Valentín Escobar, capitán de la Guardia Civil, acaba de jubilarse: "Hemos sabido adaptarnos y la gente nos quiere sentir cerca"

Tras 45 años en el Cuerpo, su último servicio lo ha prestado en Mieres, como jefe de la compañía

Valentín Escobar, el pasado viernes, en su despacho. | D. M.

Valentín Escobar, el pasado viernes, en su despacho. | D. M.

Mieres del Camino

El capitán Valentín Escobar (Teverga, 1964) acaba de jubilarse tras 45 años en la Guardia Civil. Su último servicio lo ha prestado en Mieres, como jefe de la compañía. Antes, había ejercido el mismo cargo en Avilés. La recta final de su larga carrera la ha desempeñado en Asturias, aunque antes le tocó recorrer casi toda España, incluido el País Vasco cuanto estaba azotado por el terrorismo de ETA. Escobar cuelga ahora un uniforme en el que lucen la cruz, placa y encomienda de la Real Orden de San Hermeregildo, siete medallas al mérito con distintivo blanco, otra al mérito policial y la distinción de protección civil. Pero el principal logro es el respeto y cariño que suscita entre quienes han trabajado con él.

¿Cómo empezó su relación con el cuerpo?

Con 16 años entré en el Colegio de Guardia Jóvenes de Valdemoro. Soy hijo del cuerpo, ya que mi padre fue guardia en Turón, en los años 70. Fue un caso poco común. Fue minero hasta los 30 años y luego entró a la Guardia Civil.

¿Cómo fue ser hijo de Guardia Civil en Turón en los conflictivos años setenta?

Pues tengo muy buenos recuerdos. Sin problemas. Posiblemente por su pasado como minero, mi padre se manejaba muy bien de guardia. Se movía bien entre ambos ambientes. Como anécdota puedo decir que cantaba tonada.

¿Que destacaría de su trayectoria? ¿Ha tenido muchos destinos?

Ingresé en el cuerpo en 1980. Con 19 años fui destinado a Proaza y al año siguiente me trasladé al País Vasco. Estuve en Guipúzcoa 5 años, ascendiendo a cabo. A principios de los noventa, ya como suboficial, trabajé en Valencia en pleno apogeo de la Ruta del Bacalao. Posteriormente me incorporé en Madrid a la Unidad Central de Investigación Fiscal y Antidroga, lo que conllevo que tuviera que trabajar en ocasiones fuera de España: en Colombia, Cabo Verde o Portugal, por ejemplo. Mi primer destino como oficial fue en Ibiza y luego estuve tres años en el equipo de delincuencia organizada de Madrid. Regresé a Asturias como teniente en 2007, en Avilés. Tras pasar por Palencia regresé a Avilés en 2020 ya como jefe de la compañía. En septiembre de 2023 llegué a Mieres, mi último destino.

¿Cómo se definiría profesionalmente?

Casi siempre he estado dedicado a temas de investigación, de organizaciones criminales y sobre todo de narcotráfico. Mi carrera ha sido muy operativa.

¿Qué recuerdos guarda de los años más duros del terrorismo etarra?

Perdí a dos buenos amigos y lo pasamos mal. Pero el trabajo es el trabajo, aunque sobra decir que nunca es agradable acudir al entierro de un compañero. Hemos ganado en seguridad con el fin de terrorismo, pero ahora el peligro surge de otras maneras. Hay conductores que no te paran en los controles, tienes mucho enajenado, más que antes. Te pueden salir con un cuchillo y te ves obligado a enfrentarte a situaciones muy delicadas. También está el peligro yihadista . En la época de ETA nos acostumbramos a vernos expuestos, y por ello, inconscientemente, tomas medidas , como controlar las matrículas de los coches. Y aún lo hago.

¿Qué momentos destacaría como especialmente gratificantes?

Han sido muchos. Pero lo que más me llena es todo lo relacionado con los servicios humanitarios. Me refiero a auxilios, rescates y localizaciones de personas desaparecidas. También es bonito ver que culminas con éxito investigaciones a las que han dedicado meses de trabajo. Pero si me tengo que quedar con algo es comprobar cada día que las personas que trabajan contigo pueden desarrollar su labor con seguridad y garantías.

¿Ha cambiado mucho la Guardia Civil?

