"El precio psicológico" del reportero de guerra: Manu Brabo y Álex Zapico explican en Laviana las dificultades de los fotoperiodistas en los conflictos

Ambos participaron en el I Simposio de Seguridad y Salud en el Fotoperiodismo y Medios de Comunicación

Por la izquierda Manu Brabo, Barbara Alonso, y Álex Zapico, durante la charla. | A. VELASCO

Por la izquierda Manu Brabo, Barbara Alonso, y Álex Zapico, durante la charla. | A. VELASCO

Andrés Velasco

Andrés Velasco

Pola de Laviana

"Uno de los riesgos menos evidentes (para un reportero de guerra) es el precio psicológico y emocional que se arrastra de los conflictos". Con esta crudeza explicaba el fotoperiodista Manu Brabo, premio "Pulitzer" en el año 2013, una de las grandes consecuencias, más allá del riesgo vital, que conlleva ser un reportero de guerra. El fotógrafo, nacido en Zaragoza pero asturiano de corazón, compartió mesa redonda con su compañero Álex Zapico dentro del I Simposio de Seguridad y Salud en el Fotoperiodismo y Medios de Comunicación, organizado por la Asociación Profesional de Fotoperiodistas Asturianos (APFA) en el Cidan de Pola de Laviana.

En una charla conducida por la periodista Bárbara Alonso, ambos fotógrafos compartieron su visión sobre el sector, sobre el periodismo de guerra, sobre sus motivaciones y sobre las necesidades y riesgos a los que se enfrentan estos profesionales.

Bajo este contexto, Brabo explicó que se encontraba en un periodo de recuperación emocional: "Me niego a trabajar hasta que no me encuentre bien", dijo. Lanzando también un mensaje sobre la situación actual de muchos fotógrafos, que trabajan como autónomos o falsos autónomos: "Esto es una baja pagada por Manu Brabo".

En la misma situación dijo sentirse Álex Zapico. "Estoy pensando qué hacer o a dónde ir", indicó, tras haber llegado hace unos meses de Cisjordania. "La verdad es que cada vez que llego a casa y estoy con mi familia digo que se acabó, pero luego siempre vuelvo", añadió.

Manu Brabo, durante la charla.

Manu Brabo, durante la charla. / A. Velasco

Cuestionados por el primer consejo que le darían a alguien que vaya a ir por primera vez a trabajar a una guerra, lo tuvieron claro: "No vayas". "Jugarte la vida por una foto es estúpido, pero hacerlo por una foto sobreexpuesta es más estúpido aún", apuntó Brabo.

Mencionaron los fotoperiodistas también la importancia de hacer cursos específicos de supervivencia, "que te pueden dar esos 10, 15 o 20 minutos vitales para salvar la vida". Y llevar un equipo adecuado, que debería de pagar el medio de comunicación y no ellos mismos como se ven obligados a hacer. "Para estar en el frente hay que estar alimentado, descansado y tener un transporte adecuado, y eso conlleva unos gastos muy importantes", afirmaba Brabo, que agregaba que no tener estas necesidades cubiertas puede resultar un riesgo mortal en un territorio en guerra.

Otro de los consejos que ofrecieron fue el de no identificarse como periodista. "Somos objetivos prioritarios en una guerra", dijeron ambos, que han llegado a entrar a países incluso en maleteros, caso de Zapico. Brabo, por su parte, ironizó con su secuestro en Libia en 2011: "Mi entrada en el país no estaba registrada, pero sí la salida".

La moderadora les preguntó sobre la situación del sector. Ambos profesionales Hablaron largo y tendido sobre los problemas del sector del fotoperiodismo y su relación con los medios de comunicación, y pusieron sobre la mesa la necesidad de crear un sindicato, tanto a nivel regional como nacional, que canalice toda esta situación. Y entre todas las reflexiones que dejaron, una frase que a cualquier reportero de guerra le quedaría grabada a fuego: "El alma también sangra, y ahí no hay torniquetes".

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