Así son los otros Huevos pintos (y cocidos) que se hacen en Rumanía

El artista Julián de Transilvania muestra en Sama una colección de piezas pintadas en su país, similares a las de Siero o Langreo

Sobre estas líneas, distintos huevos de Pascua rumanos. A la izquierda, Julián de Transilvania mostrando dos de las piezas. | D. O.

Sobre estas líneas, distintos huevos de Pascua rumanos. A la izquierda, Julián de Transilvania mostrando dos de las piezas. | D. O.

David Orihuela

David Orihuela

Langreo

No es lo habitual pero este año han coincidido las celebraciones de la Semana Santa católica y la ortodoxa. Esto ha llevado a Julián Gabriel Neagu –"Julián de Transilvania, como firma sus obras como escritor"– a querer dar a conocer en Asturias una tradición de su país, Rumanía, que entronca perfectamente con las costumbres del Principado. Los rumanos, cerca de 19 millones de personas, también pintan huevos durante la Pascua. Eso sí, hay una diferencia: "Allí, la mayoría son huevos cocidos, y a partir del domingo nos los comemos".

Huevos pintos (y cocidos) de Rumanía

Huevos pintos (y cocidos) de Rumanía

Julián de Transilvania acudió ayer al mercado semanal de Sama con una muestra de esos huevos. Reconoce que "muchos no son tan elaborados como los de Pola de Siero o Langreo", pero sí "son una representación" de lo que se hace en su país. "Las familias cuecen los huevos y los decoran con pinturas o directamente con pegatinas", explica. También, añade, "hay artesanos que los vacían y los pintan a mano con paisajes de distintos puntos de Rumanía, como Transilvania, o con dibujos típicos del país". Esos huevos, ya más trabajados, "llegan a exponerse en los museos".

Julián de Transilvania, que lleva quince años es Asturias, es coordinador de proyectos culturales del Centro Cultural Balada. Ha mostrado los huevos pintados rumanos en una exposición en la Casa de Cultura Escuelas Dorado de Sama y en el Mercado Artesano y Ecológico de Gijón, el pasado fin de semana. El lunes de Pascua volvió a Langreo, a Sama. Los huevos no estaban a la venta: "Solo buscaba dar a conocer una tradición de mi país e intentar ofrecer una imagen distinta de la que se tiene de Rumanía, que es un poco distorsionada", concluye.

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