El cuerpo siempre se ha sabido amoldar a los tiempos, a las situaciones políticas, y por eso hemos durado tanto. La gente se olvida que el único que nos quiso disolver fue Franco. Por algo será. Por lo demás, la estructura sigue siendo la misma. Lo que ha cambiado con los tiempos es la forma de trabajar. Han mejorado los medios, han mejorado los materiales. Y nos hemos ido también moldeando a la delincuencia, que también ha evolucionado.

Hábleme de esos cambios en la delincuencia...

En los años ochenta uno de los grandes problemas eran los atracos a farmacias y a bancos. Eran robos con violencia, sobre todo. Luego eso ha pasado ya a organizaciones un poco más, digamos, especializadas, que se dedican a robar por encargo. Ahora los robos se producen sobre todo en los vehículos. Y luego están los robos en el interior de viviendas, que antes no eran tan organizados. Ahora nos enfrentamos a bandas que se mueven por toda España y te vienen aquí, te hacen la campaña en Asturias y rápidamente se marchan, lo que dificulta mucho la investigación. Y también está la ciberdelincuencia, que ha venido para quedarse y es ahora mismo donde más estamos teniendo que trabajar. Se trata de un campo menos peligroso para los delincuentes y más productivo. Tampoco quiero olvidarme de la violencia de género, a la que ahora se presta mucha más atención.

¿Ha mejorado la imagen del cuerpo desde los años 80?

La Guardia Civil siempre ha sido bien vista. En el País Vasco sí sentías que la gente no te apreciaba mucho, pero yo creo que más por miedo que por otra cosa. Por lo demás, me he movido por toda España y nunca he notado animadversión hacia nosotros, al contrario. La gente nos quiere cerca, esa es mi percepción en las distancias cortas.

¿Cómo valora la incorporación de la mujer al cuerpo?

Para nosotros el proceso ha sido una auténtica revolución. La sociedad ha evolucionado . Las mujeres son un aspecto troncal de nuestra sociedad y, por tanto, esenciales en toda investigación y también a la hora de atender a la ciudadanía. Tengo que decir que no he visto ningún tipo de discriminación en la Guardia Civil por motivos de género. Somos de los colectivos que más respeta a la mujer.

¿Cambia mucho la delincuencia de una zona de Asturias a otra?

Hay factores de influyen. En las zonas con más industria y más viviendas vacías, segundas residencias, hay una mayor concentración de delincuencia. En las Cuencas, por ejemplo, hay muy poca delincuencia relacionada con los robos en viviendas, porque las casas están por lo general habitadas, con pocos chalés o urbanizaciones. La realidad es diferente al entorno de Gijón o de Avilés, que son territorios que sufren más en ese sentido. El robo de chatarra es brutal en el entorno de Arcelor.

¿Son las Cuencas un lugar tranquilo?

Sí, sin duda, Y también se puede decir eso de Asturias en general. La delincuencia es muy liviana. En la comarca del Caudal tenemos las típicas reyertas de vecinos, las típicas peleas y hurtos en supermercados. Puede haber un robo con violencia, que generalmente suele ser entre gente con deudas entre ellos. También puede surgir algún robo con temas de droga de por medio, pero no suele haber atracos. En el último año y medio recuerdo un robo en la farmacia de Figaredo que se llevaron 50 euros y poco más. Realmente Asturias es una zona muy tranquila y las Cuencas lo son aún más

No ha podido inaugurar el nuevo cuartel de Mieres, en obras. ¿Habrá que esperar mucho aún?

El futuro cuartel no solo hará el trabajo más agradable a la plantilla, además hará más cómodo y espacioso el servicio que demanda la ciudadanía y conllevará que Mieres disponga de un nuevo edificio de referencia. En cuanto a poner fechas, es complicado, ya que hay factores de tramitación administrativa ajenos a la propia obra que se pueden demorar mucho en el tiempo. Un equipamiento de estas características necesita de muchos permisos. Pero bueno, tal vez para principios del año que viene sea posible contar con el cuartel.

¿Que ha significado para usted ser guardia civil?

Ha sido un privilegio. Esta es una profesión vocacional, y puedo decir que la sensación de servir, de ayudar y proteger a la ciudadanía no tiene precio. Cuando uno trabaja en lo que le gusta, levantarse por la mañana significa disfrutar y los años pasan volando.

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