Castillos, luchas de poder e insurrecciones: así era Asturias hace 1.300 años

El estudio de fortificaciones como las de Tiós (Lena) o Gauzón (Castrillón) arroja algo de luz sobre el "oscurecido" siglo VIII en la región

Recreación de una batalla entre dos caballeros asturianos.

Recreación de una batalla entre dos caballeros asturianos.

Pola de Lena

Una reciente investigación arqueológica ha determinado que los vestigios que durante décadas se vincularon con un castro localizado en Tiós (Lena) pertenecen en realidad a lo que fue un castillo construido en el siglo VIII. Este descubrimiento abre muchas posibilidades al estudio de una época que, pese a que alumbró lo que ahora es Asturias, se mantiene casi oculta entre tinieblas. Fueron los tiempos de Pelayo y del surgimiento de la monarquía asturiana, con Favila, Alfonso I y Fruela como primeros señores de un lapso histórico palpitantemente enigmático.

Iván Muñiz, en el exterior de la capilla de Santa Cristina de Lena | A. V.

Recreación del castillo de Gauzón. / LNE

"Si solemos calificar a los primeros siglos medievales como una edad oscura, el siglo VIII es la oscuridad de la oscuridad. Y esto lo convierte en el más fascinante de los períodos", apunta el arqueólogo Iván Muñiz, uno de los más reconocidos estudioso de la época. Remarca que analizar ese periodo requiere afrontar un viaje de regreso a lo que define como "un siglo de hierro", en el que una sociedad de clanes aristocráticos surgidos del derrumbe del Imperio Romano, tras un falso letargo, "son despertados bruscamente por la invasión musulmana y comienzan a forjar un reino que se construye a través de una guerra sin fin. Una guerra interna".

La reconstrucción de este tiempo no resulta sencilla desde la distancia temporal del presente. "Se trata de una etapa de la historia de la que tenemos muy poca documentación arqueológica, lo que subraya la importancia del hallazgo en Tiós", destaca Alfonso Fanjul Peraza, el investigador que está al frente del estudio que se desarrolla en Lena. En toda Asturias, la única reliquia de gran magnitud datada en el mismo periodo es el castillo de Gauzón (Castrillón). Ambas fortificaciones encierran información valiosa sobre cómo era la vida en aquella sociedad.

Alfonso Fanjul, junto a una maqueta del castillo de Tiós.

Iván Muñiz, junto a la capilla de Santa Cristina. / LNE

La investigación sobre el pasado de Asturias mantiene periodos muy poco conocidos, como el que va de la caída de Roma al año mil. "Esta carencia se acentúa en la Montaña Central, incluso en lugares tan estudiados como la vía de La Carisa, donde aún no se ha podido determinar con certeza quién y para qué se levantaron las fortificaciones del Homón de Faro datadas por las pruebas de carbono-14 entre los siglos VII y VIII", explica el historiador Ernesto Burgos, que se adentrado en esa época en varias de sus "Historias heterodoxas".

Entre las constataciones que parecen incuestionables está que, a principios del siglo VIII,con el nacimiento de la monarquía asturiana, los centros de poder eran los castillos, las iglesias y monasterios fundados por los señores, aunque la población no servil empezó a disponer de mayor capacidad y autonomía para establecer sus explotaciones y residencias en aldeas, castros y otras formas de asentamiento. La pirámide social situaba en su vértice a jefes locales y élites aristocráticas, mientras se fortalecían en la base las comunidades locales o aldeanas. "La información que tenemos sobre estas comunidades campesinas del periodo tardoantiguo no es muy abundante, pero nos refleja una heterogeneidad de formas de explotación del espacio, con la recuperación de castros, antiguos poblados de la Edad del Hierro o incluso la ocupación de cuevas en la frontera con León", destacan estudios de la Universidad de Oviedo.

El estudio de enclaves como los de Gauzón o Tiós es importante para poder comprender el desarrollo de lo que ahora es Asturias. El primero está más analizado, pero sus murallas siguen siendo inexpugnables. "Ignoramos qué papel jugó el castillo de Gauzón durante los días de la revuelta de Pelayo, en un panorama donde unos y otros seguramente se posicionaron en defensa de sus intereses respaldando la sublevación, o esperando los acontecimientos", señala Iván Muñiz.

Asturias desentierra su historia de castillos e insurrecciones

Asturias desentierra su historia de castillos e insurrecciones

Parece haber acuerdo sobre la abundancia de residencias fortificadas en esa época. "Residencias de señores que dominaban valles y montañas, en ocasiones ocupando el lugar de sus antepasados como líderes ancestrales, representantes de estirpes que procedían de un tiempo anterior a los días de Pelayo y que el reino de Asturias intentará asimilar, burocratizándolos como condes o magnates, para que se sienten junto al trono... y un día intenten ocuparlo", destaca Muñiz.

Pero Asturias era en el siglo VIII mucho más que campos de batalla surgidos de las intrigas políticas que se urdían en castillos fortificados. Si la región fue escenario de la última revolución europea, la de octubre de 1934, en el siglo VIII ya latía un espíritu insurrecto. Las crónicas más antiguas del Reino de Asturias hablan de una revuelta de los campesinos alrededor del año 770, levantándose contra sus señores durante el reinado de Aurelio, el único monarca cuya corte se sitúa en lo que son ahora las Cuencas y que da nombre a San Martín del Rey Aurelio. La traducción de las crónicas de la época (Albeldense ) lo narran así: "En su reinado los siervos se rebelaron contra sus señores, pero el rey con habilidad los redujo a su anterior servidumbre" .

Poco se sabe del siglo VIII en Asturias, pero los historiadores vislumbran entre la oscuridad un tiempo de castillos, lucha de poder e insurrecciones.

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