Presentando a un gran actor: Ricardo Díaz
El intérprete nació en Blimea hace ya 91 años y participó en películas como "La tía Tula", "Con el viento solano" o "Mi hija Hildegart"

Presentando a un gran actor: Ricardo Díaz
Aunque el título de esta historia pueda parecerles pretencioso, lo cierto es que el texto que sigue bien puede considerarse como una presentación, porque puedo afirmar que la biografía cinematográfica de Ricardo Díaz es casi desconocida en la Montaña Central.
Hace pocos días, Juan Carlos García Palacio me enseñó un recorte de prensa de los años 80 donde el nombre de este actor nacido en el Valle del Nalón figuraba en el reparto de una película que fue muy popular en los años de la transición; después fueron apareciendo más referencias y, ante la importancia que iba tomando su currículo, consulté con Avelino Fernández Suárez, uno de los miembros de la tertulia langreana Sala Oscura: para él también fue una sorpresa encontrarse con este personaje.
Sala Oscura es algo así como una pequeña Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de andar por casa; desarrolla una interminable lista de actividades relacionadas con el mundo de la gran pantalla y desde hace ya 35 años sus miembros vienen reuniendo un impresionante archivo sobre todo lo relacionado con el séptimo arte. Así que, entre todos hemos pergeñado este perfil de nuestro artista como un primer paso para reclamar el homenaje que se merece.
Ricardo Díaz nació en Blimea hace ya 91 años y tuvo una vocación tan temprana que según contó en una ocasión nació el día en el que su madre lo llevó a La Felguera para que un fotógrafo le hiciese un retrato y ya quedó fascinado por la cámara.
En su adolescencia cursó el bachillerato en el Colegio Auseva de Oviedo y después se trasladó a Madrid para seguir sus estudios en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas, que había sido creado en febrero de 1947 y desde 1962 conocemos como Escuela Oficial de Cinematografía (EOC).
En este centro se cursaban entonces siete especialidades (dirección, cámaras, producción, interpretación, decoración, sonido y laboratorio) combinando las clases teóricas con diversos ejercicios prácticos. Allí, Ricardo tuvo la oportunidad de conocer, como profesores o como alumnos, a muchos de los cineastas más importantes del siglo XX español.
Encontramos sus primeras interpretaciones en 1959, en el cortometraje "La cinta" de apenas 19 minutos, firmado por Horacio Valcárcel, que luego sería guionista habitual de José Luis Garci y de otros directores de prestigio y estuvo nominado a los premios Goya en cinco ocasiones. También, el mismo año, ya tuvo un papel muy pequeño en "La casa de la Troya" dirigida por Rafael Gil, con Arturo Fernández y Ana Esmeralda y en 1960 otro en "La quiniela", de Ana Mariscal. Por fin, también en 1960, pudo cobrar treinta mil pesetas por interpretar a un chofer en "El traje de oro" de Julio Coll, donde trabajó con el torero Chamaco, Alberto Closas y Carlos Larrañaga.
Al mismo tiempo, colaboró en el teatro, con Tina Gascó y Conchita Montes, y también hizo publicidad para un conocido detergente en la televisión de la época; pero lo suyo siempre fue el cine, porque daba bien el tipo de personaje duro con sus facciones marcadas y su espeso cabello negro. En esos años, los directores norteamericanos empezaron a elegir España para sus grandes producciones y fue llamado en varias ocasiones para papeles de cierta importancia que perdió por su desconocimiento del inglés.
Para superar este hándicap, decidió aprender este idioma en la misma Inglaterra mientras se ganaba la vida lavando platos, como camarero, barrendero e incluso dando clases de Educación Física. Regresó dos años más tarde y se presentó al casting de "55 días en Pekín": sufrió un nuevo desengaño, en esta ocasión porque no contrataban actores españoles, lo que le hizo pasar un mal momento y replantearse muchas cosas.
Después fue actor de reparto en otra decena de películas, entre ellas "La tía Tula", de Miguel Picazo; "Con el viento solano" de Mario Camus (una de mis películas favoritas), o "Fantasía… 3" de Eloy de la Iglesia. Hasta que por fin, en 1966 llegó su primer papel importante: "La aventura de Las Islas Cíes", rodada en Pontevedra por Luis María Delgado, que contaba en su reparto con José Bódalo y Nacho Pidal. A esta la siguieron la coproducción hispano-italiana "Frontera al Sur"; "Las salvajes en puente San Gil", que fue el debut en la dirección de Antoni Rivas, y "Club de solteros" dirigida por el asturiano Pedro Mario Herrero. Aquel año por primera vez en mucho tiempo, volvió satisfecho a Blimea para pasar las Navidades con los suyos.
