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Estadísticas

Estudios que dicen que cada asturiano gasta al día 2 euros en comer y beber

Leo en este periódico que, según el último informe del Ministerio de Agricultura sobre el consumo de los españoles, el gasto alimenticio de los asturianos asciende a 667 euros por persona y año. Pero pásmense; en dicha cantidad se incluyen las bebidas frías y calientes. Como el asunto me deja perplejo, tiro de calculadora y constato que el gasto diario de cada asturiano para comer y beber no llega a 2 euros (un euro con ochenta y dos, para ser exactos).

Este dato lo da todo un Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, y si es así como nuestro gobierno estudia, analiza y valora la realidad social que pretende gobernar, miedo me dan los datos de población activa, los índices de crecimiento económico y toda la retahíla de estudios estadísticos cuyos resultados apellidan la realidad sobre la que pretende decidirse. Un amante de las estadísticas nos dirá que las cifras nunca mienten, pero se olvida de algo muy importante: que los mentirosos usan las cifras para lograr el resultado que buscan. Además, sus lecturas pueden llevarnos a terribles engaños o a conclusiones más que interesadas. Como aquel que mientras disfrutaba del cigarrillo nocturno en el jardín de su casa fue interrumpido por su mujer para informarle que, según el último informe del Ministerio de Sanidad, el 20% de las personas muere a causa del tabaco. Lejos de incomodarse con tan inoportuna observación, el tipo aspiró una buena bocanada de humo y le contestó a su querida esposa que el dato le resultaba más que alentador puesto que, de ser cierto, significaba que el restante 80% de los individuos se mueren por no fumar, con lo que estadísticamente quedaba demostraba que no fumar mata a más gente.

A mí lo de que cada asturiano gaste menos de 2 euros diarios en comida me parece un insulto a la inteligencia. Y ya metidos en gastos, no estaría de más que publicasen un estudio de lo que estadísticamente nos cuestan al año la elaboración de todo el elenco de informes estúpidos, pues quizá nos llevemos la gran sorpresa de que la cantidad es muy similar a la que nos gastamos diariamente en comida.

Vivimos una época en la que para lograr que la gente crea en algo, lo único que tenemos que hacer es organizar una encuesta que diga que tal cosa es así y después darle publicidad, preferiblemente por televisión. Hemos entregado nuestra alma a los contables hasta el punto que todas las pasiones que hoy nos conmueven se explican en clave estadística. Incluso para saber si somos felices ahora se hacen encuestas. Y lo peor de todo es que tengo la sensación de que los gobiernos usan las estadísticas de la misma forma en que un borracho utiliza las farolas: más para apoyarse que para iluminar el camino.

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