Lo que la zanja descubrió: las obras de la red de geotermia hacen aflorar en Mieres un inesperado hallazgo del siglo XIX
Los expertos estiman que se trata de la desaparecida fuente de El Batán, símbolo del vínculo histórico de Mieres con el río y el agua.

Ernesto Burgos, junto a varios operarios, observando la vieja fuente de El Batán desenterrada por la obra de la geotermia / David Montañés
La zona norte de Mieres ha mantenido históricamente una estrecha relación con el río y, por tanto, con el agua. Este vínculo se revela incluso en la toponimia. La zona de El Batán debe su nombre a la antigua presencia de batanes, es decir, instalaciones hidráulicas destinadas a batir tejidos u otros materiales aprovechando la potente corriente del río Caudal.
Los viejos mapas de la ciudad también recogen la existencia de una gran fuente que desapareció a mediados del siglo XX. De manera repentina e inesperada, la estructura de aquel manantial ha resurgido, descorchando recuerdos del Mieres fundacional que tomó forma a finales del siglo XIX.
Una obra moderna saca a la luz el pasado
La vieja fuente de El Batán ha vuelto a ver la luz en Mieres y, de nuevo, el agua está de por medio. Las obras de canalización de la nueva red de geotermia han desenterrado una estructura de piedra en la calle Riosa que ha llamado la atención de los vecinos.

Ernesto Burgos observando la vieja fuente de El Batán desenterrada por la obra de la geotermia / David Montañés
En concreto, ha sido Raúl Cañón, un apasionado de la historia del concejo, quien se percató de la presencia de unos robustos muros de piedra en el fondo de la zanja abierta para dar paso a la moderna canalización calefactora.
La construcción desenterrada se encuentra a unos tres metros por debajo del nivel de la actual acera y se asemeja a una canal. “Se ve antigua, pero nadie sabía qué podía ser”, explican los vecinos.

Detalles de la estructura desenterrada. / David Montañés
Para intentar resolver el enigma, Raúl Cañón recurrió al historiador Ernesto Burgos. El reconocido cronista local y colaborador de LA NUEVA ESPAÑA se desplazó a media mañana de este viernes para analizar in situ el hallazgo. Tras varias dudas y recoger la opinión de otros expertos, como Félix Martín Vázquez, autor de "Mieres y su camino", llegaron a la conclusión de que, casi con total seguridad, se trata de la citada fuente de El Batán. “Se trata de una estructura del siglo XIX que aparece en el plano más antiguo de Mieres”, apunta Burgos. El historiador se refiere a un plano ferroviario de 1892, cedido en su momento al Museo del Ferrocarril de Asturias.
La historia vuelve a dormirse
Pese a la ilusión que ha supuesto reencontrarse con parte de la historia de Mieres, los vecinos asumen que la fuente de El Batán volverá pronto a quedar enterrada.“Está claro que las obras no se van a parar, pero al menos nos quedará el consuelo de saber que la estructura está ahí abajo, y las fotos nos lo recordarán”, comentan transeúntes que este viernes se interesaron por el hallazgo.
Raúl Cañón, un descubridor constante
No es la primera vez que la curiosidad de Raúl Cañón depara un descubrimiento histórico de interés. Hace unos treinta años accedió a la entonces abandonada Casa del Notario Vigil, donde encontró parte de la estructura de la antigua portada románica de la iglesia de San Juan.
El arco había sido adquirido décadas antes por un vecino de Pedrera (Gijón) durante la ampliación del templo. En Mieres quedaron olvidados el fuste de una columna, una dovela decorada con puntas de diamante, otro fragmento con una flor de cinco pétalos e incluso una pieza con la representación de una garra.
Tras su fortuito hallazgo, los elementos se depositaron en una sala de la Casa de Cultura. Tiempo después, también de manera casual, el propio Ernesto Burgos los encontró abandonados en una finca anexa al edificio municipal (Sinaguas).
El pasado bajo nuestros pies
De la Casa del Notario Vigil a la actual calle Riosa hay apenas unos 150 metros de distancia. La historia de Mieres transita soterrada entre ambos espacios.
La ciudad ha visto desaparecer casi por completo todos sus cimientos fundacionales. Los barrios de Requejo y La Villa, afectados durante el último cuarto de siglo por un largo bloqueo urbanístico, han perdido en este tiempo una decena de casas centenarias.
El Mieres que se paraba a beber en la fuente de El Batán ya solo se vislumbra en viejos mapas
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