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Fernando Delgado

Ver, oír y callar

Las chigreras de Morcín comparten sus vivencias en el Día de la Mujer

No tenían tiempo para caer enfermas y no descansaban ningún día del año en su triple faceta de "chigreras", amas de casa y madres de familia. Estas son las principales conclusiones extraídas tras escuchar las vivencias personales de las cuatro "chigreras" de Morcín que compartieron sus experiencias con motivo del Día Internacional de la Mujer.

El sacrificio y la discreción siempre han caracterizado a estas excelentes profesionales de la hostelería que se han doctorado en psicología después de trabajar durante muchos años tras la barra de un bar atendiendo a diferentes tipologías de clientes y el chigre, además de ser su forma de vida, ha sido el hogar donde criaron a sus hijos.

Maruja Fernández, en Busloñe; Margot Campomanes, en Las Vegas de San Esteban; Meli Gutiérrez, en La Foz; y Mari Vázquez, en Santa Eulalia, llevaron durante décadas las riendas de sus negocios y ahora, ya jubiladas, miran por el espejo retrovisor de sus vidas para recordar el papel de las mujeres en los chigres de los pueblos donde compatibilizaban su labor profesional con las tareas propias de sacar adelante a sus familias.

Todas ellas coinciden en restar importancia a su trabajo y admiten que la conciliación laboral y personal ha sido posible gracias al gran sacrificio compartido con sus familias.

Maruja Fernández regentó Casa Bautista, en Busloñe, negocio que heredó de sus padres y que gestionó hasta que consiguió la plaza de gobernanta en el Hospital de Murias en Mieres. Su marido, jubilado de la mina, le ayudaba por la semana mientras ella trabajaba en Mieres. No había conciliación posible. El único teléfono público del pueblo estaba en su chigre que además tenía televisión y era a su vez estanco y despacho de pan. Era su casa y allí crió a sus hijos. Recuerda con añoranza las fiestas de El Pilar en San Sebastián y los nabos y les casadielles por Santo Antón. "La casa estaba abierta a todo el mundo y siempre se atendía con respeto", afirma.

Margot Campomanes llevó el Bar La Magdalena, en Las Vegas de San Esteban, junto con su marido y sus tres hijos. Lo abrió después de regresar de Bélgica donde trabajó como emigrante en cocinas de grandes restaurantes. Abrieron el bar en la que era su casa. Abría hasta altas horas todos los días de la semana y servía comidas y banquetes. Señala que "Sólo hacía trabajar, trabajar y trabajar, y ver, oir y callar". Sus hijos le ayudaron desde muy pequeños en las labores del bar.

Amelia Gutiérrez Sevilla, "Meli", regentó el Bar La Moncloa en La Foz durante 36 años hasta su reciente jubilación. De joven siempre decía que trabajaría en cualquier cosa menos tener un bar y quien le iba a decir como acabó. También afirma que no le gustaba cocinar y vaya como cocina. Exquisito y único su potaje de nabos. Meli compaginaba su trabajo en el bar con las labores de la casa y con la crianza de su familia. Ya jubilada, ahora apoya puntualmente a sus hijos con sus dotes de excelente cocinera y echa de menos el gran ambiente que había con los trabajadores del pozo Montsacro de Hunosa.

Mari Vázquez, de Bar El Cruce, en Santa Eulalia, fue la digna sucesora familiar de un negocio que abrió sus puertas en 1880 y las cerró el 12 de agosto de 2016 con motivo de su jubilación. Nació en el bar que fue primero de sus abuelos y luego de su madre y su tía. Tras casarse lo regentó con su marido. Recuerda muy contenta sus años de trabajo en el bar y con mucha pena a sus clientes a los que organizó una gran despedida. Su bar tuvo pensión y dio muchas comidas cuando se construyó la carretera nacional 630 o la nueva urbanización de Santa Eulalia. Se organizaban banquetes de todo tipo: bodas, comuniones y hasta la inauguración del nueva Casa Consistorial en 1955. El Bar El Cruce fue punto de encuentro para todos los vecinos del concejo y allí se dieron clases de costura y de máquina de escribir, se utilizó como sala de cine y de bailes y fue lugar de reuniones de todo tipo de asociaciones.

Todas las "chigreras" coinciden en afirmar que el bar fue su trabajo pero también la casa donde criaron a sus hijos. El encuentro de estas "chigreras" fue organizado por la concejalía de cultura del Ayuntamiento de Morcín que dirige María Perera y la charla fue moderada por Noelia Pereira, bibliotecaria municipal.

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