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Desde mi Mieres del Camino

"Las Meninas", seña arquitectónica de la villa

La curiosa conexión entre un retrete, un emblemático edificio y un mortal accidente de trabajo

Recogido de la prensa provincial de hace más de cien años: Parte municipal "Visto el informe del Sr. Ingeniero de Obras, se acordó autorizar, previas algunas condiciones, a un vecino de La Pasera, para construir un retrete en una casa de su propiedad, sita en la calle Martínez de Vega". Sin duda alguna la noticia procedente del consistorio tiene su enjundia y a la altura de estos momentos, se asoma a la actualidad de este espacio, con una buena carga anecdótica y si se quiere simpática, pero sobre todo a imagen y semejanza de un termómetro que podría medir el cambio abismal en el tiempo. ¿Se figuran ustedes a nuestros amados ediles de cualquier comisión municipal y actual debatiendo la conveniencia de autorizar la construcción de un "excusado"?

Sin embargo no es esta la materia principal del espacio porque, a continuación, llega otra nota oficial del Ayuntamiento con fecha de unos años posteriores. Y el siguiente asunto: "Pasó a informe del Sr. Ingeniero municipal una instancia de don Santiago Orejas en la que se solicita se le ceda en venta un trozo sito en la calle Martínez de Vega, y travesía al matadero público de La Pasera".

Y aquí comienza la primera de las aclaraciones. La entonces calle Martínez de Vega, es la que, partiendo de la iglesia parroquial de San Juan, discurre recta hacia la zona oeste de la localidad para topetar con la que hoy se llama calle Gijón. En 1931 cambió de nombre para denominarse de García Hernández. Ocho años más tarde, tras la guerra civil se llamó de Calvo Sotelo. Y finalmente en 1982 adquiere la denominación de Carreño Miranda.

Segundo asunto a determinar. La parcela que por fin adquiere don Santiago Orejas no responde al edificio del famoso "retrete" (ésta se encontraba un poco más abajo) sino, según todos los indicios al número dos de la citada arteria, el que abre la calle por la derecha, uno de los edificios singulares de Mieres, el llamado popularmente de "Las Meninas", por el bazar que allí existió hasta hace poco y que contiene unos letreros de identificación con el cuadro de Velázquez, según obra del popular Tinso y encargo del actual propietario -desde hace unos veinte años- el prestigioso y reconocido en todos los ámbitos de la actividad, el doctor arquitecto Rogelio Ruiz Fernández, quién, aparte de tener allí su estudio compartido en ocasiones con toda una serie de profesionales, para el planteamiento, participación en concursos, y si cabe ejecución de proyectos, según fuentes fidedignas, guarda el firme propósito de conservar la estampa del edificio noble, sin duda, uno de los tres o cuatro que debe mantener en pie esta santa casa.

Y por fin el tercero de los apartados en el que convergen elementos tan dispares como el tono curioso del mismo, y el contenido trágico de conclusión. Como es sabido por la casi totalidad de la población mierense, el edificio "Las Meninas" en la actual calle de Carreño Miranda, linda , por su parte trasera con el río San Juan hoy saneado y con vida afín. Y entre ambos elementos discurre el camino que posiblemente pudiera ser la travesía hacia el matadero.

Pues bien, por el año 1926, encontrándose trabajando el oficial de estuquista Gabriel Ferrer, natural de Gijón y domiciliado desde hacía cierto tiempo en la propia villa mierense, sobre un andamio a una altura aproximada de cinco metros, a las dos de la tarde acertó a pasar por el mencionado camino, la sardinera Rafaela Villa con su carro de venta. Así fue descubierta por el obrero en cuestión, quién le advirtió que no era conveniente su intención de pasar por el lugar, debido a que entre el andamio y el muro que limita con el río San Juan, no existía el espacio suficiente para el paso del vehículo de mano. Pero Rafaela no estaba plenamente convencida de ello y, pese al ruego, la mujer siguió adelante ocurriendo lo previsto por la víctima, puesto que una rueda del caro tropezó con uno de los caballetes que servían de base al andamio, éste se vino abajo y con él el oficial de estuquista, el cual se cayó violentamente al suelo ocasionándose gravísimas heridas.

Dado que el estado del herido presentaba verdadera gravedad, se dispuso, rápidamente su traslado en automóvil, al hospital provincial de Oviedo. Muchas personas conocidas del herido, telefonearon repetidamente al establecimiento benéfico pidiendo detalles. Desgraciadamente, pasadas algunas horas, se supo que el infeliz Gabriel había dejado de existir, mientras que la mujer que dio lugar al mortal accidente, se sabe que, seriamente afectada, sufrió más de un desmayo, aunque se desconoce si posteriormente hubo diligencias de algún tipo ante la posibilidad de responsabilidades.

He aquí la historia de un edificio, considerado especial, dentro del casco urbano mierense que, por su singularidad forma parte de un patrimonio, el arquitectónico tradicional de aquellos tiempos y representa una muestra muy poco repetida en el entorno urbanístico de la capital del Caudal y que contrapone, a esta realidad positiva, la triste historia de un accidente laboral que nunca debió de producirse. Sí resulta gratificante saber que no existe la menos intención de aplicarle la piqueta y hasta es casi seguro de que en uno de sus bajos, donde estuvo el bazar "Las Meninas", muy pronto se inicie una nueva actividad comercial.

Mieres, en su conocida fase del siglo veinte, pasó por todo un cúmulo de transformación arquitectónica, de obligado cumplimiento, bien por las exigencias de asentamiento del personal laboral de sus dos fuentes más importantes de concepción industrial, la siderúrgica y la minera, creando auténticos barrios obreros de corte cuartelario, hoy incorporados al casco urbano, aunque luciendo todavía ese tono pese a las renovaciones posteriores. Luego la etapa del ladrillo-vista en los grandes edificios que fueron suplantando parcelas solares y viejas casonas de bajos y dos o tres plantas, entre las que se encontraban algunas que, por su construcción especial en el pasado, hubiesen merecido una conservación. Y finalmente la estampa hoy predominante de elegantes edificaciones con exterior de granitos e incluso mármoles que en su última etapa han cambiado la fisonomía de la ciudad. Pero, este es un nuevo asunto que, por su envergadura y categoría merece un tratamiento único próximamente dada la incidencia que ejerce en la actual estampa de un pueblo, la villa de Mieres que, aunque tímidamente, presente erigirse como lugar de agradable acogida para nuevos residentes, dadas las ventajas que le rodean en cuestión de servicios y comunicaciones, destacando la autopista A-6 de sur a norte y viceversa, de la región asturiana y la llamada autovía minera que enlaza rápidamente con la comarca del Nalón y zona de Siero, alcanzando fácilmente las otra vía que discurre por el interior hacia la comunidad limítrofe de Cantabria. A destacar también la cercanía de la localidad mierense con la capital del Principado, a la que se puede llegar, con facilidad, en cosa de diez minutos.

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