Trámites a medio hacer, colas para comprar velas y terrazas a rebosar: así se vivió en las Cuencas el día en que "se apagó todo"
La luz fue llegando de forma escalonada, primero en la comarca del Caudal

M.A.G. / A.D.
D. O. / D. M. / M. Á. G.
Y a media tarde... se hizo la luz. Los vecinos de las Cuencas han vivido una jornada cargada de tensión contenida con motivo del apagón que ha afectado a todo el país. Hasta la llegada de la luz (que se produjo de forma escalonada en los diferentes concejos) la incertidumbre fue la nota predominante, con numerosos vecinos aprovisionándose de comida, velas y hornillos. Otros se lo tomaron con más filosofía y llenaron las terrazas a la espera de que la normalidad se retomase.

Gloria Guerras, con el hornillo comprado en Sama. / M. Á. G.
A Jorge Arenas, trabajador del registro y la oficina de atención al ciudadano del Ayuntamiento de Langreo, el apagón le sorprendió en medio de un trámite. "Estaba terminando de hacer un registro justo en ese momento. Estaba imprimiendo un justificante a unos ciudadanos y cuando iba a salir de la impresora se apagó todo. Los tuve un rato esperando a ver si se arreglaba pero ya vimos que iba para largo".

Jorge Arenas, delante de su ordenador, apagado. / M. Á. G.
El centro salud de Sama, con el vestíbulo en penumbra y con los teléfonos mudos, ejemplificaba la extraña estampa dejada por el apagón. "De repente se vino abajo todo el equipo", relataba Aida Fombella, administrativo del ambulatorio langreano, que añadió: "Desgraciadamente, si no hay luz no hay ordenadores ni teléfonos ni nada. Y las neveras donde están todas las vacunas se estropearán". La falta de luz también afectó a la normal prestación del servicio en determinados casos. "Atendimos a una señora que había dado a luz recientemente, venía con un punto mal y eso lo podemos realizar".

Aida Fombella, en el centro de salud de Sama. / M. Á. G.
Los bazares y tiendas especializadas se comenzaron a llenar, generando importantes colas, a medida que el apagón se prolongaba. Los vecinos acudieron a aprovisionarse de artículos como velas, hornillos, pilas o linternas. "He comprado un camping gas porque no tenemos cómo calentar la comida ni dónde cocinar. También he comprado una radio para ver qué pasa. Espero que se solucione pronto. Mientras sea de día no estoy preocupada", indicó Gloria Guerras. Emilio Ferreduela, que acudió a comprar velas, mostraba su indignación. "Le diría a Pedro Sánchez que tenemos hijos y familia, no estamos en los años sesenta. Espero se solucione esto porque es vergonzoso. Espero que tomen alguna medida".
Lorena Iglesias trabaja en una farmacia de Sama y este lunes la actividad volvió a recordar a tiempos pretéritos. "Los médicos están haciendo recetas de papel porque la electrónica no va. Pero tampoco podemos cobrarles porque no tenemos acceso al listado de precios, así que como es gente que conoces estamos fiando para cuestiones que son urgentes. Otro problema son las neveras, que guardan insulina, vacunas o medicamento que necesitan frío como cremas antibióticas".

Coches pasando con las barreras bajadas en el paso a nivel de Ciaño. / M. Á. G.
Las barreras quedaron bajadas en algunos pasos a nivel, generando pequeños problemas de tráfico. Fue el caso del paso a nivel de Ciaño, en el que los coches tuvieron que ir pasando alternativamente para salvar la barrera que cortaba en paso en cada uno de los carriles. La maniobra era relativamente sencilla con los turismos, pero costó más con los autobuses. En la rotonda de Camellera, los camiones esperaban ante la imposibilidad de pasar a las instalaciones de Química del Nalón, también con las barreras del paso a nivel bajadas.

César Álvarez conversando con Ana Alves, vicepresidenta de la AMPA de colegio Beata Imelda-Santo Tomás. / M. Á. G.
César Álvarez, director del colegio Beata Imelda-Santo Tomás de La Felguera, pasó varias horas a la puerta del centro para informar a las familias, antes la imposibilidad de contactar con muchos de ellos por teléfono. "Estamos funcionando por el boca a oreja, con las personas que se acercan por aquí. Hemos tratado de funcionar con normalidad y los más pequeños ni se han enterado. Incluso hemos llegado a tiempo para poder calentar la comida de los alumnos que se quedan al comedor".