A lo largo de su carrera, Ricardo Díaz ha aparecido en alguna que otra serie de TV y su nombre figura en más de 25 trabajos cinematográficos con las temáticas más variadas. Por ejemplo, en 1967 intervino en "Frontera al sur" de José Luis Merino, uno de aquellos western que se rodaron con colaboración italiana; en 1968 en la cinta de aventuras "Eva en la selva" de Jeremy Summers y Robert Lynn, coproducida con el Reino Unido y donde actuó Christopher Lee; también en "Comando al infierno" del mismo José Luis Merino, ambientada en de la II Guerra Mundial, con una curiosa intervención de Rafaella Carrá.
Ese mismo año, participó en "Los pájaros van a morir al Perú", en la que Jean Seberg interpretaba a una ninfómana y estaba dirigida por su marido Romain Gary. Y ya en 1969 tuvo un papel importante en "Esa mujer" de Mario Camus, con Sara Montiel en el papel de la hija de una monja misionera que había sido violada por los nativos.
Ricardo ha declarado que para los actores debe ser más importante el contacto diario con la gente, con la vida y la existencia humana que conocer la historia de la literatura o del teatro, manifestando su gusto por el cine social y, especialmente, por Michelangelo Antonioni. En esta línea, en 1970 fue uno de los protagonistas de "Prana", dirigida por Raul Peña. Un melodrama donde una esposa (Claudia Gravy) se arriesga a tener una aventura con un trabajador de la fábrica de su marido, porque este no puede darle un bebé, y se encuentra con que el trabajador también es impotente. "Prana" fue seleccionada en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y está considerada por algunos como película de culto.
En el último franquismo y la transición sus intervenciones más reseñables estuvieron en "Condenados a vivir", un western a la europea rodado en el Pirineo de Huesca por Joaquín Luis Romero Marchent con un reparto encabezado por Emma Cohen y Robert Hundar; "La lozana andaluza" de Vicente Escribá; "Climax (amenaza en las aulas)" de Francisco Lara Polop; "Mi hija Hildegart", a las órdenes de Fernando Fernán Gómez y "La capilla ardiente", coproducción hispano-mexicana dirigida por Carlos Puerto, en la que se adentró en el terror sobrenatural.
A principios de los ochenta lo vemos en "La patria del rata", un clásico del llamado cine quinqui, bajo dirección de Lara Polop y en "Mar brava", rodada en la costa asturiana por Angelino Fons con Alfredo Mayo y Jorge Sanz. Luego, fue el protagonista de "El fontanero, su mujer y otras cosas de meter" una de aquellas cintas de erotismo cutre clasificadas "S" que nos ayudaron a quitar las telarañas del nacional-catolicismo. Y tuvo una participación destacada en "Los pornoaficionados", "El orgasmo y el éxtasis" y "Apocalipsis sexual".
También rodó en 1982 "Los diablos del mar" donde Juan Piquer Simón adaptaba una obra de Julio Verne, con Patty Shepard y el allandés Frank Braña. Y en 1983 "La loca historia de los tres mosqueteros" de Mariano Ozores. De esta película contó más tarde que le habían dado el papel a pesar de su respuesta cuando en la productora le preguntaron si luchaba a espada y montaba a caballo: "Para un producto subdesarrollado como va a ser esta película sí, para un producto digno ni soy buen jinete, ni buen espadachín".
Ricardo Díaz hizo su última aparición en "Good morning Babilonia" rodada por los hermanos Taviani. El 17 de marzo de 1988 concedió una entrevista a LA NUEVA ESPAÑA en la que se anunciaba su retirada criticando la mediocridad de los guiones y de la mayoría de los directores españoles de aquel momento, salvando a Saura y a Garci. Cansado de muchas cosas, su intención era dedicarse a una vida ociosa y de relajo "que me cuesta poco dinero porque tengo pocas necesidades". Vaya desde aquí nuestro reconocimiento.
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