En recuerdo de Arcadio Gutiérrez, mierense sencillo de retos difíciles que dirigió el Club Español de la Energía

Arcadio Gutiérrez Zapico.

Arcadio Gutiérrez Zapico. / LNE

Club Español de la Energía

Los integrantes del equipo del Club Español de la Energía despiden con dolor a quien fuera su director general desde 2012, el asturiano Arcadio Gutiérrez Zapico, natural de Mieres. Disfrutaba en las dificultades y sacaba lo mejor de cada una de las personas que trabajaban con él.

Arcadio Gutiérrez Zapico falleció el pasado domingo, 8 de junio. Fue director general del Club Español de la Energía desde 2012, y nos deja un tremendo vacío.

Asturiano. Sobre todo, asturiano. Luego ya venía todo lo demás. Al menos para él, que con tanto orgullo hablaba de su tierra, de Turón, de Mieres, de cómo recorría varios kilómetros para ir al colegio, de cómo su profesor llamó a sus padres para decirles que este guaje servía para estudiar, o mandaba fotos de Gijón para enseñarnos el día que hacía, o el tamaño de las olas del mar.

Desde el primer día nos dimos cuenta de que había llegado un jefe que nos iba a hacer pensar mucho. Un ejemplo ilustrativo fue la primera experiencia de uno de nosotros con Arcadio recién llegado al Club, cuando le pidió ideas para un discurso del entonces presidente de la Asociación para uno de los eventos que celebrábamos. Al poco tiempo de entregárselo, Arcadio le llamó a su despacho. "No me gusta", dijo. Le preguntó por qué no le gustaba. Con una sonrisa de las suyas que incluían un brillo en los ojos, le devolvió el papel y le dijo, "no lo sé, dímelo tú". Después de darle muchas vueltas volvió a hablar con Arcadio para decirle por qué pensaba que no le gustaba y cómo podíamos cambiarlo. "Puede ser muchacho, haz los cambios y sigue dándole a la cabeza".

Un hombre riguroso

Cada programa de jornadas o cursos, cada presentación o cualquier papel que publicábamos llevaba detrás decenas de borradores. Especialmente si tenía que ver con el Seminario de La Granda. Arcadio siempre buscaba rigurosidad y ecuanimidad, y que el resultado de nuestras actividades fuera del máximo interés. Que reflejase una visión completa de cada materia, e integrase todas las sensibilidades y opiniones del sector. Para ello, hablábamos con unos y con otros, escuchábamos sus "teóricas", como él decía, sobre cómo funcionaban las cosas y leíamos cientos de documentos. Cuando ya pensabas que sabías los entresijos de la cuestión, te hacía alguna pregunta que no sabías contestar o que explicabas mal. "No entiendo lo que me estás contando, y eso es porque no lo has entendido bien". De vuelta al despacho.

Profesionalmente era muy exigente. No existía el "eso no se puede hacer", y siempre nos llevaba hasta más allá de lo que nosotros considerábamos nuestros límites. Él, persona extremadamente inteligente, sabía hasta donde podía llegar con cada uno. "No vengas con un problema hija, ven con una solución". Cuando terminabas una actividad, inmediatamente nos ponía a trabajar en la siguiente, a estudiar el reciente Real Decreto publicado, a pensar cuáles eran los 30 temas de mayor actualidad del sector para Cuadernos, o el protocolo de las mesas de los Premios de la Energía que sabía era tan importante para muchos, y tan poco importante para él mismo.

La innovación de Arcadio

Era una persona muy innovadora, siempre pensando en qué cosas nuevas podíamos hacer y cómo hacerlas. Además, era un firme creyente de que el mundo de la energía iba mejor y superaba sus dificultades cuando había consenso y cuando se unían fuerzas, y esa fue siempre su prioridad. No nos olvidamos tampoco de su punto de rebeldía. "Tú dime lo que quieras que ya haré yo lo que me dé la gana". Era un maestro en el manejo de los tiempos. Sabía exactamente cuánto debía reposar cualquier cuestión o situación que tuviéramos entre manos.

Tenía claro que Enerclub debía ser la casa de todos, que todo el que viniera se debía sentir a gusto, algo que no le requería ningún esfuerzo, porque disfrutaba estando con la gente, y siempre se preocupaba por todo el mundo, independientemente de su profesión o posición. Salvo que fueras asturiano o ingeniero de caminos, claro, donde aún prestaba más atención.

Además de en lo profesional, fue en lo personal donde nos deja más huella. Arcadio trataba a todos por igual. Un trato que se caracterizaba por su cercanía, simpatía, cariño, y buen humor. Para Arcadio no existían los José, Francisco, o Rafael. Eran siempre Pepe, Paco o Rafa.

A su equipo nos protegió y cuidó desde el primer día. Cuando veía que algo no podíamos resolverlo por nosotros mismos, intervenía él, solventando cuestiones relacionadas sobre todo con “la política”, como él decía. Siempre nos trataba con cariño, y cuando se ponía muy serio con alguno o tomaba alguna decisión que no nos gustaba, enseguida se acercaba a decirnos una palabra amable o soltarnos un chascarrillo que nos apaciguaba. Rápidamente también, nos dábamos cuenta de que esa decisión que había tomado era la acertada.

Un contagiador de entusiasmo

Trabajar con Arcadio hacía además la vida mejor, ya que te transmitía su entusiasmo y disfrute. El día que no tenías contacto con él se le echaba de menos porque era muy entretenido cuando te contaba su época en Trillo, en el Ministerio de Trabajo o en Fenosa, las últimas novedades de su familia, las placas solares que se había puesto en casa, o lo que pensaba sobre esto o aquello. Porque Arcadio sabía de todo. De geografía, de historia, del Real Madrid, de tecnología, de quién era hermano o hijo alguien del sector, con sus nombres y dos apellidos. Siempre le decíamos en broma que había una o dos personas en el sector que no habían trabajado con él. Afortunadamente, el contacto era casi diario, incluso los fines de semana, cuando te enviaba fotos de los paseos por el campo que tanto le gustaban, de Toulouse cuando lo visitaba, o de un artículo de The Economist que tan al detalle leía.

Su fallecimiento ha sido un duro golpe para todos nosotros. Pensábamos que la energía que tenía Arcadio era capaz de resolver cualquier dificultad. Pensábamos que Arcadio era inmortal. Pero en cierta manera lo es, porque su recuerdo perdurará entre todos los que le conocimos, e incluso en los que no le conocieron pero que tanto oyen y seguirán oyendo hablar de él.

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