Opinión | Desde mi Mieres del Camino
Amadeo Gancedo
La sabiduría en los frentes deportivos
Cinco profesionales de la casa ante el Tribunal Popular
Que Mieres está a punto de "certificar una nueva defunción" en sus frentes operativos de la actividad ciudadana con el más que posible finiquito de los Tribunales Populares, es algo que se ve llegar "como el viento de les castañes". Ya van dos ciclos anuales sin que el otoño registre la convocatoria de este interesante acontecimiento del debate de la participación organizado en su día por el Centro Cultural y Deportivo Mierense. De todas formas queda un resquicio abierto a la esperanza de una deseada recuperación a tono, con más o menos presuntos mejores tiempos en las instituciones que, en cierto modo, y con modestas ayudas, sustentaban su organización.
Podía escribirse largo y tendido sobre la no muy larga trayectoria de estos Tribunales que, sin bien arrojaron, eso, una más bien corta historia, sí es cierto que constituyeron todo un atractivo gancho de plena actualidad en el marco local como sede y proyección regional y nacional en base a los temas debatidos y los personajes que los interpretaron.
Sin embargo hoy toca detenerse ante una circunstancia con especiales connotaciones para los habitantes de la villa sin que ello suponga recortes en la dimensión de la cita. Y es que, ante la atenta mirada del juez instructor, el papel secundario pero siempre necesario del ujier, la incisiva exigencia de las partes asignadas a las acusación y defensa, el atento oído y veredicto final del jurado y el interés general de un numeroso público, se juzgaba la participación y el quehacer de los atletas españoles en la Olimpiada del 92 celebrada en Barcelona.
Pues bien, en línea de testificación certera y opiniones autorizadas, estuvieron nada menos que cinco nativos de la casa, participantes en su día, como activos de deportes encuadrados en la banda olímpica y más tarde entrenadores, educadores o coaches (como ahora se les ha dado en llamar). Ellos interpretaron a las mil maravillas el papel de testigos y sus conclusiones, analizadas detenidamente por el tribunal, determinaron que, no era todo oro lo que relucía de las muchas medallas "firmadas" por España en los distintos frentes de la convocatoria deportiva. Pero, en fin, no es ese veredicto el objetivo del este reportaje, sino el hecho de la singularidad alcanzada, en esa ocasión por los Tribunales Populares, que para este lance inquisitivo escogió la sala de fiestas Yubana.
Según el testimonio fotográfico, de izquierda a derecha, tenemos a Javier Cuesta, a la sazón flamante seleccionador nacional de balonmano que había llevado a la máxima gloria los colores nacionales pero que en la Olimpiada española se quedó en un plano discreto. Cuentan las crónicas que, optimista con un nuevo éxito de su pupilos, invitó a la ciudad condal al Ochote La Unión -del que es gran forofo- y a otros amigos y luego, tras el balance logrado, muy lejos de sus pronósticos, no tuvo fuerzas para recibirlos. Tras el periplo español, entrenó a las selecciones de Estados Unidos, Egipto, Portugal y actualmente está con la de Brasil.
Le sigue el recordado Andrés Caramés, fatalmente desaparecido a edad más bien temprana. Y... ¿qué decir de este extraordinario mierense? Jugador de hockey sobre patines en el Fabrimieres con Visiola Rollán, mostró su mejor cara cuando desde la grada dirigió al Kíber hasta la División de Honor, al Cibeles elevado a los altares con laureles de campeonato de España y de Europa, al Liceo de La Coruña aún con mayor palmarés para rematar su carrera dirigiendo la selección española de la modalidad. Con cambio de tercio logró el título de fisioterapeuta para dirigir el equipo encargado del mantenimiento y la buena forma de los jugadores de fútbol del Deportivo de la Coruña en los tiempos de Lendoiro, del que era gran amigo.
En el centro de la instantánea Ricardo Hevia, iniciado en la práctica del baloncesto dentro de los niveles de equipos locales de su patria chica hasta que, tras una estancia en Madrid, descubrió los sistemas modernos del deporte, y por su cuenta y riesgo los trasladó al Club Patín Mieres -que también tenía esa sección deportiva- logrando mejoras sustanciales. Y tal novedad trajo como consecuencia su ascenso como "coach" hacia el firmamento español. Pasó por Gijón, Oviedo, León, las Canarias, antes de dar el salto a la liga ACB para dirigir al Breogán de Lugo y lograr su meritorio paso por la categoría durante cinco temporadas. Galicia fue su tierra adoptiva y aparte de un impasse en Salamanca y Murcia, estuvo en Ferrol, finalizando su periplo en Ourense donde decidió "colgarse" de la canasta y decir adiós a la actividad, aunque sigue ligado por la presencia de último hijo en el Estudiantes de Lugo.
Moviendo el índice hacia la derecha nos encontramos con José Ramón Fuertes, sin duda alguna, uno de los jugadores de fútbol del área mierense que mayor dimensión alcanzó. "Nacido" deportivamente en el Santa Marina, pasó al Caudal ya como figura donde despuntó como un extremo rápido, terriblemente hábil y dispuesto siempre a poner el balón en la testa o los pies de sus compañeros, sin que despreciase sus oportunidades de perforar la meta contraria. Valladolid y Pontevedra fueron sus próximos destinos para recalar, definitiva y afectivamente hablando, en el Valencia C. F. donde alcanzó máximos laureles hasta la internacionalidad en la selección absoluta. Precisamente en la ciudad del Turia logró una gran amistad con el recientemente fallecido Alfredo Di Stéfano. Tuvo su tiempo de entrenador futbolístico con experiencias más que meritorias, sobre todo dirigiendo a su equipo inicial el Caudal Deportivo. Fue durante varios años observador de nuevos valores para el conjunto valenciano y ahora disfruta de una vida tranquila.
Y finalmente nos encontramos con José Vitos Natal, la mítica figura de la natación española que, partiendo de su modesta condición de minero en el valle turonés, escribió una historia hasta entonces inédita y prácticamente irrepetitiva, en el marco internacional, con sus travesías a nado del estrecho de Gibraltar -año 1957- y poco después el Canal de La Mancha, con récord de tiempo en la modalidad de braza en quince horas y once minutos, algo que estuvo vigente hasta hace poco tiempo. Estas hazañas valieron, según petición propia ante el ministro de trabajo José Solís, que Mieres se convirtiera en sede de los campeonatos de España en las distintas modalidades de la natación. La gesta quedó grabada al fuego en las mentes de sus incondicionales, de todos las asturianos y muchos españoles, dejando huella imborrable en el discurrir del deporte nacional. El recibimiento desde los límites territoriales y el eco despertado a nivel español, fue de tanta envergadura que dejó huella imborrable en los anales históricos. José Vitos Natal cerró su ciclo como entrenador de natación y de atletismo al servicio del Grupo de Empresa de Hunosa.
Cinco figuras en línea de testificación, reunidos por los Tribunales Populares. Auténticas hazañas que, con alguna otra que por exigencias del guión no vienen al caso, constituyen el patrimonio histórico del deporte mierense de cara a la posteridad.
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