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Dando la lata

Ni gota

Todos pendientes de Cataluña y, mientras, sigue sin llover

Aquí distraídos con el ataque de surrealismo en que vive Cataluña, cuya actualidad política supera con creces los mejores guiones de las películas de los Hermanos Marx, y nos olvidamos de que desde hace un montón no llueve como es debido. Qué agradable, cuánta luz, qué placidez, qué gusto sentarse en las terrazas, libres de los molestos impermeables y paraguas. Ya, y los embalses que dan pena. El otro día volví por Tarna, para estrenar el parcheado -que no reasfaltado, como se anunció- de la carretera y pasé por el pantano de Riaño, que miren que es grande. Qué visión tan inquietante. Coches circulando por el fondo, una inmensa bañera completamente seca, salvo el par de litros de agua que aún se conserva junto al pueblo. Por cierto, que si pasan por la zona, en Boca de Huérgano hacen unas galletas de mantequilla cosa fina, que como esto lo lea mi médico acabará sacándome de la consulta de una patada en el culo. Al menos no tienen ni rastro del infame aceite de palma. Y los pudientes que aún cruzan por la autopista hablan de la imagen espectral del embalse de Barrios de Luna, que hoy es un lugar estupendo para salir a pasear el perro.

Nosotros pendientes de Cataluña, creyendo que el acabose puede venir por allí cuando, en realidad, tendríamos que estar mirando al cielo, que es de donde ha de llegar la salvación. Y rezar, poner en marcha los rituales que sean, disfrazarse de lo que haga falta, pero hacer algo para que vuelvan las nubes cargadas de agua. Eso sí, con tiento, porque en la costa sur norteamericana se pasaron de vueltas y, efectivamente, acabó lloviendo. Mucho. Una barbaridad.

Leo ahora que Rajoy pregunta a Puigdemont si declaró la independencia. No me extraña, porque yo tampoco lo entendí. ¿Qué pasó? Parece como uno de esos goles fantasmas que, dependiendo del tiro de la cámara, parece que sí, parece que no. Y la respuesta puede ser, si se produce, de aurora boreal. Pero miro por mi ventana y seguro que no: hoy no lloverá. Otro día más. Y me inquieta más esto que lo otro. Siento sed. Y no es por la galleta.

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