Laviana, un pueblo con "el corazón roto" y con "una profunda herida" por el asesinato de Lola Fernández

Fueron cientos los lavianeses que quisieron despedirse de María Dolores Fernández, de 86 años, que el miércoles fue asesinada por su esposo a martillazos. Él, Eutiquio Fernández, permanece recluido en el módulo penitenciario del Hospital Central Universitario de Asturias (HUCA). Su muerte ha dejado "una gran herida" en el pueblo, que se encuentra "con el corazón roto". Así lo aseveró el párroco de Pola de Laviana, Luis José Fernández, en un emotivo funeral celebrado en la iglesia de Santa María.

Previamente, también fueron muchos los que acudieron al tanatorio de la Pola a apoyar a la familia de María Dolores, Lola, como todo el mundo la llamaba. A mediodía, el féretro llegaba al templo parroquial. Allí ya lo aguardaban familiares y amigos. El sacerdote subrayó durante el funeral que toda Laviana "tiene el corazón roto, estamos sumidos en la pérdida".

"Su partida de forma tan trágica nos ha conmocionado como pueblo, como sociedad", añadió Fernández, que recalcó que el crimen "deja una gran herida, profunda" en la localidad. "Una vida arrebatada en un acto de injusticia, de violencia", continuó el sacerdote, que llamó a familiares y amigos a recordar "todo lo que aprendimos y disfrutamos a su lado. Recordad su bondad, su fortaleza, recordad vuestras vivencias, todo lo que reísteis con ella".

Justicia

El párroco afirmó que confía en la justicia, en la divina, para que Lola Fernández "esté ya junto a Dios", también en la humana, "confiamos en su acción y determinación". A todos los lavianeses los llamó a "estar en estos momentos tan duros con su hijo, sus familiares, sus amigos. Hay que estar cerca de ellos, arropándolos con nuestro cariño". "Ella", subrayó el sacerdote, "siempre estará en nuestros corazones". La ceremonia concluyó con unas palabras de Fernández, hablando en nombre de la familia: "Agradece a todos vuestra presencia y vuestro cariño en estos momentos".

La vida de María Dolores Fernández, que como su esposo Eutiquio Fernández era natural de la localidad de La Bárgana, en Laviana, se apagaba el miércoles, sobre las 6 de la mañana. Eutiquio llamaba a la mujer que ayudaba en casa y en los cuidados de Lola, que padecía deterioro cognitivo, y avisaba que iba a matarla. Pocos minutos después la mujer, y agentes de la Guardia Civil, se personaban en la vivienda del número 12 de la avenida de Rioseco. Ya era tarde.

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El hombre, de 90 años, mató a su mujer, de 86, "de forma muy violenta", tal y como subrayó la delegada del Gobierno, Adriana Lastra, en una comparencia ante el ayuntamiento de Laviana. La mató a martillazos, y luego intentó quitarse la vida sin éxito, rajándose los brazos con un cuchillo. Fue detenido de inmediato, y enviado al hospital Valle del Nalón, donde fue atendido de sus heridas y pasó, custodiado, la primera noche. Este viernes fue trasladado al módulo penitenciario del Hospital Central De Asturias.

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