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Desde mi Mieres del Camino

La tradición ciclista, en un "impasse" prolongado

Uno de los grandes hitos deportivos en la comarca, la Vuelta a los Valles Mineros

¿Volverán las oscuras golondrinas de tu balcón sus trinos a colgar? Sirva la hermosa entrada poética de Gustavo Adolfo Bécquer para enfocar la mirada en el pasado mierense y recordar otros tiempos, los deportivos del ciclismo regional, nacional y hasta internacional, cuándo los escenarios de la comarca y la región le hacían el juego a grandes batallas de este sacrificado deporte. Y en un hasta emocionado asomo al pretérito traemos hoy estampas vividas en importantes fechas de la historia local.

Quizás, en la reciente época, los primeros toques de atención partían de "Educación y Descanso", a cuyo frente se encontraba Luis Fernández Cabeza. Y de esos lares temporales uno cree recordar que partió el movimiento significativo de la Vuelta Ciclista a Asturias, puede que con participación de esforzados héroes aficionados que ansiaban la victoria por los honores y no precisamente por las dádivas materiales, dado que de aquella eran de corto estrecho.

Mientras tanto en los bajos de un conocido establecimiento de hostelería, que luego fue sede oficial, pensemos en el Bar Aramo, se configuraba un movimiento de continuidad, que habría de llevar, durante su largo periplo, el nombre del fundador, un recordado Laudelino Trapiello. La denominación oficial de la entidad deportiva ya la sabe, Peña Trapiello. También en otro rincón del mapa urbano nacía un nuevo intento de sana rivalidad, la Peña Antonio Suárez, en reconocimiento al ciclista madrileño que venía alcanzando una clara notoriedad. Fue casi como un suspiro, aunque en su corto recorrido llegó a tener equipo propio de aficionados federados para pruebas en el mapa astur. Sin embargo fue la Trapiello quién supo llevar el timón acertado para alcanzar éxitos de gran renombre.

De todas formas hubo un impasse interesante cuando aún la Vuelta a Asturias partía de los ejes organizativos de este suelo mierense. Y fue la llegada, por cierto en bicicleta desde Toledo, de Martín Bahamontes, para participar en ella y cubrir una de sus muchas experiencias, puesto que ante la circunstancia de que su máquina de pedalear presentaba serias deficiencias, el popular Cilio Losa, a la sazón director de la prueba, le regaló una flamante bicicleta nueva con la que Bahamontes alcanzó éxitos en las cumbres asturianas. Luego vendría su epopeya en el Tour de Francia alcanzando el premio de la montaña y más tarde el triunfo absoluto de la prueba, primero que se producía con etiqueta española. Ello hizo posible que el ya estadio Hermanos Antuña, con sus flamantes pistas, se convirtiera en cita obligada para los famosos de la ronda francesa, que cada año celebraban un espectacular critérium ante el fervor de millares de aficionados.

Tampoco se puede obviar el hecho de que con anterioridad se celebraba, por San Juan, el circuito ciclista en torno al casco urbano de Mieres donde alcanzaron triunfos indiscutibles los hermanos gallegos Rodríguez. Era algo así como una antesala de lo que podía venir seguidamente.

Y es que, de pronto la Peña Trapiello, con la presidencia en manos de Florentino Fernández Llorente, para todo el mundo "Florín" (a quién se le debe algo que Mieres aún no ha sabido reconocer), concibió la idea de todo un proyecto deportivo de alto voltaje por las siempre difíciles y duras -faltó el Angliru- montañas de las cuencas mineras de esta comunidad, incluida la zona de Tineo y Cangas del Narcea: La Vuelta a los Valles Mineros.

Largo y tendido sería determinar aquí los éxitos y ganadores de esta popular prueba que entró de lleno en el calendario español y que llegó a hacer sombra, en noble lid, a otras competiciones de marcado recorrido. Sin embargo me resisto a silenciar un hecho significativo que demuestra la sintonía alcanzada por Florín y su equipo, con una gran campeonísimo español. Corría los último ecos de la prueba ya en decadencia, por falta de apoyos económicos y, si mis informes no fallan, una de las últimas convocatorias, si no fue ya la definitiva, peligraba claramente ante la falta de corredores. Y Florín decidido, cogió el teléfono para llamar a Miguel Indurain, que había participado varias veces y se había alzado ya con más de un tour francés, para decirle: "Amigo Miguel, esto se viene abajo si tú no acudes". Y el navarrico cogió su bici y macuto y se vino para la prueba asturiana, lo que provocó la presencia de otros muchos participantes. Y no sería un fallo clarísimo de memoria decir que, según nuestros archivos, el gran Indurain ganó la última etapa con final en Mieres.

Y? ¿quién se encargó de darle bombo y platillo publicitario desde los medios de comunicación que estaban a su cargo o en las tribunas de cada prueba, al ambiente y circunstancias del cotarro ciclista de esta época? Simplemente, aparte, claro está, de los analistas profesionales de cada medio, el gran amigo José María Pellanes: la voz que clamaba en el final de las etapas, hoy todavía con nosotros, pese a su avanzada edad, disfrutando de las atenciones de una popular residencia de mayores en el casco urbano de la villa.

A tono con esta última nota del genial comentarista periodístico de Mieres, tampoco es posible evadirse de hacer mención de una anécdota surgida con motivo del final de una etapa de la Vuelta Ciclista a España, que tenía remate en las pistas del Hermanos Antuña y el querido Pellanes a la orden del equipo de difusión a través de los altavoces del estadio, a la vez que la Peña Trapiello, con Florín al frente, colaboraba en el evento. Cuando se anunciaba el paso de los corredores por el alto Santo Emiliano, el presidente de la Peña se vio obligado a, apresuradamente, dirigirse a Pellanes con el siguiente ruego: "Por favor, José María, anuncia a través del micro que en la calle Pravia hay un turismo matrícula tal y tal, mal aparcado que puede ocasionar serios problemas cuando lleguen la caravana publicitaria y el pelotón de cabeza". Nuestro locutor, con toda celeridad, comenzó con la cantinela de: "Por favor el conductor del vehículo matrícula tal y tal, aparcado en la calle Pravia que retire rápidamente su coche porque están a punto de llegar los corredores". Y así hasta por lo menos diez veces. En esto se escucha, a través de los altavoces: "la madre que? ¡pero si es el mío". Sobran comentarios. Era y es su estilo.

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