Los ediles Marina Casero, José Antonio Cases y pablo Álvarez siguiendo las noticias en la radio de un coche. / D. O.
Poco después de producirse el apagón, el Ayuntamiento de Langreo activó un gabinete de crisis "ante posibles efectos desconocidos", explicó el alcalde en funciones, José Antonio Cases, que estos días toma el mando del consistorio ya que el regidor, Roberto Marcos García, está de viaje en China. Cases convocó alrededor de las dos de la tarde a todos los departamentos municipales implicados en la crisis. Así se creó un grupo con representantes de la Policía Local, Oficina Técnica, Servicios Informático, Protección Civil y Obras. Además, señaló Cases, "se habló con Aguas de Langreo que contrató un generador de emergencia para garantizar el abastecimiento regular y permanente". Aguas de Langreo ya dispone de un generador de emergencia pero ante la gravedad de la situación se optó por hacerse con otro para cubrir cualquier incidencia con el dispositivo habitual.
El grupo permaneció reunido de forma permanente durante toda la jornada. Hasta las tres de la tarde lo hicieron en el Ayuntamiento y posteriormente se trasladaron a la comisaría de la Policía Local, donde siguieron por radio todas las informaciones que iban llegando desde diferentes puntos. Además de los técnicos, en el gabinete de crisis estaban representados todos los grupos políticos municipales. "Se les avisó desde el primer momento", indicó Cases. Los servicios de emergencia no registraron incidentes reseñables en Langreo y el teniente de Alcalde destacó "la tranquilidad y la responsabilidad con la que los ciudadanos han sobrellevado el apagón"
En Mieres fue de los primeros lugares en recuperar el suministro eléctrico. Poco después de las cinco de la tarde la luz retorno a los hogares y comercio, aunque la conexión a internet siguió dando muchos problemas. Las horas de apagón se vivieron sin grandes complicaciones.

Manuel Suárez, en su tienda de Mieres. / D. M.
Los comerciantes recuperaron las antiguas formas de trabajar: "Al final tiramos de hoja y lápiz para los cálculos y al que no tiene metálico le dejamos a fiar", apuntaba a primera hora de la tarde Manuel Suárez mientras despachaba clientes en su tienda de Vega de Arriba, utilizando una báscula eléctrica para pesar los productos. En las gasolineras fue donde más se notó el problema. La mayoría de equipamientos tuvieron que cerrar los accesos, ya que se encontraron con mucha demanda: "La gente quiere entrar aunque no haya gasolina y te pide pan o un refresco", indicaba el trabajar de unas de las gasolineras más próximas al casco urbano. "Si esto dura dos o tres días el país se hunde", aseguraba ayer uno de los conductores que ayer, sobres las dos de la tarde, intentó repostar sin éxito en Mieres.

Una estación de servicio, cerrando en Mieres. / D. M.
Todos los ayuntamientos de las Cuencas tomaron medidas de ámbito local para intentar trasladar tranquilidad a los vecinos. En Lena, por ejemplo, la Policía Local mandó patrullas por todo el concejo para informar de la situación y ofrecer ayuda si alguien lo necesitaba: "Lo que más nos inquietaba era que alguna persona mayor pudiera necesitar algo y verse sola", explicó a este diario la alcaldesa, Gema Álvarez. En Lena el apagón coincidió con la celebración de la popular romería de La Flor, que reunió a cientos de personas en Piedracea. "Aquí nadie echa en falta la luz, pero que no falte la sidra", señalaba Berto Gómez en el momento en que empezó a correrse por el "'prau" la noticia del apagón, aunque en ese momento aún no se intuía la gravedad y magnitud del mismo.
Si en Mieres el suministro eléctrico retornó a media tarde, en el resto de las Cuencas la luz regresó de manera escalonada. En Sama se hizo esperar hasta casi las ocho de la tarde. “Esto hay que celebrarlo”, apuntaban un grupo de amigas mientras daban cuenta de un surtido de pasteles en un céntrico establecimiento de la localidad. En realidad, habían quedado antes del apagón: “Teníamos pendiente la reunión desde Pascua, pero ahora tenemos más motivos para festejar, ya que ha sido un buen susto, aunque no hemos dejado que nos amargue el día”.

Un grupo de amigas, celebrando el regreso de la luz con pasteles en Sama. / D. O.
A Ramón López la vuelta de la luz le pilló tomando un café en el bar que frecuenta a pocos metros de su casa: “Menos mal que ha vuelto el suministro, porque mi mujer me dijo cuando salí después de comer que lo primero de todo comprase un hornillo de gas en una ferretería y lo dejé para la vuelta del paseo, con tan mala suerte que cuando fui ya se había agotado, según me dijo el dependiente” .

Elena Pando e Iván Rodrigues, con un cliente en Sama tras colver la luz. / D. M.
Durante las horas que duró el apagón, la ansiedad y el miedo se apoderaron de muchas personas. La preocupación se tradujo en una necesidad compulsiva de adquirir productos de primera necesidad, empezando por alimentos. “Aquí nos han dejado nada: ni chorizo, mortadela, jamón...Hubo un momento que la gente se puso nerviosa”, explicaron tras retornar a la normalidad Elena Pando e Iván Rodrigues, dependientes de una conocida tienda de Sama especializada en fruta y productos de la huerta: “Muchos clientes no entendía que no podíamos venderles cosas que se necesitasen pesar, ya que nuestras básculas son eléctricas, pero no quisimos cerrar para atender a quienes necesitaban otras cosas”. El gesto con los clientes los obligó luego a alargar la jornada laboral: “Cuando cerremos tendremos que introducir en ordenador todas las operaciones que apuntamos a mano a lo largo día”.

Colas en una heladería de Sama. / D. O.
Otros muchos prefirieron tomárselo con calma y disfrutarse del terraceo de un helado para aprovechar el buen tiempo. Y tratar así de llevar con filosofía un 28 de abril que será difícil de olvidar.
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