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Desde mi Mieres del Camino

El Meicín, obra del Centro Cultural y Deportivo Mierense

El refugio de las Ubiñas se construyó gracias a la visión certera de Luis Fernández Cabeza

Hace unos días, en LA NUEVA ESPAÑA aparecía una información, desde Lena, anunciando que se renovaba el contrato de arrendamiento del refugio de la vega del Meicín, a los pies de las imponentes Ubiñas. Estupenda noticia que da vida al uso y disfrute de este servicio con las garantías que los actuales responsables vienen prestando. Sin embargo una vez más es de justicia poner el correspondiente "pero" a la crónica o mejor a sus fuentes de contacto. Y es que, en medio de todo su contenido no se recuerda, ni una sola vez, que fue el Centro Cultural y Deportivo Mierense el que puso la primera piedra de la anterior instalación que, por añadidura, también desarrolló una importante prestación a las gentes aficionadas de la montaña. Y para que las cosas queden en su sitio, aquí están las explicaciones correspondientes, según fuentes más fidedignas.

Fue en 1961 cuando se suscribió el contrato de cesión, por cincuenta años, por parte del Ayuntamiento lenense, al Centro Cultural, de los terrenos necesarios en la vega Axeite y Meicín, para la construcción de un refugio que diese cobertura a los muchos aficionados a la montaña que ya se manifestaban por aquellos tiempos. Previos fueron necesarios los permisos correspondientes del Ministerio de Agricultura que, dicho sea de paso, "vio" con buenos ojos la operación. Y con esas armas y una fuerte voluntad, todo se puso en movimiento.

Claro que alguien había tenido la idea del proyecto y este protagonista no podía ser otro que Luis Fernández Cabeza, fundador y a la sazón presidente del Centro. Bajo su batuta y con un par de colaboradores directos que fueron el doctor Francisco Alperi y el arquitecto Efrén García, autor éste del diseño técnico, más una serie de auténticos "legionarios" del sacrificio y el afán, caso de Marino F. Canga, Julio León Costales, Pepe Canga, Paco Vega, Conchita, Lecia, Yayo el de la Casa Verde, en fin, es seguro que alguno se queda en el morral, por lo que se piden disculpas adelantadas. Contando con Delgado el de Tuiza de Arriba que puso sus caballerías a disposición como medio de transporte del material, sobre el año 1966 quedó inaugurado el refugio del Meicín, por obra y gracia, exclusivamente, de los voluntarios del Centro Cultural y Deportivo Mierense.

Se trataba de una sencilla construcción propia de la montaña, con dependencias de cocina-comedor, mochilero y servicios higiénicos en la planta baja, Una primera repartida en zona de literas-dormitorio y terraza al aire libre, y una segunda en buhardilla para completar las veintiocho plazas disponibles. Exteriormente, el edificio con teja negra terminaba en pronunciada punta provocando dos bajadas muy caídas para el fácil desprendimiento de la nieve.

Durante más de cuarenta años el refugio prestó unos servicios elementales, pero muy necesarios en una zona de espectacular contenido montañoso y rocoso, como las Ubiñas, mayor y menor, Los Castillines y otros picos propicios para la escalada y el senderismo. Su condición también era susceptible de sucesos luctuosos, accidentes agravados por la gran reserva de nieve durante muchos meses del año, que encontraron, en la instalación del Centro, soporte adecuado, tanto para la búsqueda de supervivientes como para la localización de infortunados montañeros fallecidos, que desgraciadamente se produjeron en más de una ocasión.

En todo momento la dirección y gestión del refugio estuvo en manos de responsables elegidos por la sociedad bajo unas condiciones asequibles a todo aficionado, con precios en pernocta e incluso alimentación, al alcance de cualquier bolsillo. Así fue como el macizo de Las Ubiñas se convirtió en punto de elección de muchos montañeros, no solo de Asturias y León, sino de numerosos grupos y clubes llegados de casi toda España, especialmente de Madrid.

Sin embargo, con el paso del tiempo y la climatología, el refugio comenzó a sufrir un paulatino deterioro que, pese a los intentos del Centro Cultural, culminó en una situación imposible de afrontar por la gran reparación o reforma necesarias, por parte del colectivo que tiempo atrás había sido su impulsor, pese a que en determinados momentos se realizaron obras de importancia a cuenta de las propias cuentas disponibles. De todas formas se buscaron fórmulas de financiación, pero todo fue inútil, máxime si añadimos a estas dificultades los problemas para encontrar aficionados o interesados en su gestión.

Y fue en torno a 2005 cuando, ya bajo la presidencia de María Luisa González Parada, se planteó su cesión, previo el acuerdo mayoritario de la asamblea de socios, a la Federación Asturiana de Montañismo, visto que existía buena disposición en este organismo con claros deseos hacia la continuidad del refugio y lo que era también importante, medios económicos para levantar, en el mismo lugar, otra instalación ya con nueva perspectiva que, por cierto, provocó sus más y sus menos entre los aficionados a la montaña. Al final, prevaleció el criterio oficial y hoy día en la vega del Meicín, se levanta un refugio acorde con las necesidades de la zona y que, de acuerdo con la información que abre este reportaje y tras el final de la cesión de terrenos que en su día concedió el Ayuntamiento de Lena, hoy se encuentra en sus manos y con la prórroga de su explotación firmada y sellada, que garantiza su continuidad. En contrapartida a la cesión, los socios del Agrupación de Mieres deberían disfrutar de ciertas ventajas en el uso de las instalaciones.

Quede por lo tanto constancia fehaciente de que fue el Centro Cultural y Deportivo Mierense, una sociedad de largo recorrido y amplio espectro de actividades en el marco local, comarcal y hasta regional, pese a que actualmente se encuentre en horas bajas como consecuencia de la crisis aguda que sufre este país, la falta de apoyos institucionales y ciertamente la apatía general que se respira, quien hace más de cincuenta años se enfrentó, ilusionado, a un proyecto de envergadura con sus únicas armas de la ilusión, el entusiasmo y la participación, bajo la batuta de ese extraordinario mierense que fue Luis Fernández Cabeza, precursor de ésta y de otras muchas conquistas de su pueblo.

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