte. La cultura de la montaña es una cultura universal que además trasciende el ámbito meramente deportivo. Subir montañas es más que un acto de atletismo. Es un acto emocional porque las montañas tienen carácter, tienen alma y esa alma surge de quienes las caminan. Todo va unido a la conservación del paisaje, algo que ningún otro deporte posee.

-¿Considera que "Al filo de lo imposible" ha sido una aventura?

-Yo creo que sí, pero yo tengo una mirada muy cercana y emocional. Creo que eso se juzgará pasado el tiempo, aunque ya hay gente que así lo considera. Pero debo decir que tengo muy poca nostalgia. Lo que hicimos en "Al filo" estuvo muy bien como producto de la televisión pública. Es decir, yo me considero, como empezaba diciendo, un trabajador de la televisión pública y la valoro como herramienta de educación y de cultura.

-¿En la montaña hay más riesgo extremo o más compañerismo extremo?

-Lo más importante es la solidaridad. El grado de riesgo debe subordinarse al grado de exposición y de compromiso. Hay que valorar la estética de la ruta que se hace, el compromiso que adquieres con la naturaleza y tu capacidad de estar a la altura de una montaña, digamos que poniendo en juego todas tus habilidades y todas tus fortalezas. Y todo esto tiene que ver con la solidaridad. Un alpinista, cuando le piden ayuda, está obligado a darla. Y por eso hay tanta gente hoy en día que, diga lo que diga, aunque hayan hecho vías muy duras, no son alpinistas. Esta gente no puede verse reflejada en lo que buscaba Irving y Mallory.

-¿Qué queda de ese espíritu de Irving y Mallory en las grandes caravanas patrocinadas con cientos de personas haciendo cola para llegar a la cima del Everest?

-Desde luego que no está retratado en esas caravanas de gente subiendo al Everest con oxígeno. Nada tiene que ver con el espíritu aventurero romántico de los pioneros británicos que fueron a principios del siglo XX. Pero ese espíritu romántico todavía pervive en el fondo del alpinismo y de muchos aficionados que hoy afrontan auténticas gestas de la escalada. Pero nada de eso pasa hoy por el Everest ni por Nepal, que se ha convertido en un nido de corrupción que permite saltarse todas las normas que ellos mismos han dado para la protección a la naturaleza y de protección a los parques locales. Eso es pura codicia. Es un circo de las vanidades de cuatro tontos que se creen que son Irvin y Mallory, por un lado, y luego cuatro codiciosos que se dedican sacar dinero sin importarle la vida a la gente. La parte superior del Everest tiene más de 300 cadáveres. Se está convirtiendo en un cementerio, en el cementerio más alto del mundo. Yo no soy un anarquista alocado que dispare en contra de las agencias de turismo, pero todo eso tiene que estar regulado como ocurre en los países civilizados.

-En esta sociedad esclava del éxito a toda costa, ¿cómo afrontar que darse la vuelta a 200 metros de llegar a una cumbre no es un fracaso?

-Pues contando la verdad. La verdad es que somos seres racionales diseñados para actuar inteligentemente. Y la inteligencia tiene que mandar sobre tus actos. Si te comportas de forma temeraria y estúpida en montaña, lo más probable es que mueras pronto y joven. Eso es lo que hay que contar. Y entonces, en todo momento, tienes que saber que, si tienes alguna duda, lo que tienes que hacer es darte la vuelta, sin más. La montaña va a seguir ahí y tú seguramente tendrás una posibilidad de volver a intentarlo. Y eso pasa por volver vivo a casa. Hay que machacar esto a los chavales jóvenes, que se creen más fuertes que nunca, olvidando que el músculo más importante es el cerebro.

-Es usted un buen conocer de las montañas asturianas. ¿Qué le sugieren?

-La primera vez que entré en Picos con el coche y vi esos barrancos, esas gargantas profundas, tuve la sensación de que se me iban a caer encima. Son montañas muy temibles, por mucho que no tengan gran altitud. Yo he tenido aventuras en el Karakorum y al final del día decir, joder, de esta me he librado. Pero eso mismo también me ha ocurrido en Picos. Son montañas que tienen nieblas frías, que te puede nevar... Tienes que llevar muchísimo cuidado. No te pueden despistar porque es muy fácil desorientarse si se pierde visibilidad.

-¿Qué nos puede contar del Proyecto Hushé que desarrolla en Pakistán con la Fundación Sarabastall?

-Empezamos hace 25 años y es de los proyectos más importantes que hacen españoles en Asia Central. Hushé es una aldea de 1.500 personas, con unos 500 niños y tenemos escolarizados al 93 por ciento. Eso en Pakistán es algo insólito. Cuando llegamos era como una aldea de la Edad Media . El verano pasado tuvimos la primera mujer universitaria. Tenemos más de 15 universitarios potenciales que van a ir saliendo y luego está la formación profesional. Hemos sacado las primeras matronas, maestras y hemos hecho el primer equipo femenino de alpinismo en Pakistán. En la zona es un gran faro.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents