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En cama y con fiebre

Aunque me había vacunado contra la gripe, un buen día me levanté con la cabeza pesada y con unas décimas que me tumbaron en la cama. Y como aquel mal persistía llamé al galeno para que me echara una ojeada. Me auscultó y en breve dictaminó: siete días con antibiótico y bebiendo mucho líquido. Y yo, muy formal, para la cama.

Más al cabo de unos pocos días, pensativo, me dije: " Lo mío no es gripe, es borrachera de acontecimientos". Estos vinieron todos juntos y sin solución de continuidad. Un avión llegó de Venezuela, un ministro español dio órdenes en tanto otro las ejecutaba. El que las ejecutó se armó el lío del caracol contando variadas versiones.

El Presidente Sánchez usaba todos los medios de transporte para ir a visitar a los perjudicados de la Gloria. Detrás fue el Vicepresidente Iglesias para dar su punto de vista.

Y así llegamos a Cataluña y a la toma, diría, de indecisiones, de Torra y a su lío con los independentista, sin olvidarme de la despedida de los ingleses en la CEE, donde todos los eurodiputados lloraban por su marcha.

Enternecedor todo ello y yo, lo dicho, en la cama y con fiebre. Y casi ya repuesto, llega el coronavirus chino. ¡Qué miedo!

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