De Madrid a Caborana, el relato de una familia que decidió dejar atrás el "calor extremo y los atascos": "Hemos encontrado nuestro lugar en el mundo"

María Montero y Jorge Pascual se trasladaron con sus tres hijos: "Hemos ganado calidad de vida"

Jorge Pascual y María Montero, en una ruta con sus hijos Iris, Elsa y Eros.

Jorge Pascual y María Montero, en una ruta con sus hijos Iris, Elsa y Eros. / Cedida a LNE

Andrés Velasco

Andrés Velasco

Caborana (Aller)

"Estamos enamorados de Asturias, de su gente y de la forma en que nos recibieron". Son palabras de María Montero. Junto a su marido y sus tres hijos, decidieron hace poco más de dos años abandonar la masificación de Madrid y trasladarse a Caborana donde, confiesa, han encontrado "su lugar en el mundo".

La familia de María Montero y Jorge Pascual es uno de los ejemplos de personas que han elegido el concejo de Aller para vivir y que han contribuido a frenar la caída de población imparable que lleva sufriendo el municipio (y las Cuencas en su conjunto) desde hace varios lustros, y cuya tendencia se acaba de romper.

Su historia de amor con las cuencas mineras arrancó casi por casualidad. La pareja se dio cuenta de que estaban ya cansados de la vida en su Madrid natal. "Nos vimos un poco sobrepasados por la ciudad, el calor extremo, los atascos… Un poco la vida que llevábamos allí", explica Montero. En este momento, sus ojos se abren e irradian felicidad. Lo hacen justo cuando iniciar el relato del cómo llegaron a Caborana. "Compramos una casita para disfrutar de las vacaciones, de la naturaleza, pero luego nos planteamos que podía ser nuestro lugar para vivir", señala la joven.

María Montero e Iris Pascual en su casa de Caborana Aller aumento de población nuevos vecinos

María Montero e Iris Pascual en su casa de Caborana. / A. Velasco

"Cada vez que veníamos era paz, tranquilidad, los vecinos eran encantadores; nos habían acogido muy bien", prosigue, para apuntar que "una vez que por los trabajos que teníamos era factible pedir un traslado, nos decidimos". Así, en sus empresas, una ligada al sector comercial y otra al mantenimiento, les dieron el beneplácito. Hicieron las maletas y llegaron a Caborana.

María Montero, de 39 años, y Jorge Pascual, de 42, tienen tres hijos: Eros, que pronto cumplirá los 8 años, Elsa, cerca de los 11, y la mayor, Iris, que ahora alcanzará la mayoría de edad. "Pensamos que quizá a la mayor se le iba a hacer más difícil, pero la verdad es que ninguno quiere volver a Madrid por nada del mundo", confiesa Montero. La adolescente lo corrobora: "Me quiero quedar a estudiar la carrera aquí, prefiero no tener que volver a vivir a Madrid". Porque para esta familia, la vida, ahora, "es maravillosa". Puede poner muchos ejemplos de los motivos que la llevan a decir eso.

Calidad

La pareja vivía en Torrejón de Ardoz, a poco más de 30 kilómetros de Madrid, donde él trabajaba. Una distancia prácticamente clavada a la que separa Caborana de Oviedo, donde lo hace ahora. "Antes perdías buena parte de la vida para ir y volver a trabajar, y ahora la diferencia es enorme", señala Montero. Si se mide en tiempo, casi la mitad. Entre distancias, atascos, aparcamientos y demás, Torrejón-Madrid era casi una hora. De Caborana a Oviedo, media. "Hemos ganado calidad de vida", agrega.

La mujer se apoya en el muro del bonito "chill out" de su casa allerana y reflexiona sobre lo que les ha aportado venir a Asturias. "Nos gusta mucho la naturaleza, aquí tenemos la posibilidad de hacer rutas, ir a la playa, hacer mucho deporte, ir a la montaña a esquiar…", enumera con una sonrisa que evoca los recuerdos felices de los dos últimos años en Aller.

María Montero reconoce que ahora mismo, recomendaría a cualquier persona lanzarse a la aventura que ella junto a su familia emprendió: “Al final, piensas que en la gran ciudad lo tienes todo mucho más a mano y que va a costar adaptarse a un pueblo, pero puedo decir que para nada”. “Desde como nos acogieron y nos tratan, al colegio, a las actividades extraescolares, la seguridad de los niños…”, indica, para agregar que “todo es muy familiar, todo el mundo cuida de todo el mundo, hay mucha más empatía que en las grandes ciudades, donde a veces ni sabes quien vive en frente”.

 “Cuando llevábamos apenas dos semanas viviendo aquí, le dije a mi marido que cómo podíamos haber estado tantos años perdiendo la vida en la ciudad”, confiesa María Montero. Ahora miran al futuro con otra perspectiva. Desde Caborana, la de los montes alleranos que se han convertido en la postal de su vida

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