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Dando la lata

El valor de los años

La exclusión de las personas experimentadas y de mayor edad de los centros de decisión

Capítulo 5434. Anna Gabriel busca refugio en el epicentro del capitalismo y adopta la estética capilar de Inés Arrimadas. Queda claro que, de huir, que sea hacia adelante. Desde hace muchos años echo de menos algo de sensatez en la política española. Y quizá haya explicación a tanta falta de sentido común. España, como sociedad, ha alejado a los ancianos de los centros de decisión. Ni siquiera les consultamos. Los mantenemos apartados y, encima, inquietos mientras jugamos con las cosas de comer.

La sabiduría tiene una relación directa con la edad. La experiencia, la reflexión, la perspectiva, son facultades que únicamente se adquieren con el transcurso del tiempo. Sin embargo, estamos embarcados en una nave pilotada por jóvenes que creen saber qué es la vida, qué es lo que hay que hacer y hacia dónde hemos de ir. Es gente que ha vivido poco, que no ha visto ni la centésima parte de lo que un viejo guarda en las retinas, que no ha recorrido los caminos que pisaron esos cansados pies, que no superó las dificultades, que no cayó, que no se levantó. Y somos tan osados que a ellos, a los que están a punto de completar el viaje, les damos órdenes y les explicamos de qué va esto. Qué estupidez la nuestra. De hecho, hay quien dice que lo mejor de la juventud es que se cura con el tiempo. Hoy estamos cometiendo el gravísimo error de interpretar que ser joven es un mérito, una envidiable cualidad, cuando no es más que una circunstancia temporal que, además, limita las capacidades humanas más destacables. Una manzana verde o madura. Si quieres lanzársela a alguien a la cabeza, mejor la primera; si lo que buscas es saborear y beneficiarte de sus propiedades, que esté madura. La historia dice que las sociedades intelectual y moralmente más desarrolladas siempre respetaron y escucharon a los ancianos.

Porque más sabe el diablo por viejo. Cuando veo nuestros cuadros dirigentes percibo que falta el peso de la experiencia, el valor de los años. Por eso vamos como vamos, dando tumbos de mala manera, cayendo y recayendo en errores que nuestros mayores ya cometieron y que hoy sabrían reconocer y evitar.

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