¿Está usted de acuerdo con frenar la compra de carbón importado y recuperar la actividad productiva en España? ¿Defendería el acero de Arcelor frente al "dumping" chino, para preservar el empleo del sector siderúrgico y del metal en Asturias? ¿Recuperaría la fabricación de productos textiles nacionales, frente a los bajos costes asiáticos? ¿Haría lo mismo con el calzado? ¿Se plantearía recuperar el comercio patrio ante el empuje de los bazares chinos? ¿Vería con agrado que le prometieran defender a la maltratada clase media de las élites de ricos y poderosos, aunque quien lo dice sea un multimillonario? ¿Piensa usted que la globalización es la causa de todos los males? Si la respuesta a estas preguntas es mayoritariamente afirmativa, usted podría votar a Trump, si sus escrúpulos políticos y sociales le permiten ignorar su machismo, xenofobia, homofobia, misoginia, incultura, egolatría... Con estas y otras promesas el nuevo presidente de Estados Unidos se ganó el puesto. Ya veremos las que puede cumplir, porque en la Casa Blanca el hábito encorseta al inquilino. Pero, ¿está usted seguro que no lo votaría?
