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Desde mi Mieres del Camino

De cura en Mieres a obispo en León

José Álvarez Miranda ofreció la última misa en la vieja iglesia de San Juan e inauguró en 1931 el actual templo

San Juan de Mieres, la principal parroquia de la ciudad y durante algún tiempo único referente católico del casco urbano, tiene en el haber de su larga trayectoria el pensamiento certero, la labor pastoral y el criterio firme y dispuesto de, al menos, dos directores espirituales que dejaron huella profunda, aunque el desarrollo de su obra, tenga por el medio un enorme tramo de separación en el tiempo. En 1885 llegaba a Mieres, el sacerdote Valeriano Miranda, cuyo nombre figura hoy como titular de una de las principales calles de la villa. En septiembre de 1927 fallecía entre muestras de agradecimiento y veneración, dando ocasión, posteriormente, a que la corporación municipal le designase el nombre de la citada calle y también el nombramiento de hijo predilecto.

En 1962 arribaba, por estos lares otro sacerdote con la directísima misión de dirigir la parroquia sanjuanina en un denso y largo periodo que arrojó múltiples novedades y cuya condición e importancia no viene ahora al caso, pero que, como a su antecesor, demandaron, por unanimidad, la declaración de su persona como hijo adoptivo de esta santa casa y posteriormente "Mierense del año". Se trataba y, afortunadamente, se trata de Nicanor López Brugos, quién acaba de recibir una especie de jubilación, con su traslado a la parroquia de San Pedro de Gijón, en misión de canónigo de dicha iglesia, aunque sin que ello signifique un despego total de Mieres, porque, dicho sea de paso, esta tierra minera la lleva muy dentro de su corazón y su pensamiento.

Pero, ¿saben ustedes que hubo anteriormente otro sacerdote con fuerte implantación como pastor de San Juan y que por su méritos y visión religiosa fue nombrado Obispo de León? Se trataba de José Álvarez Miranda que, por cierto, no tenía parentesco alguno con su predecesor. Y sin embargo jugó un papel importante en la labor pastoral con algunos retazos dignos de tener en cuenta. Para ello es indispensable echar mano del estudio investigador realizado por el mierense Juan Carlos García Palacio, protagonista hace algunas semanas de nuestro habitual espacio semanal en LA NUEVA ESPAÑA, "Desde mi Mieres del Camino", como el único reservista voluntario del Ejército Español del Aire nacido en Mieres.

Partiendo de una detallada introducción, Juan Carlos García no olvida a los colaboradores que le han ayudado a recopilar todos los detalles de la vida y obra del Obispo José Alvarez Miranda. Tal es el caso de su amigo José María Castillo; el director del Archivo Histórico Diocesano de Oviedo, el canónigo Agustín Antonio Hevia; la compañera de trabajo del autor Aranztxa Álvarez, y a su propia familia. García Palacio sigue los pasos de una metodología para determinar el camino bajo el lema de "es tan humilde que dice la verdad" (frase adjudicada a la personalidad de Álvarez Miranda). Busca la huella del obispo en el presente, las conclusiones preliminares, fuentes consultadas y con este trabajo periodístico pretende basar una síntesis sobre la personalidad del religioso al considerar que fue digno de sus predecesores, aunque olvidado en el seguimiento histórico de los tiempos. Pero su voz se dejó oír y su biografía arroja los siguientes datos:

José Álvarez Miranda nació en el pueblo leonés de Miñera, más tarde sumido en las aguas del pantano de Barrios de Luna, allá por 1851. Trece años más tarde lo haría su hermano Julián, que fue alcalde de Pola de Gordón, donde ejerció de médico, siendo a la vez presidente del Colegio de Facultativos y miembro corporativo de la Diputación leonesa. A los catorce años inició estudios en el seminario de San Froilán de León hasta los veintidós. También estuvo en los seminarios de Oviedo y Salamanca con calificaciones excelentes. Licenciado y doctor en sagrada teología y en derecho canónigo, siendo ordenado diácono en 1874 y presbítero en año siguiente.

Ya con su flamante ordenación sacerdotal, fue párroco de Santa María de Cancienes en 1878. Un año más tarde de Santa María de Las Vegas, en Riosa, y en el 1879 ecónomo de San Pedro de Villamayor (Piloña). Más, tras rechazar el cargo de profesor de teología dogmática e historia eclesiástica del seminario de Zamora, en 1883 fue nombrado párroco de Mieres. A pesar de que no existen datos sobre su obra pastoral, sí se ha podido reunir material suficiente, de determinadas publicaciones, que ayudan a dibujar la importancia de ella, hasta tal punto que, una vez nombrado obispo de León, y cuando se dirigía en tren a esta localidad para tomar posesión, ocurrió un hecho significativo que debemos transcribir textualmente: "En todas las estaciones salieron muchos parroquianos que, reconociendo sus excepcionales méritos, de veras le aman. En la de Mieres demostraron, de una manera que solo puede concebirse presenciándola, lo mucho que este incidente lo demuestra: Le sacaron los guantes de sus manos y querían convertirlos en diminutos trozos para repartírselos como reliquias".

En diciembre de 1885 - poco tiempo para tan singular obra - y según el diario de Baleares "El Áncora", fue nombrado capellán de número del real establecimiento de Santiago y Santa María de Montserrat en Roma. La noticia de su marcha de Mieres, que salió a la luz en enero, informaba de su despedida de la parroquia asturiana, en la misa dominical "con frases sentidas al ofertorio del acto religioso".

Tras varios destinos dentro del ámbito católico, José Álvarez de Miranda fue preconizado para la diócesis de León, como obispo electo bajo el pontificado de Pío X, a la edad de sesenta y un años. A partir de entonces tuvo a bien bendecir la primera piedra de la actual basílica del Sagrado Corazón de Gijón, asistir a la consagración de la catedral de Oviedo y presentarse ya como nuevo obispo de León, el siete de diciembre de 1913.

De todas formas, durante este tiempo su relación con Mieres no cayó en saco roto. Así fue que el 24 de junio de 1927 tuvo a bien celebrar la última misa del Santo Patrono, en la antigua iglesia de San Xuan, que poco después sería derruida, colocando, a continuación, la primera piedra del que habría de ser nuevo templo principal de Mieres. De esa forma, cuatro años más tarde, el veinticuatro de junio de 1931, festividad sanjuanina en esta su casa, acudió con el fin de celebrar la primera misa del nuevo templo en fecha tan señalada. Años más tarde, en marzo de 1937, fallecía en León a la edad de ochenta y seis años.

Como dato inequívoco de la personalidad de José Álvarez Miranda y de su concepción como representante de la Iglesia de Cristo, está el hecho de que, durante los primeros lances de la contienda civil, concretamente a la altura de agosto de 1936, adquirió fama incluso de "obispo malvado" para aquellos incapaces de llegar a conclusiones profundas de su defensa de la fe. Pese a ello no tuvo reparo alguno en enviar un telegrama, junto con otras personalidades, solicitando clemencia para el capitán Lozano, abuelo del que fue, años más tarde, presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, y cinco militares y civiles más, condenados a la última pena por el correspondiente consejo de guerra del 14 de agosto de 1936, por el delito de "traición".

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